Sobre todo es la derrota de la lucha contra el racismo porque Gabriela no es la única masista que se tiñe el cabello y se modifica el cuerpo para no parecer lo que es (como) las otras Gabrielas que ponen a sus hijos en colegios de gringos o los mandan a Europa con el sueño de que dejen de ser indios, de que sean “karas”, lindos, ricos y muy rubios
La derrota del Movimiento al Socialismo (MAS), de sus actuales dirigentes políticos y sindicales, no es tanto el torrente de los votos por la opción NO del próximo domingo 21, sino, e irreversiblemente, la derrota de la utopía que representó hace 10 años para miles de bolivianos y latinoamericanos. Es la derrota del llamado Hombre Nuevo por la Mujer Nueva, aquella que simboliza el derroche, el racismo exacerbado al punto de rechazar el propio origen, la sumisión de la hembra al macho, la izquierdista que busca enriquecerse a como de lugar y con los símbolos más evidentes del decadente capitalismo.
La derrota profunda del MAS no es la pérdida de sus plazas fuertes como La Paz o El Alto, sino la derrota de varias generaciones que se nutrieron con ideas de lucha armada, de revolución, de instrumento político, de cambio…, desde los años 60, la resistencia a las dictaduras de los 70, la desilusión por el fracaso de la socialdemocracia, la sobrevivencia en los años neoliberales, los siempre listos para la guerra que ahora saben que una cirugía es más poderosa que la pertenencia étnica.
Es la derrota de aquellos que apostaron por una izquierda diferente, austera, con una forma de vida cotidiana acorde con las necesidades básicas, igualitaria, contraria al derroche y al consumismo, y que ahora sabe con más certeza que todos los signos que aparecieron en esta década y que se negó a verlos porque le decían que era propaganda de la CIA son terriblemente reales: el amor de los nuevos ricos por el lujo, sean cocaleros, loteadores, dirigentes del Fondioc, líderes de movimientos sociales, adolescentes amorosas.
Es la derrota del indigenismo que en sus inicios construyó un imaginario del originario, andino o amazónico, honesto, casi puro, conservador de la tradición, de la familia, del respeto intergeneracional. En 10 años, como NUNCA, NUNCA antes, por primera vez- como gusta decir el MAS- hemos visto escenas escabrosas de alcohol, sexo, drogas, chantajes involucrando a funcionarios públicos de alto rango.
También los marxistas están derrotados porque su teoría indicaba que los procesos históricos no dependen de una o dos personas, pero ahora el MAS apuesta a cargar con un tinte mesiánico todo el peso en los hombros de un individuo y su partener como los iluminados del siglo; firman la carta exministros, exdirigentes sindicales comunistas, exactivistas que hasta hace tan poco defendían la independencia de clase de los mineros, de la Central Obrera Boliviana.
Pero sobre todo es la derrota de la lucha contra el racismo porque Gabriela no es la única masista que se tiñe el cabello y se modifica el cuerpo para no parecer lo que es, ya lo hizo la esposa del expresidente de YPFB, las otras Gabrielas que ponen a sus hijos en colegios de gringos o los mandan a Europa con el sueño de que dejen de ser indios, de que sean “karas”, lindos, ricos y muy rubios.