A Ossio le tocó cumplir en varias etapas de la historia contemporánea del país un papel importante para la defensa de valores democráticos y humanistas, para consolidar la recuperación democrática del país y, en los últimos tiempos, para crear espacios de reflexión plural.
Junto a su activa vida política nunca abandonó la cátedra universitaria lo que le permitía estar siempre interesado en la evolución del pensamiento y del debate democrático.
También fue un católico militante, de aquellos que siempre estaban al servicio de su Iglesia, pero que tenía, por un lado, la capacidad de separar, por su adhesión democrática, su íntimas creencias religiosas de sus obligaciones de hombre de Estado y, por el otro, un amplio espíritu ecuménico. Ambos, cabe aclarar, antes de las lúcidas reflexiones del papa Francisco.
Con ese bagaje se puede comprender sus importantes aportes a la recuperación y consolidación de la democracia en el país. Entre ellos, su apoyo, como Vicepresidente de la nación, a la tarea de contar con un órgano electoral independiente de los partidos políticos y los poderes del Estado, conformado por personalidades de reconocido prestigio profesional y moral, fue decisiva. También dio impulso a la modernización del Poder Legislativo y a la reforma del Poder Judicial y el Ministerio Público, sentando las bases de un largo y complejo proceso que hasta ahora no termina.
Luis Ossio Sanjinés ha sido, pues, un ciudadano ejemplar y ha tenido una vida plena.
Paz en su tumba.