La ley de la coca
Fue luchador indomable de su sindicato cocalero. Era la razón de su vida. Peleó con presidentes y ministros. Hizo frente a la Policía y al Ejército. Se enfrentó a la DEA y al Gobierno estadounidense, pero nunca pudo pelear la batalla final. La decisión de buscar la Presidencia nacional fue estrategia de lucha sindical. Necesitaba ganar definitivamente la lucha de su gente. Vivía en guerra permanente hasta que decidió conquistar el mismísimo sillón presidencial para que nadie pudiera interponerse en su camino. Solo desde Palacio cambiaría las leyes y decretaría la absoluta legalidad de la coca. Como casi todas sus batallas, Evo Morales ganó la elección presidencial.
Cuando lo vieron en Palacio, le encomendaron todas las revoluciones posibles. Tenía que implantar el socialismo en el continente. Debía asumir la bandera de la justicia y de todas las equidades. Tenía que ser modelo de honestidad. Su misión era transformar la Policía y cambiar la justicia. Le pusieron en bandeja la representación de los indígenas de todo el continente. Le encomendaron educación, salud, producción. A él le encantaron los retos. Tantas revoluciones eran un inmenso pedestal que lo encumbraba más aún y hacía imbatible su misión cocalera. Su pasión fundamental sería siempre la de los cocaleros de Chapare, pero aceptó el reto universal. No podía desvivirse por tanto cambio, pero era parte del encanto del poder.
Aceptó liderar a los indígenas que lo vitorearon desde el primer día. Se aferraron a él. Lo siguieron. Hasta que llegó el momento fatal. Los pobladores del Tipnis no cedieron gentilmente su territorio virgen a los cocaleros. En ese instante murieron liderazgos y amores. Ahí se desmoronó la cercanía y defendió a látigo la exigencia de sus bases de Chapare.
Nunca entendió del todo las otras revoluciones encomendadas. No comprendió los cambios que le pedían. En los palacios de justicia le fallaron sus amigos de poncho y de pollera y no supo qué más hacer. Le fallaron también los campesinos. Les entregó dinero sin límite y nadie pudo desenredar los senderos de desarrollo que habían emprendido. Regó de canchas de fútbol el país y dio bonos para todo, pero continuaban exigiéndole transformaciones y crecimiento. ¿Qué más pueden querer?
Ahora le piden que frene el cultivo de la coca. ¿No entienden que para defenderla está en la Presidencia? Solo por eso pisó la arena política. Esa es su lucha y el sentido de su Gobierno. Está bien que le encomienden tareas difíciles. Le encantaría hacerlo todo. Pero que nadie le pida decisiones contra sus cocaleros.
Cuando lo vieron en Palacio, le encomendaron todas las revoluciones posibles. Tenía que implantar el socialismo en el continente. Debía asumir la bandera de la justicia y de todas las equidades. Tenía que ser modelo de honestidad. Su misión era transformar la Policía y cambiar la justicia. Le pusieron en bandeja la representación de los indígenas de todo el continente. Le encomendaron educación, salud, producción. A él le encantaron los retos. Tantas revoluciones eran un inmenso pedestal que lo encumbraba más aún y hacía imbatible su misión cocalera. Su pasión fundamental sería siempre la de los cocaleros de Chapare, pero aceptó el reto universal. No podía desvivirse por tanto cambio, pero era parte del encanto del poder.
Aceptó liderar a los indígenas que lo vitorearon desde el primer día. Se aferraron a él. Lo siguieron. Hasta que llegó el momento fatal. Los pobladores del Tipnis no cedieron gentilmente su territorio virgen a los cocaleros. En ese instante murieron liderazgos y amores. Ahí se desmoronó la cercanía y defendió a látigo la exigencia de sus bases de Chapare.
Nunca entendió del todo las otras revoluciones encomendadas. No comprendió los cambios que le pedían. En los palacios de justicia le fallaron sus amigos de poncho y de pollera y no supo qué más hacer. Le fallaron también los campesinos. Les entregó dinero sin límite y nadie pudo desenredar los senderos de desarrollo que habían emprendido. Regó de canchas de fútbol el país y dio bonos para todo, pero continuaban exigiéndole transformaciones y crecimiento. ¿Qué más pueden querer?
Ahora le piden que frene el cultivo de la coca. ¿No entienden que para defenderla está en la Presidencia? Solo por eso pisó la arena política. Esa es su lucha y el sentido de su Gobierno. Está bien que le encomienden tareas difíciles. Le encantaría hacerlo todo. Pero que nadie le pida decisiones contra sus cocaleros.