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viernes, 1 de febrero de 2013

grandioso monumento a la Madre de Dios. pone a Oruro en el plano mundial. se trata de la mayor estatua de la Tierra.



El Papa Benedicto XVI pide que la gigantesca imagen de la Virgen del Socavón, entregada este viernes, se perfile en el horizonte de Oruro "como Madre de todos aquellos que con noble y generoso compromiso buscan el desarrollo civil, humano y espiritual” de esta ciudad y del país en general.

Así señala el mensaje del Sumo Pontífice a través del Nuncio Apostólico en Bolivia, monseñor Giambattista Diquattro, bendiciendo y expresando su alegría por la imagen de la Virgen del Socavón encumbrada en el cerro Santa Bárbara de Oruro.
“Pueda este extraordinario monumento, cuya belleza y grandeza tienen desde ahora una resonancia mundial, fortalecer, desarrollar y confirmar en el corazón de todos los orureños el afecto filial a Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo, y Padre de toda la humanidad”.
Señala la misiva del Nuncio Apostólico al Obispo de la Diócesis de Oruro, monseñor Cristóbal Bialasik, señalando que el Santo Padre Benedicto XVI “me encarga comunicarle que ha sabido con mucha alegría de la Bendición” de la “monumental estatua”.

La imagen más grande de la Virgen María, 45 metros de altura, fue inaugurada este viernes, víspera de la fiesta de la Virgen de la Candelaria, Patrona de Oruro, en la advocación de la “Mamita del Socavón”.
“El Papa Benedicto XVI se complace en destacar que la solemne ceremonia de Bendición de la imagen” celebrada en el Año de la Fe, sea un instrumento  “para animar a toda la población cristiana de Oruro a ponerse al servicio de la difusión de la Palabra de Dios, que es Cristo”.
“La Virgen del Socavón, Madre de ternura, ayude a todos los cristianos de Oruro a guardar encendido en su vida el cirio de la fe a su Hijo Jesús, a quien Ella sostiene en sus brazos y que ofrece por la salvación de todo ser humano”, remarca. 

“El Sumo Pontífice goza de que la imagen de la Madre de Dios y de la Iglesia pueda en su majestuosa belleza y solemne grandeza delinearse en el horizonte de Oruro como Madre de todos  //JTI// 

lunes, 28 de enero de 2013

René del Barco un anestesiólogo de muchos conocido, nos atendió en dos ocasiones, sus méritos son muchos y su conducta relievada por Gastón Cornejo que operó sin cuenta con su colega y amigo del alma

Dejó de existir un caballero de honor, un laborioso ser humano comprometido con los requeridos de salud. Tenía sus años maduros y el cuerpo raído de tanto trabajar, sin medida, sin reposo; un típico labrador de actividades superiores en los quirófanos de Cochabamba.

Atesoraba una ejemplar hoja de vida. Estudiante de medicina y egresado en la Promoción 1951 de la facultad de San Simón donde se distinguieron médicos de connotado prestigio. Formado en Anestesiología en los EEUU de Norteamérica en el mejor centro quirúrgico, retornó a la Patria y a nuestro valle como un pionero de la anestesiología moderna y con él llegó el sofisticado equipo Drager que solamente él, junto al Dr. Jaime Rollano Uribe, supieron manejar en bien de todos los pacientes.

Conoció así, desde la década del 60 hasta el presente, dos generaciones de cirujanos en los distintos medios hospitalarios regionales, el hospital Viedma, las clínicas privadas, la CNS donde contribuyó a consolidar los fundamentos de la modernidad científica en el hospital No 2 de la Muyurina, luego en el Km 5, como jefe de Quirófano, y en todo lugar se distinguió como el mejor profesional en todos los sentidos. Jamás se encontrará otro médico tan laborioso, eficiente y generoso. Benefactor de gente humilde no le importaron jamás los “honorarios”, privilegiaba la prontitud del servicio, la calidad técnica de la anestesia adecuada a cada requerimiento y a la necesidad quirúrgica. Mientras desarrollaba todo un proceso cuidadoso de atención especializada, departía con los cirujanos animada y profunda relación humana. Así ganó la amistad y el afecto de todos los colegas que solicitaron su servicio, porque ingresaba a la intimidad del paciente, de los médicos actuantes, y con notoria serenidad los animaba a proseguir superando los problemas más difíciles. 

Hermano René del Barco, tendría que relatar miles de anécdotas, alegrías y tristezas fraternales, por eso canto con pesar tu despedida y el corazón también quiere partir contigo. Cuando se adelantó el otro hermano Carlos Cavero, no pudimos soportar los pesares de su entierro, y con Juanito Abujder, tú y yo apenados de infinito, decidimos alejarnos para beber sin medida en honor del muerto amado, tratando de olvidar la pena amarga y de ahogar en alcohol el odio a la disolución final de la materia. Hoy no existes tú, ni Juanito para repetir el mismo gesto; más, querido colega, ya estoy embriagado de tristeza y desfallezco de dolor espiritual por tu partida. Te evoco pleno, encantado, degustando la música selecta, entusiasta hasta el último recodo del camino, elaborando biografías médicas, recordando afectos, comprometido con el milagro de la vida; amando y admirando los triunfos de los tuyos. Finalmente, cumpliendo tu misión y expresando tu palabra sublimada. 

Porque te amé en la pureza de tu perfil de hombre maduro, en tus palabras de amistad selecta, en tu mirada verde oliva, en tu raíz humana, en tu ternura de bondad suprema. Es preciso decirte: ¡Hasta pronto! Estarás ausente, no muy lejano, pues queda tu alma vibrando entre nosotros, jugueteando en la intimidad de los coloquios, especulando crítico los yerros de la política doméstica, degustando relatos sabrosos de nuestra sociedad pacata. Te despido con el amor más cierto, aplaudiendo tu triunfo, René del Barco, proletario del quirófano, cruzado del amor, defensor del milagro de la vida, benefactor sublime. Descansa en paz.