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martes, 9 de noviembre de 2010

punto alto para la sinfónica nacional y Mozart

La última obra del célebre Wolfgang Amadeus Mozart llega al Centro Sinfónico Nacional. Se trata de Réquiem, “una misa, elaborada en forma musical”, cuenta David Händel, el director de la Orquesta Sinfónica Nacional.

“Mozart murió antes de poder terminarla y, tal vez, es una de sus obras más importantes”. En torno a ésta, explica Händel, “hay una pequeña historia y mucha polémica. Mozart tenía un contrato para hacerla. Cuando murió, su esposa, para poder cobrar, encontró a su alumno (Franz Xaver) Süssmayr, quien la concluyó, en base a los bosquejos que dejó Mozart, que sí logró terminarla hasta el tercer número de la misa”.

A partir de las 20.00 del miércoles, el público “podrá apreciar la magnitud sonora que implican las 160 personas en el escenario, entre dos coros, la Sinfónica Nacional y cuatro solistas”.

Los coros a los que se refiere el director son la Sociedad Coral Boliviana y Ad Libitum. Los solistas invitados son Katia Escalera, Paola Alcócer, Pablo Estrada y Gastón Paz.

Réquiem, una obra que dura algo más de una hora, se presentará desde mañana y hasta el sábado 13 de noviembre en el Centro Sinfónico Nacional (calle Ayacucho 366). Las entradas cuestan entre cinco y 70 bolivianos.

“Calma y mejora la retención de datos”

Tranquiliza y mejora las capacidades cognitivas. Éstos son sólo dos efectos de escuchar la música de Mozart. El diario The Press, de Nueva Zelanda informaba ayer que los comportamientos antisociales en la ciudad de Christchurch cayeron “en picada, desde que el mayor centro comercial decidiera emitir exclusivamente música clásica, como la de Mozart”. Desde que hace un año y medio los responsables del City Mall del lugar decidieron que los altavoces del centro comercial divulgaran música de los clásicos, apenas se registren altercados, según el matutino. La Policía aplaudió la iniciativa, por “los efectos tranquilizantes de la música clásica” en los comportamientos sociales de los habitantes del lugar.

De acuerdo con David Händel, se trata de la famosa teoría del “efecto Mozart”. Varios estudios revelan que la música clásica, como la de este compositor, “no solamente puede calmar, sino también (…) se han hecho estudios con grupo de control y se ha encontrado que en los chicos que estudian con música clásica de fondo, el nivel de retención de la información es muy superior a otros chicos que están escuchando otro tipo de música”.

lunes, 8 de noviembre de 2010

desilusión por el film de Pérez sobre el padre Espinal. (eju.tv)

Asistí a la proyección de la película-documental sobre Luis Espinal que dirigió el padre Eduardo Pérez.

¡Qué pena! Esperaba un documental sobre la vida de Luis Espinal, que hizo tanto en diversos campos: radio, televisión, prensa, cine, escribió libros, columnas de crítica de cine en prensa y radio, sermones en varias iglesias de La Paz y un libro de oraciones impresionante.

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Qué pena que toda esta vida no esté presente en el documental, dizque película, y sólo se lo vea al padre Pérez con unos mensajes sobreactuados, centrados en su propia persona, con imágenes mal iluminadas, mal realizadas y, con un gesto que debería ser con llanto, cerrar con una escena que no tenía el sentimiento necesario para generar una reacción profunda en los televidentes.

Qué pena que el documental-película sea más “Yo, el padre Pérez” y no el padre Espinal, que sí merece respeto de quien trata de mostrarlo al mundo como un hombre bueno, comprometido con la gente, con una visión cristiana del mundo diferente a la del presentador, que se olvida de valores tan profundos como la dignidad humana, presente en todos los mensajes del padre Espinal.

¡Qué pena! Los entrevistados hablan más de ellos que del padre Espinal. Carlos Mesa incluso no sabía si su programa en televisión era “En carne viva” en Bolivia o “Cuestión urgente”, en España. Este programa en Canal 7 fue censurado por su contenido en un Gobierno que se calificaba de izquierdista y Espinal incluso fue insultado y calificado de extranjero, pidiéndole que volviera a España a criticar a Franco.

¡Qué pena! Xavier Albó no tuvo tiempo para hablar de lo que realmente pensaba el padre Espinal, de lo que hacía, de su compromiso humano y cristiano con mucha gente; la sola alabanza no sirve.

¡Qué pena! Iván Canelas utilizó el recuerdo de Espinal para hacer propaganda para el Gobierno del MAS sobre racismo y discriminación. Qué pena que se olvide de que estuvo preso en el Gobierno de García Mesa por muchos meses sin el apoyo de sus actuales empleadores.
¡Qué pena! que Antonio Eguino resalte sólo una premonición que tuvo de la muerte de Espinal y no hable de las discusiones a fondo que tenía durante la elaboración del guión de la película Chuquiago, donde los puntos de vista sociológicos y cristianos de Espinal calaron hondo en el filme.

En fin, qué pena que la oportunidad de resaltar el pensamiento, la vida y la visión de un hombre de verdad se pierda en declaraciones forzadas, mal actuadas y superficiales buscando sólo proyectar la imagen del director de la obra y no de quién era, se supone, el centro del documental-película: Luis Espinal.

¡Qué pena!

Enrique Eduardo. Fuente: Página Siete