La gira internacional que hace en este momento el presidente Morales nos remite a ese primer recorrido que hizo por varios países del mundo ni bien resultó ganador en las elecciones de diciembre de 2005. Aquella vez vestía esa chompa a rayas que nunca más volvió a ponérsela y como ahora, fue bien recibido por los diferentes líderes, como corresponde a un planeta globalizado que promueve las buenas relaciones y la interdependencia.
Y no es que el Primer Mandatario no haya viajado en estos diez años, seguramente ha sido su principal actividad, pero esta vez es diferente, no solo por los objetivos que se plantea, sino también por la actitud que manifiesta y por eso es comparable a aquel viaje en el que se ganó el aprecio de todos por su sencillez, el discurso conciliador y sus promesas de cambiar Bolivia de la mano de los derechos humanos, la equidad, la inclusión y otros valores muy discutidos hoy.
La gira de Evo Morales comenzó en Nueva York y ya sabemos a qué fue y ahora está en Europa, donde ha sido recibido nada menos que por Angela Merkel, la líder más poderosa de Europa, la más exitosa y la única que ha podido sortear con fortaleza la crisis económica, gracias a su pragmatismo y a su alejamiento de las políticas paternalistas que han llevado a la quiebra a varias naciones, sin mencionar lo que ocurrió con Grecia, el ejemplo más patético.
Los agentes del proceso de cambio deberían responder ahora por qué ha tenido que pasar tanto tiempo para que se produzca este encuentro, aunque ir hasta Alemania es demasiado lejos, pues todavía está pendiente una visita oficial de Dilma Rousseff a Bolivia y principalmente, una entrevista con Barack Obama, que a saber de trascendidos diplomáticos, el gobierno boliviano ha estado gestionando con insistencia.
Claro, durante todo este tiempo, fueron más importantes las relaciones con Cuba, con Venezuela, con Libia, Irán, con naciones africanas, con aquella pléyade de dictadorzuelos que vinieron para la cumbre G-77, con grupos de dudosa reputación y con toda una serie de instancias estatales y no gubernamentales sin ninguna trascendencia para la vida de los bolivianos. Ni siquiera con China o con Rusia existe una agenda de cooperación sólida como la que siempre ha existido con Alemania, con Estados Unidos o con Japón y todos has sido asuntos de transacción comercial, compra de “cachivaches” y apoyo político, aspectos en los que los bolivianos hicimos el mayor gasto.
En este periodo Bolivia ganó notoriedad, pero lamentablemente ha sido a fuerza de lanzar dardos punzantes en todas direcciones, mantener una posición soberbia y desafiante en todos los frentes y en ocasiones hacer gestos inamistosos como la expulsión de ONG y agencias de cooperación, el retiro del embajador de Estados Unidos y el conflicto con la Embajada de Brasil, todos ellos absolutamente gratuitos y de alto costo para el país, puesto que de qué sirve la soberanía y la dignidad tan mencionadas si hoy estamos nuevamente de rodillas ante el mundo, pidiendo créditos, clamando por inversiones y exigiendo la cooperación de las potencias. Tal hoy sea tarde para volverse a poner la chompa a rayas.
En este periodo Bolivia ganó notoriedad, pero lamentablemente ha sido a fuerza de lanzar dardos punzantes en todas direcciones, mantener una posición soberbia y desafiante en todos los frentes y en ocasiones hacer gestos inamistosos como la expulsión de ONG y agencias de cooperación, el retiro del embajador de Estados Unidos y el conflicto con la Embajada de Brasil, todos ellos absolutamente gratuitos y de alto costo para el país