En 27 minutos, Carlos Mesa dio una clase magistral de periodismo, de historia, de diplomacia y de cómo se debe comportar y responder un abanderado de un Estado. En la entrevista con el periodista chileno Juan Manuel Astorga, que se difundió en horario estelar en el canal estatal mapochino, lo primero que hizo fue, en la primera pregunta, apropiarse del control refutando de entrada y contragolpeando desde la primera frase. Ahí sacó de su zona de confort a Astorga y mientras se acomodaba en la silla de cuero y aluminio, se mantuvo atento, desarmó las bombas que le lanzaron y hasta corrigió a su entrevistador. Todo eso generó un fuerte oleaje en la política chilena, que ha llevado a diputados y senadores a preguntar de quién fue la idea de invitar a Mesa a ese espacio, a exigir uno igual en el canal estatal boliviano y a pedir que se envíen emisarios a Bolivia para hacer campaña por Chile.
Las olasEl poeta chileno Andrés Ajens, director de Mar con Soroche y partidario de un diálogo amistoso entre ambos países, explica que las palabras de Mesa fueron reproducidas el miércoles por varios medios chilenos, incluido el canal estatal, Televisión Nacional de Chile.
“Los argumentos de Carlos Mesa traducen o representan la sensatez misma tras el veredicto de La Haya. Y ya están contribuyendo a desmantelar la primera reacción –francamente escandalosa e inverosímil— del ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Heraldo Muñoz, y del jefe de la delegación chilena ante La Haya, Felipe Bulnes, en el sentido de que el fallo 14-2 a favor de la posición boliviana en realidad habría sido una derrota para Bolivia, porque supuestamente la Corte habría reducido el alcance de la demanda boliviana, ¡cosa que no está en ninguna parte en el fallo! Es invención delirante de Muñoz y Bulnes, para enfrentar una derrota estrepitosa (pues habían machacado que la razón estaba del lado de Chile)”, explica.
Consultado sobre las repercusiones, un importante editor de un medio chileno de circulación nacional explicó que la discusión se había reavivado en su país y que el mismo miércoles se había debatido entre los diputados la posibilidad de mandar emisarios a Bolivia para que hagan campaña en favor de Chile. Incluso, se discute ya nombrar un embajador que defienda la imagen de Chile a escala internacional, como lo hace Mesa con Bolivia, y se pensó en el expresidente chileno Ricardo Lagos.
Lagos no es una figura menor. En su presidencia le tocó negociar con Banzer la posibilidad de exportación de gas boliviano a través del territorio chileno, y ya se batió en un duelo verbal con Mesa en una sesión de la OEA, en la que Mesa salió favorecido. La figura de Lagos como vocero es defendida por el presidente de la comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados de Chile, Jorge Sabag, que desconfía de la eficacia de enviar emisarios a Bolivia y confía más en enfocarse en una campaña internacional.
El rol de los medios“Por casualidades, en los últimos días, he tenido la ocasión de conversar largamente con dos directores de importantes medios de comunicación en Chile (para nada izquierdistas) y ambos me han señalado, con evidente molestia, que, tras el fallo, han recibido presiones bastante directas de agentes gubernamentales para alinearse con la estrategia del Estado, y desechar la idea de “derrota de Chile”, como si los medios fueran agentes del Gobierno de turno o de una noción burda del supuesto interés nacional”, cuenta Ajens.
El editor del medio chileno que pidió mantener el anonimato, explica que hubo una invitación del canciller Muñoz a un almuerzo tras el fallo, aunque él no estuvo presente. Sin embargo, asegura que los medios chilenos no están para nada alineados con la idea de victoria chilena, sino todo lo contrario, hay un fuerte debate de cómo revertir la derrota.
El factor MesaA las nueve de la mañana del 24 de septiembre, en la radio de la Universidad de Chile se transmitía un programa especial para esperar el fallo de La Haya. Allí estaba invitada Paz Milet, académica del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile que aseguró que la amplia presencia de Mesa en diversos foros internacionales ha logrado simpatías, mientras Chile solo se ha manifestado a través de un video y un tríptico y así es muy difícil enfrentar la presencia de Bolivia en los foros internacionales.
En ese mismo programa estaba Sergio Grez, historiador y docente de la facultad de Filosofía de la U de Chile, que hizo varias precisiones sobre el tema del diferendo entre Bolivia y Chile. Recordó que Chile, incluso inmediatamente después del final de la Guerra del Pacífico, ofreció salida al mar a Bolivia por Arica y Tacna, que luego, en los 40 y los 70 del siglo pasado, se habló de un corredor y un puerto y que, en realidad, la posición monolítica de que no hay nada pendiente por dialogar con Bolivia proviene de la posdictadura chilena y es nueva.
Milet incluyó otro factor: el emotivo. Recordó que para los bolivianos el mar no es un asunto económico sino de identidad, que Bolivia nació con mar y que ha perdido la cualidad marítima con Chile y que por lo tanto es algo irrenunciable.
Grez añadió otro ingrediente: los intereses de políticos y empresarios chilenos que desataron la Guerra del Pacífico. “Fue un interés particular perseguido por una compañía chilena, que lo convirtieron en interés general, entre comillas”, dice Grez.
Milet y Grez no son los únicos intelectuales que abogan por un cambio de política. Otro ejemplo es Estaban Valenzuela, exalcalde de Rancagua, escritor y político, que cree que “el callejón de los duros”, en el que Piñera metió la relación con Bolivia, no conducirá a nada bueno.
“En el primer Gobierno de Bachelet se avanzó en los 13 puntos, que no esquivaban el debate marítimo -dice Valenzuela-. El 2008, para los economicistas, se llegó a un peak de intercambio comercial. Hoy estamos sin relaciones y acusados de faltar a las normas. Bolivia y su demanda marítima están metiendo a Chile en una trampa: la judicialización es probablemente un fracaso, pero puede interpretar faltas de cumplimiento parcial al mismo y hacer que la identidad de Chile se deteriore aún más en el continente como el vecino agresivo e insensible".
Chile se siente vulnerableEn Chile ya se habla de “el fracaso de los viejos”. En esos términos se refirió en su columna en la radio Bio Bio Fernando Balcells, director de la Fundación Chile Ciudadano al fallo de La Haya. Considera que en su país se hace política “mirándose el ombligo y despreciando el argumento de la otra parte”.
Cargó además contra la tesis de Heraldo Muñoz de que Bolivia no ganó nada y disparó: “Bolivia se merece un acuerdo y se lo merece ahora, no en la generación siguiente”.
Tomás Mosciatti, director de la Bio Bio, la radio más importante de Chile, fue más duro. Aseguró que Chile no perdió 14 a 2, sino 16 a 0, ya que los dos jueces no le dieron la razón a Chile, sino que querían demorar la decisión. Cree que ahora Chile está obligada a jugar en territorio boliviano, con la lógica boliviana y que los borradores de la réplica chilena a la demanda boliviana deben tirarse a la basura. Además, asegura que el fallo le dio dos victorias más a Bolivia: reconoció que nació con un litoral y que Chile fue quien declaró la guerra. “Hay una víctima y un victimario. El juicio no está perdido, pero se ha transformado en algo muy difícil para Chile”.
Desde los medios chilenos, desde la voz de Mosciatti, se redefinió la escala del país. Ambos países son pequeños, tanto así que ninguno tiene un abogado que pueda litigar en La Haya, por lo que cree que lo que resuelva la corte no va a influir en países grandes
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