Mónica Olmos protesta con razón porque algunos padres de familia se oponen tenazmente al ingreso de chicas al colegio Bolivar donde ninguna mujer ha pasado clases. Mónica lo hace con un tono subido de indignación y se expresa algo crudamente con figuras prácticas quizá hirientes para algún varón.
Cuando pensábamos que estas barbaridades habían sido superadas, nos golpea la realidad: una sociedad que vive en la ignorancia, la superficialidad, la vanidad, el sexo, la incoherencia, la deshumanización… la estupidez
Jueves 7:30. En dos horas debo enviar esta nota al periódico. Anoche terminé un artículo bajo el título “Busco sexólogo”; relataba mi conflicto existencial en relación a la oferta de “damitas de compañía”; damitas que ofertan sus cuerpos tiernitos, apretaditos, jugositos, pechugoncitos, nalguditos; damitas que alquilan sus delgados, altos, esbeltos, jóvenes y blancones cuerpos; damitas a toda pose, full anal, oral profundo y otras fantasías de aquellos caballeros (para ir a tono con las damitas) que no se “conforman” con la señora que tienen a lado, señora de cuerpo gordo, estriado, pechos caídos por haber alimentado a los hijos “del caballero” y que sólo sabe la pose mamá-papá.
Decidí cambiar de tema ante la ira que me provoca la irracional protesta de un grupo de padres y madres del colegio Bolívar por el ingreso de 10 niñas a dicho establecimiento educativo. Este hecho, aparentemente increíble en pleno siglo XXI, es nomás aparente porque refleja la ignorancia e inmadurez de una sociedad hipócrita que dice respetar los derechos de las personas en el marco de la igualdad de género, pero que sigue anclada en el peor y más oscuro pasado machista.
¡Carajo que somos hipócritas! La verdad está ahí, en la puerta del colegio Bolívar donde un grupo de adultos niega educación a 10 mujeres. Quisiera escuchar los argumentos: “distraerán a nuestros hijitos”, “echarán a perder el nivel académico”, “seducirán a nuestros sementalitos”. Convocarán a una asamblea para tratar el tema y discutirán si las mujeres tienen el derecho, el honor, el privilegio de educarse en un colegio tradicionalmente de varones. Analizarán los pros y los contras. Inaceptable desde todo punto de vista señoras y señores. ¿Qué creen que somos las mujeres? ¿Y qué creen que son sus hijitos?
Cuando pensábamos que estas barbaridades habían sido superadas, nos golpea la realidad: una sociedad que vive en la ignorancia, la superficialidad, la vanidad, el sexo, la incoherencia, la deshumanización… la estupidez.
Y siempre con el sentimiento de la mea culpa —con el que vivimos las mujeres— me pregunto: ¿qué hacemos mal?, ¿nacer sin un pene colgando que nos otorgue mágica y naturalmente el poder del poder, el poder de la decisión, de la fuerza, del derecho, de la educación?
¿Tendrán la culpa las “damitas de compañía” que nos hacen quedar tan mal; tendrán la culpa las presentadoras de televisión que antes de poder leer la realidad se ponen el escote y la mini más indecentes para estar “presentables”; tendrán la culpa las pocas políticas que andan gritando en el Parlamento sin que nadie las escuche; tendrán la culpa las periodistas que publican “las 7 poses más excitantes para atraer a tu hombre”; tendrán la culpa las inteligentes mujeres que a toda costa quieren sentirse iguales a los hombres; tendrán la culpa las madres que no dejan que sus hijos varones laven su plato y tiendan su cama; tendrán la culpa las mujeres que se “revientan” en indignidad el jueves de Comadres; tendrán la culpa los papás que regalan de fiesta de 15 dos tetas de silicona a su princesita; tendrá la culpa la publicidad que emplea a la mujer de infarto para vender cerveza, condones y repuestos?
Necesitamos reflexionar para que los padres del colegio Bolívar no crean que las mujeres somos dos tetas y una nalga; que se enteren que somos seres humanos capaces de ser y de dar tanto como sus amados hijos.
La autora es comunicadora social
La autora es comunicadora social
molmitos2010@gmail.com