Mauricio Aira
Nació en Cochabamba en la década de los 60 merced a
los sacerdotes del Maryknoll que propagaron el movimiento desde Santa Ana de
Cala Cala a todo el país. Apareció en un momento del reinado de la usura y la extorsión,
mostró sus virtudes y fue aceptado en todos los niveles sociales, a partir de
las parroquias católicas que se convirtieron en animadoras del sistema. Con el
paso del tiempo frenó la usura al conceder préstamos con intereses bajos y
estableció el control democrático en todas las fases del movimiento hasta
convertirse en el más organizado y expeditivo de Bolivia.
Mediante estatutos claros y relativamente simples con
dos consejos básicos el de Administración y el de Vigilancia las cooperativas
han crecido de tal manera que varias de ellas han sido, son los motores del
progreso social y económico en las ciudades del eje central, a lo largo de su
más de medio siglo de existencia. Del movimiento de ahorro y crédito surgieron
otras de servicio como Comteco, de producción como Coboce, de captación de
ahorro con fines de desarrollo como los Fondos de la Comunidad.
No obstante el movimiento ha sufrido serios percances.
El primero fue el D.S.21060 que al devaluar la moneda en relación al dólar
castigó el ahorro popular de forma drástica. El segundo el auge de las
inmobiliarias que se dieron a la tarea de captar recursos con el atractivo de
altos intereses, los relocalizados de la minería confiaron sus finiquitos o
parte de ellos a firmas como FINSA, ORCOBOL, SAN LUIS (SC) y otras que
haciéndose llamar “cooperativas” no son otra cosa que captoras del circulante
que terminan en estafas piramidales (definición de ASFI) que se engullen todos
los ahorros e inversiones.
La intermediación financiera no estuvo regulada hasta
la reforma a la Ley de Bancos en 1993, estableciendo entre otras cosas la supervisión
de la superintendencia de bancos también en las entidades financieras y
cooperativas, con el encaje legal extensivo a las cooperativas y que podría
cubrir un eventual quiebre de la entidad.
Es aquí donde ASFI acusa fallas graves. Si bien pudo
detectar como parte del delito económico, la captación mediante ofertas
fantasiosas, casa propia, coche propio e intereses altos, no tuvo la fuerza
para clausurar estas entidades, que es cierto ya habían involucrado a
muchísimas personas como es el caso de San Luis de Santa Cruz, con 21 mil
socios, 10 mil de ellos pasivos que esperan por igual la devolución de sus
aportaciones, lo que no podrá asegurar ASFI por cuanto jamás hubo el control
del encaje legal, San Luis se les fue de las manos y el drama que hoy viven sus
asociados es comparable al que sacudió a la sociedad cochabambina con el
escándalo de FINSA (1980 – 1991) con miles de víctimas que vieron esfumarse los
50 millones de dólares que nadie sabe dónde están.
ASFI está realizando esfuerzos para disolver San Luis
de manera ordenada, aunque ha prevenido que tan solo 24 cooperativas de Ahorro
y Crédito cumplen con la norma y el resto de 60 o más están en la zona de
peligro, por lo que ha cundido el resquemor y la desconfianza. Será útil que
ASFI intensifique su campaña de clarificación y seguimiento de la adecuación a
la norma. Un movimiento vigoroso, notable, de positivo accionar como el del
Ahorro y Crédito tiene que funcionar con todas las garantías de la Ley de
Bancos y con el mínimo de daño económico para las familias ahorristas incultas
en materia bancaria o de los procedimientos “inteligentes” de las estafas
piramidales.