LA
SIGNIFICACIÓN DE LA NAVIDAD
Cuando surgió el
chamán, el brujo curandero, se
inició en la caverna la aproximación humana con sus semejantes, emergió el
duende que se esconde en cada persona con la disposición de hacernos sintonizar
con las energías del universo; impulso que la ciencia nomina cosmovisión,
teovisión, innata fuerza espiritual que nos permite captar el pulsar del
corazón del otro, de la madre naturaleza y de la existencia de Dios.
En el hermoso camino de la existencia humana, la ciencia ha
descubierto lo siguiente: De la materia, en la concepción de Demócrito,
se llegó al átomo indivisible; del átomo a las partículas subatómicas; de éstas
a los paquetes de onda energética; de los paquetes a las super-cuerdas
vibratorias. De las super-cuerdas se llegó al conocimiento de que la energía se
organiza en campos y redes interconectadas. Que el universo no está hecho de
cosas sino de redes de energía vibratoria, las mismas que emergen de algo
todavía más profundo y sutil que es la fuente de donde emerge todo lo creado,
el llamado vacío cuántico, en inglés “Pregnant void“ o “Vacío preñado”, voz
contradictoria que representa la plenitud de todas las posibles energías y sus
eventuales densificaciones en la materia y en los seres. Es decir, la fuente
originaria de todo ser, algo anterior a todo lo que existe, antes del espacio-tiempo
y de las cuatro energías fundamentales. Los astrofísicos lo imaginan – nos dice
Leonardo Boff - como un especie de vasto océano, sin márgenes, ilimitado,
inefable, indescriptible y misterioso en el cual, como en un útero infinito,
están hospedadas todas las posibilidades y virtualidades de ser.
De allí emergió sin
que podamos saber cómo ni por qué, aquel puntito extremadamente lleno de
energía, inimaginablemente caliente que después explotó en el big bang, dando origen a nuestro
inmenso universo y todo lo creado. Ahí está DIOS, la ciencia lo señala como la energía originaria subyacente; es
la astrofísica en el camino de humanizar a Dios, ente patriarcal y maternal de
la creación universal.
Poetas
y científicos aseguran que somos polvo de estrellas. En ellas se encuentra nuestro origen, pues estamos hechos del mismo
material cósmico - insiste Boff - “Ellas
nos guiarán y nos harán brillar de nuevo, porque para eso aparecimos en este
Planeta, para brillar. Este es el propósito del universo y el designio del
Creador”. De Dios, indefinible, nació Jesús. Se hizo carne y alma
representativa hace dos mil años. Nació en un pesebre humilde, desnudo como
todos los niños de la tierra y se fue también desnudo como todos los muertos de
la tierra. Pero en su ciclo vital, cuánto mensaje constructivo dejó a la
humanidad: perdonar a los enemigos, ofrecer la otra mejilla, trascender en amor
a los semejantes, honrar a los padres y familiares, paz a la violencia,
humildad a la soberbia, bondad al odio y la inquina, fraternidad y nuevamente, amor
y más amor.
Los
contemporáneos de Jesús lo mataron muy joven, los actuales deicidas también
matan de hambre y queman niños con bombas teledirigidas desde el Imperio. Fedor
Dostoiesvski predijo “Todo el progreso del mundo no vale el llanto de un niño
hambriento”.
Que
el espíritu divino llegue a todos los rincones del planeta, a nuestra patria, a
nuestras familias y a la intimidad de todos los corazones. Que Dios y Jesús,
alojados en nuestra naturaleza íntima, dentro de la profunda trascendencia de la
materia y energía, organicidad y espíritu, nos prodiguen bendiciones.
Gastón
Cornejo Bascopé
Cochabamba-Bolivia
Diciembre
2015