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miércoles, 7 de noviembre de 2012

Edmundo Paz se refiere a la ausencia de sorpresas en las elecciones que dan victoria a Obama otra vez


Lo más sorprendente de estas elecciones ha sido la ausencia de sorpresas. El triunfo de Barack Obama estaba proyectado por la gran mayoría de las encuestas. Pese a que los medios quisieron crear cierto suspenso al hablar en las últimas semanas de un “empate técnico”, sobre todo después del primer debate. Lo cierto es que Mitt Romney nunca pudo romper la barrera erigida por la campaña de Obama en algunos de los estados cruciales de esta elección.


Son muchas las razones para entender la victoria de Obama. La principal es que, a pesar de que el presidente ya no contaba con el fervor de sus votantes de las elecciones pasadas, logró mantener intacta la coalición que lo llevó al poder: blancos de las grandes ciudades, latinos y negros. Buena parte de esa victoria no se debe necesariamente a lo hecho por Obama, ya que su administración no logró presentar una prometida ley inmigratoria para regularizar a la gran cantidad de hispanos indocumentados en Estados Unidos; fueron más bien los republicanos, con su retórica agresiva contra los hispanos y las mujeres, con un discurso excluyente que sigue soñando con un país dominado por hombres blancos y protestantes, quienes hicieron todos los esfuerzos para ser rechazados por unas minorías cada vez más conscientes de su poder político.
Otra razón fundamental para la victoria de Obama tiene que ver con el sistema electoral estadounidense, en el que las elecciones no se deciden directamente por el voto mayoritario de la gente, sino por el peso cualitativo de ciertos estados en el colegio electoral. Suena raro que en el país más poderoso del mundo la presidencia sea decidida por solo diez estados influyentes, pero es así.  En esos diez estados, la campaña de Obama se hizo fuerte desde el principio apoyada por los errores de Romney. Durante la gran crisis del 2008, Romney cometió el error de ir en contra del deseo gubernamental de intervenir para evitar la bancarrota de las empresas automotrices. En Ohio, el plan de Obama fue la salvación de la economía local. La campaña de Obama lo único que tuvo que hacer fue recordarle constantemente a los votantes que Romney no estuvo de su lado en el difícil momento de la crisis.
Obama era un candidato débil porque la economía, pese a haber superado su peor momento, no terminaba de despegar y porque la retórica poética de la anterior elección fue remplazada por un lenguaje prosaico que no ofrecía un proyecto ilusionante para los próximos cuatro años. Pero, si Obama era débil, Romney lo fue más. Romney es un exitoso hombre de negocios, pero eso no es suficiente para llegar a la presidencia. Le faltó el carisma, y también la empatía: nunca conectó con las clases populares y se convirtió en el estereotipo del hombre rico desdeñoso de la plebe.
Las tendencias demográficas del país auguran buenos años para la coalición demócrata en Estados Unidos. Obama tiene tiempo para consolidar su legado: el plan sanitario y el control de la crisis económica son sólidos puntos de partida para su siguiente gobierno. Los republicanos, por su parte, tendrán que hacer un análisis profundo para ver cómo restructurarse. El país rechazó su discurso radical; insensible a las mujeres y a los gais, incapaces de articular un proyecto que incluya a las minorías, toca ver cómo expanden su electorado. No será fácil.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Flavio Machicado sostiene: la emisión de bonos en el mercado internacional, que fueron emitidos como una demostración de fuerza, prestigio, hasta vanidad y no una necesidad, que aparentemente no existe. En consecuencia, a través de estos bonos se endeudó al país innecesariamente o solo para probar que somos buenos pagadores, siempre y cuando sigamos teniendo elevados precios para nuestras materias primas durante los próximos diez años,

Como es tradición, la Fundación Milenio, que cuenta con la colaboración de la Fundación Konrad Adenauer, cada año nos ilustra con un examen sobre la marcha de la economía, abarcando los principales indicadores y sectores económicos. Sin embargo, me concentraré en torno a las preguntas de una interesante encuesta que me hizo una importante revista que, para el efecto, se concentró en torno algunos puntos específicos que me perecen interesantes reproducirlos en la presente nota, tomando en cuenta el mencionado informe.

Los tres aspectos más importantes que me parece que ocurrieron durante el 2012, por orden de importancia, fueron los siguientes: En primer lugar, la huida o retirada de la empresa de la India, Yindal, que no se fue de buena gana, dejando una estela de frustraciones respecto a nuestro futuro en materia de siderurgia. Está visto, que luego de medio siglo de espera, el actual Gobierno no fue capaz de llevar a buen puerto un contrato que lo inició y desarrolló desde un principio, por diversos factores, entre los cuales está el incumplimiento de las condiciones que estaban estipuladas por parte del Estado boliviano. 

En segundo lugar, la emisión de bonos en el mercado internacional, que fueron emitidos como una demostración de fuerza, prestigio, hasta vanidad y no una necesidad, que aparentemente no existe. En consecuencia, a través de estos bonos se endeudó al país innecesariamente o solo para probar que somos buenos pagadores, siempre y cuando sigamos teniendo elevados precios para nuestras materias primas durante los próximos diez años, lo que parece improbable. 

En tercer lugar, aunque subyace en la penumbra, el mantenimiento de la subvención del precio de los carburantes, que representa un fuerte impacto sobre la economía fiscal y una inadecuada forma de ocultar el costo real de nuestra economía, que en cualquier momento podría explotar, ajustándose para arriba todo el sistema de precios internos. Este es un elemento que contribuye a la incertidumbre y no a la certidumbre que es siempre un mejor posicionamiento de la economía en el mercado.

El hecho de pasar de la etapa de extracción de minerales a la de la metalurgia, representa un salto cualitativo para nuestra economía, no solo desde el punto de vista de la transformación del sector, sino de la posibilidad de un mayor aprovechamiento de los recursos naturales, ya que por falta de llegar a esta meta estamos perdiendo, desde hace mucho tiempo, otro tipo de minerales compuestos, de gran valor estratégico como el cadmio, el indio etc. que solo se los puede aprovechar mediante la fundición. 

Desde el punto de vista de su crecimiento, este año se estima que la economía boliviana crecerá a más del 5 por ciento , aunque menos que el año pasado, lo que constituye un buen nivel comparado con el crecimiento previsto para resto de los países de la región, excepto el Perú, que está por encima de nosotros. Sin embargo, lo que es más importante, es analizar cuáles fueron los sectores que más aportaron a este crecimiento, a fin de determinar si nuestra capacidad de producción se ha incrementado y no solamente otros sectores que miden la coyuntura como la intermediación financiera o comercial, el consumo u otras variables que si bien pueden determinar y, de hecho, contribuyen al crecimiento de la economía, no necesariamente significan un mejoramiento en su desarrollo y en el índice de bienestar de la población, lo que parece ser nuestro caso. 

En efecto, según el informe de Milenio, el sector que más contribuyó en el crecimiento de la economía es el financiero con una incidencia de un 1 por ciento , o sea, representando el 20 por ciento del crecimiento total, lo que está asociado a su crecimiento sectorial que fue del 8.3 por ciento . El segundo sector es el manufacturero, con una incidencia del 0.8 por ciento , en especial el de cemento, producto del boom de la construcción de viviendas, que sigue teniendo una dinámica muy propia de aquellos países donde se desarrolla el narcotráfico, como ocurrió en Colombia y México. En tercer lugar, está el crecimiento de la administración pública, con un 0.6 por ciento de incidencia, debido a su 6.8 por ciento de crecimiento, como consecuencia de su ensanchamiento. Es decir, en estos tres sectores se concentra casi la mitad del crecimiento de la economía, quedando por detrás los sectores productivos. La mencionada entrevista también estaba preocupada con el futuro, motivo por el cual se me preguntó respecto a las perspectivas de 2013 en adelante, a lo que mi respuesta se concentró en el hecho de nuestra tremenda dependencia de los precios internacionales, que coloca a Bolivia, como siempre, en el terreno de la incertidumbre. Pero también pueden ser muy peligrosos los actuales movimientos sociales que han colocado al sector minero en una posición negativa frente a la inversión extranjera y al cambio tecnológico, que es la única forma de hacer frente a las contingencias de un mercado que cada vez tiende más hacia un mayor desarrollo tecnológico, distinto a la economía minera del siglo pasado, y a la competitividad. 

Este es el caso del gas, que al haberse convertido en un commodity (mercancía), tenemos que competir con el mundo entero y de la producción minera en gran escala, que ya no puede ser a través del uso intensivo de la mano de obra, sino del capital. En consecuencia, no ingresar al mundo moderno puede convertir a Bolivia en un país cada vez más intrascendente, lo que plantea su necesaria, como rápida transformación, que al parecer no está en las perspectivas del inmediato futuro, porque carecemos de tecnología y de capital de riesgo.