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sábado, 23 de abril de 2011

El cardenal Julio ha exclamado Basta ya de tanta maldad entre hermanos!

Ambos prelados se refirieron a la inseguridad ciudadana en el país, mencionando la trágica muerte del periodista David Niño de Guzmán Velasco, Jefe de Prensa de la Agencia de Noticias Fides (ANF).  "Tenemos que estremecernos frente a la forma y la manera con que se ha eliminado a este hermano periodista allí en La Paz", señaló el cardenal Terrazas en las exhortaciones de Viernes Santo en Santa Cruz.

El mal comportamiento de los seres humanos, el ataque al hermano debe terminar, pues con cada mala acción se contribuye al sufrimiento de Jesús, señaló este Viernes Santo el Arzobispo de La Paz.

"En estos momentos queremos también estremecernos frente a la noticia de esa familia que ayer fue violentamente eliminada en la carretera", señaló el Arzobispo de Santa Cruz.

"Tantos crímenes, tanto mal, tanto egoísmo, tanta maldad en la relación de unos y otros", reclamó el Arzobispo de La Paz al interpelar por el "tan poco respeto a los hermanos sencillos a los hermanos pobres", por la "tanta búsqueda de acumular o riquezas, honores o poder".

"Nos unimos pues al dolor de los hermanos y hermanas, dolor que sufren en este día y en estos días. Nos unimos para decirles que la muerte no es la última palabra, la muerte es el espacio para la auténtica vida y así despertaremos esa esperanza que tanto necesitamos en nuestros días", puntualizó el Cardenal.

"Tanto desprecio a la vida de los inocentes, de esos seres humanos antes de haber nacido", remarcó monseñor Abastoflor al señalar que "todo ese mal ha ido aumentando el sufrimiento a Jesús".

El Arzobispo de La Paz pide a los fieles, a los seres humanos en general examinar la actitud de cada uno y cómo se ofende al Señor a "ese Dios que ha puesto el mundo en nuestras manos y nos ha puesto aquí en este tiempo".

Ya en el Antiguo Testamento, el profeta "que siglos antes" de la llegada del Señor, escribió "lo que va a sufrir el Siervo de Yavé" y luego y "es Jesús que piensa en los años, en los cientos, miles de años después", "pensemos que somos nosotros los que le estamos provocando todo ese sufrimiento de todo ese dolor".  

"El Señor ha venido para redimir, para cargar en sus espaldas todo aquello que nosotros merecíamos". "El señor ha venido a mostrarnos con su propia vida cómo debe ser la vida de seres redimidos por el Señor", remarcó monseñor Abastoflor.
ANF

martes, 19 de abril de 2011

Carlos Sarabia. Alcalde de la Primera Feria de Cbba.
Lo que no apunta el cronista Rocha Monroy es que hubo una etapa previa. la concepción. la creación del comité IV Centenario que asumió la puesta en marcha de la Feria Internacional.


Alfonso Rojas Moncayo recuerda a 1974 como un año terrible, pues las obras comenzaron en marzo y debían fatalmente concluir en octubre. “No hubo otro caso, recuerda, de nueve empresas trabajando simultáneamente con 600 personas que se movían como hormigas en lo que iba a ser el campo ferial.”
El paso siguiente fue la importación de toda la planta ferial de Argentina. El gestor de la importación fue el empresario argentino don José Savelón, y consistió en dos pabellones que actualmente existen, con cables subterráneos instalados por primera vez en el país. Fue asimismo la primera vez que se aplicó iluminación a gas mercurial. Entre los empresarios que destacaron por su apoyo generoso y sin condiciones, los pioneros recuerdan a don Raúl Artero, propietario de Femco, que se encargó de la iluminación.
Rojas Moncayo recuerda que no había condiciones de trabajo, pues el agua potable había que llevar desde la ciudad, y se trabajaba en tres puntas, alumbrándose de noche con mecheros y lámparas.
La vía de acceso era el problema siguiente, pues sólo llegaba al Country Club y faltaba trazarla y asfaltarla en todo el actual Circuito Alalay, para permitir un acceso fluido al campo ferial. Pero una circunstancia propicia se añadió a otras casualidades:
Según recuerda Rojas Moncayo, la Empresa Bartos había adquirido maquinaria que debía cumplir cierto recorrido para cumplir los requisitos exigidos por el seguro; de esta manera, los ejecutivos de la constructora accedieron a construir gratuitamente el circuito, y el Alcalde Carlos Saravia Goitia pagó el combustible y los salarios de los operadores. El circuito era un camino ripiado que había que regar constantemente para que los vehículos no levantaran polvo, y así se conservó por muchos años hasta que fue asfaltado.
La construcción del campo ferial fue una auténtica epopeya que demandó jornadas redobladas de trabajo y la inquietud constante de no poder construir un sueño tan acariciado en un plazo tan corto.
Faltando días para la inauguración, no se habían instalado las luminarias; esos y otros detalles obligaban a la postergación del evento. El tendido del cableado eléctrico estuvo a cargo de don Federico Diez de Medina, en un plazo impostergable de 215 días, con la colaboración estrecha de personal de ENDE. Para Todos Santos se encendió la luz de la feria, tres días antes de su inauguración, en medio de un grito de gerentes, técnicos y trabajadores como si Wilstermann hubiera metido un gol, según recuerda Rojas Moncayo, quien asimismo destaca el gran impulso que dieron al proyecto don Humberto Coronel Rivas y Fernando Cabrerizo Ríos. El trabajo de las nueve empresas constructoras, que apoyaban con sus propios recursos en la edificación de obras anteriores y posteriores a la primera feria, contó con la supervisión de don Federico Almaraz, quien trabajaba las 24 horas.
De este modo, gracias al tesón de los fundadores, la feria se inauguró con todo éxito en noviembre de 1974.
Hugo Galindo, Roberto Peña y Alfonso Rojas Moncayo, en tertulia con el Cronista de la Ciudad, recordaron con entusiasmo de estudiantes las peripecias que rodearon la concepción, creación y consolidación de nuestra feria internacional.

lunes, 18 de abril de 2011

LOS MUESTRAN COMO HÉROES EN LA REALIDAD SON ASESINOS. MATARON A MEDIANOCHE


La Policía no debería prestarse al juego del Gobierno en el caso Rózsa, pues podría tratarse de una trampa. El Ministerio que conduce Sacha Llorentty acaba de condecorar como héroes a los miembros de la UTARC, la unidad que participó en la masacre del hotel Las Américas del 16 de abril de 2009, en la que murieron ejecutados tres ciudadanos europeos. El régimen de Evo Morales busca cómo sumar actores a este show perpetrado por los servicios de inteligencia gubernamentales, que hasta ahora no ha hecho más que sembrar dudas y sumar sospechosos dentro del mismo Estado Plurinacional, comenzando por el presidente Morales, quien admitió públicamente que fue él quien dio la orden de tirar a matar aquella fatídica madrugada. El juicio que se ventila en Cochabamba no es más que una pantomima en la que el bufón número uno, el fiscal Marcelo Soza, está haciendo el ridículo con pruebas inventadas un sinfín de evidencias ignoradas a propósito, para tratar de esconder el papel que cumplieron sujetos como Clavijo y Núñez del Prado, funcionarios del Ministerio de Gobierno. El verdadero proceso judicial en torno a este caso se llevará a cabo algún día pero será en estrados judiciales internacionales. A la Policía le conviene aclarar las cosas antes de aceptar presentes griegos como el que le acaban de otorgar.
 

domingo, 17 de abril de 2011


sobre la construcción del orden. del pacto social. del respeto a la ley. Carlos Mesa

No cabe seguir en el engaño. La enfermedad del país es profunda y muy grave. No se cura con declaraciones retóricas ni con una mecánica democrática que sólo araña la superficie. La pesadilla del desorden como parte de nuestra vida es una realidad.
La construcción del orden es quizás en la Bolivia del siglo XXI la tarea más importante que debemos encarar, y a la vez en la que hemos fracasado de manera más estrepitosa.
En los tiempos románticos de la Revolución, aquellos del Che y del mayo francés, la idea del orden era en sí misma un anatema para cualquier joven inflamado de progresismo y empapado de un concepto, el del cambio. Se luchaba contra un orden reputado de conservador, de inmovilista, de disfraz para preservar los intereses de los opresores, un mecanismo que permitía que unos pocos vivieran a costa de muchos.
Cuando, ya en democracia, surgió un imparable movimiento contrario al poder establecido, se cantó a la Revolución a través de una entelequia fascinante, la de los “movimientos sociales” que como ángeles de justicia aparecían serpenteantes por los caminos de Bolivia. Las masas iban a imponer el verdadero cambio, el de la inclusión, el de la igualdad, el del orden de los que habían esperado por siglos la hora de la justicia.
Quienes creyeron entonces que había que defender al costo que fuera el orden democrático vigente, fueron arrasados por esas masas tras una acción represiva desmesurada que dejó una profunda herida en el país.
Se plantó así la inmensa bandera del cambio, de la “revolución” en democracia. Ese pendón flameó con toda la fuerza de la esperanza y el radicalismo de quienes llegaban para transformarlo todo (por enésima vez en nuestra historia).

Había que destruir el pasado, no dejar piedra sobre piedra del edificio construido por quienes representaban un pasado negativo y corrupto.
Lo que en la superficie parecía tan evidente, dejaba de lado, como tantas veces antes, el verdadero meollo de la cuestión. Para construir cualquier sociedad, en cualquier dirección, sobre la premisa que sea, es indispensable primero haber construido un pacto esencial, el que permite a los ciudadanos comprender que nada es posible si no se aceptan como buenas unas determinadas reglas de convivencia. Esas reglas no son otra cosa que la ley. ¿Qué ley? Aquella que el pueblo organizado se da a sí mismo a través de quienes lo representan. La premisa de oro de esa regla es que todos quienes la han promovido, aprobado y en consecuencia aceptado, están dispuestos a acatarla.
No sólo eso, también aquellos que siendo minoría no la comparten o incluso la rechazaron en su momento, dadas las condiciones previamente acordadas, también están dispuestos a acatarla. Para que eso ocurra tiene que haber algo fundamental, una conciencia trabajada en el tiempo, mediante la educación, mediante la práctica diaria, mediante el ejemplo, mediante el mecanismo de prueba y error, y mediante la experiencia de sus resultados.
Hoy comprobamos que Bolivia nunca construyó realmente una idea universal y creíble de la ley. Los pocos esfuerzos realizados en el tiempo pecaron de una mirada elitista primero y voluntarista después. El esfuerzo por construir y fortalecer instituciones fue tardío y se desmoronó ante la avalancha del espejismo de la democracia de las calles.
La mayor ironía es hoy que quienes llegaron al poder desde las calles, encumbrados en buena medida por su olímpica negación de un orden, forjados en las marchas, en los bloqueos, en la dictadura brutal de los activistas sobre el común de los ciudadanos, no sólo no fueron capaces de construir un nuevo y profundo orden “revolucionario”, sino que son amenazados por el mismo circuito de sinrazón, violencia y desprecio, no por un orden determinado, sino por cualquier tipo de orden.
El ejemplo, la educación, la práctica y los resultados obtenidos, han ido exactamente en la dirección contraria a la de cualquier sociedad organizada con un mínimo de racionalidad. La actitud soberbia de pisotear la ley, la que esos mismos “movimientos” vitorearon en su día, se campea todos los días. Lo que vivimos en una determinada coyuntura temporal nos puede llevar al error. La explosión de protestas callejeras, más allá de las razones que las motivan, no es una excepción, es parte de una terrible regla a veces soterrada a veces terrible, pero siempre cortada por el mismo patrón. La ley no se cumple, se negocia, el pacto social ni existe ni existió, fue simplemente un sainete. Peor que eso, se desmorona también la idea de la legitimidad de quienes gobiernan. No hay legitimidad refrendada por el voto que resista este desorden crónico, esta patología que confirma la profunda anomia de la sociedad boliviana, una situación que amenaza con convertirse en un verdadero freno para concebir un futuro, no este futuro propuesto desde el poder circunstancial, sino cualquier futuro.
No cabe seguir en el engaño. La enfermedad del país es profunda y muy grave. No se cura con declaraciones retóricas ni con una mecánica democrática que sólo araña la superficie. La pesadilla del desorden como parte de nuestra vida es una realidad.
O plantamos democracia en las mentes de nuestros hijos, o simplemente tendremos que aceptar este delirio ciego de un camino a ninguna parte.  
 
El autor es expresidente de la República