Un presidente atrincherado en Bolivia
En febrero del año pasado, el presidente boliviano Evo Morales dijo que respetaría la voluntad de los electores después perder en un referendo que le habría permitido postularse para un cuarto mandato.
Casi un año después, Morales y sus aliados en el Congreso de Bolivia están planeando cómo extender su tiempo en el cargo. Morales, quien llegó a la presidencia en 2006, está a la mitad de su tercer mandato. Dice que tiene grandes planes para su país y que necesita más años para llevarlos a cabo. La verdad es que permitirle quedarse en el poder sería una afrenta a la voluntad de los votantes bolivianos y un paso en el camino de la autocracia.
Bajo la ley boliviana, los resultados del referendo deberían ser vinculantes. Morales dice que deben ser anulados por las autoridades electorales porque el referendo fue manchado por una campaña de desinformación que pretendía desacreditarlo. El mes pasado, el gobierno mostró en cines un documental hecho bajo encargo de este mismo, titulado El cartel de la mentira. En él se critica a los medios que revelaron que la exnovia de Morales había dirigido contratos estatales por millones de dólares hacia su empleador, una compañía china.
El escándalo fue emblemático de la corrupción y el amiguismo que ha empeorado la imagen que muchos bolivianos tienen de Morales. Pero, en vez de reconocerlo como tal, los aliados del presidente en el Poder Judicial mandaron a prisión a la mujer, Gabriela Zapata, en un intento de silenciarla.
El partido de Morales ha anunciado que estará en la boleta para la elección presidencial de 2019. “Si el pueblo dice sí, Evo seguirá con el pueblo para seguir garantizando la revolución democrática cultural”, dijo Morales a sus partidarios en un mitin en diciembre de 2016. Tal declaración despejó dudas sobre si pretende permanecer en el poder más allá de 2019.
Las autoridades electorales difícilmente harán caso al llamado de Morales de anular los resultados del referendo con base en la supuesta campaña de desinformación. Pero el congreso boliviano, dominado por el oficialista Movimiento al Socialismo, podría cambiar la constitución. De cualquier modo, el probable resultado —un nuevo mandato para Morales— sería malo para los bolivianos.
Morales ya ha estado en el cargo más tiempo que cualquier otro líder en el hemisferio. Sus políticas han transformado la estructura de poder al darle voz a la mayoría indígena y al reducir la pobreza. Pero su administración también ha sido golpeada por acusaciones de corrupción y criticada por cooptar a instituciones que son en teoría independientes, además, por acorralar a los medios. Es de esperarse que estas tendencias empeoren si logra quedarse más tiempo en la presidencia.
© 2017 The New York Times Company