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jueves, 9 de junio de 2011

estamos viviendo una situación en que el Gobierno quiere "mandar todo al diablo"


Cuando este Gobierno manda al diablo las cosas no anda con medias tintas. Ha mandado al diablo a la democracia y ahí va, encañonando a alcaldes y conduciéndolos como si fueran asaltantes o violadores a las celdas de la Policía. Está dispuesto a mandar al diablo a la justicia con esa estrafalaria elección de autoridades llena de prohibiciones y dobleces que no impedirán la consumación del escándalo. Y con la legalización de los autos “chutos”, no son sólo la economía y la legalidad a las que está mandando al mismísimo diablo, sino al sentido común, a la decencia y a la propia vergüenza, cuyos peores enemigos ya no disimulan su abierta defensa del contrabando y consolidan una bancada legislativa que representa a esa Bolivia profunda, compuesta por ayllus que protegen a los narcotraficantes, “narcocomunidades”, “chuteros”, contrabandistas y toda la gama de informalidad e ilegalidad que consolida “el cambio” en el país.

El presidente Morales también ha mandado al diablo al medio ambiente y con él a la pose de protector de la “madre tierra” que durante varios años estuvo tratando de venderle al mundo. Ya era una tremenda incoherencia querer aparentar como un ecologista y al mismo tiempo respaldar la destrucción de bosques que supone la explosión de los cultivos de coca y el consiguiente boom del narcotráfico que contamina los ríos y que ha penetrado parques naturales. Recientemente el régimen gobernante ha autorizado la construcción de la carretera que unirá el Chapare con el Beni, atravesando el parque Isiboro Sécure donde viven varias comunidades indígenas que reclaman por el daño que ocasionará la autopista a su hábitat.

El Gobierno acaba de declarar estado de emergencia en Tarija por el desastre ecológico del río Pilcomayo, un problema que durante años estuvo ignorando y que dejó en manos de las comunidades chaqueñas, las únicas que hicieron reclamos y representaciones internacionales por algunas obras realizadas en territorio argentino y que han ocasionado la escasez de peces que alimentan a decenas de pueblos ribereños de este importante afluente que corre el riesgo de secarse por completo.

Con el caluroso recibimiento que le brindó el Gobierno al ministro-terrorista Ahmad Vahidi, mandó al diablo su imagen internacional y ha comprometido seriamente la relación con países vecinos. Este incidente obligó a Bolivia a bajar de tono en la reciente Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), escenario en el que supuestamente debía reposicionar la demanda marítima, reclamo que quedó en un simple cacareo quejumbroso por falta de apoyo internacional. Chile, en cambio, consiguió consolidar su tesis de la bilateralidad y al mismo tiempo, dejar en claro que no está dispuesto a seguirle la corriente a las poses desafiantes de los bolivianos que terminaron desvaneciéndose frente al mundo.

Es obvio que de esta forma, el “cambio” que prometía el Estado Plurinacional ha ido desvirtuándose en una macabra metamorfosis que amenaza con degradar la integridad moral de todo el país. Resulta que ahora, para poder sobrevivir, para no ser perseguidos y para poder “vivir bien”, los bolivianos tendremos que mandar al diablo a las leyes y a las prácticas de convivencia civilizada y manejar nuestros negocios y relaciones en base a los nuevos paradigmas establecidos por esta “revolución cultural”.

Con la legalización de los autos “chutos”, no son sólo la economía y la legalidad a las que está mandando al mismísimo diablo, sino al sentido común y a la propia vergüenza, cuyos peores enemigos ya no disimulan su abierta defensa del contrabando y consolidan una bancada legislativa que representa a esa Bolivia compuesta por ayllus que protegen a los narcotraficantes,   “chuteros” y toda la gama de informalidad.

miércoles, 8 de junio de 2011

OPINION reclama en forma enérgica por soluciones ante el inminente aumento del caos vehicular por la Ley de Evo legalizando el contrabando


El caos se extenderá y será mayor en toda la ciudad. 

Las autoridades deben pensar en soluciones porque el problema será muy grave para las actividades cotidianas.
La mayoría de los criterios de expertos y de ciudadanos coinciden en expresar que la nacionalización de miles de vehículos motorizados que se acogerán a la Ley de Amnistía, ocasionará una serie de problemas en el ya conflictivo parque vehicular en las ciudades del país.

No hay duda que un aumento de vehículos, que se prevé circularán por las calles de la ciudad de Cochabamba y de otras del eje troncal, causará un mayor congestionamiento y problemas para las personas que caminan por calles, avenidas y plazas.

En lo que respecta a la ciudad de Cochabamba, que en términos de proximidad nos interesa, se tiene que empezar a encontrar soluciones ante semejante problema y las autoridades del municipio, de Tránsito y de la misma gobernación, deben asumir el problema en busca de alternativas.

El actual tráfico de vehículos en la ciudad ya es casi demencial y se agrava mucho más en el centro de la ciudad. El problema puede ser analizado desde dos referencias concretas: una, evidentemente el aumento de vehículos y la pésima planificación en cuanto a la circulación de los mismos y la otra, una especie de “cultura” de la gente que conduce motorizados que buscan llegar al punto de sus diligencias, trabajo u otros compromisos en sus vehículos, es decir todos quieren confluir en el centro de la ciudad, donde siguen desarrollándose las principales actividades políticas, administrativas, judiciales, de comercio, abastecimiento y hasta educativas. El proceso de descentralización de la ciudad ha marchado durante los últimos años de manera muy lenta y por ello mismo, además de esa mentalidad que se resiste a caminar algunas cuadras para realizar sus actividades, casi todo se concentra en el casco viejo de la ciudad.

Cochabamba y los cochabambinos estaremos dentro de poco ante un problema de enorme magnitud concerniente a la circulación de vehículos por las calles y al derecho que tienen las personas de transitar con un mínimo de seguridad para su integridad física y de condiciones ambientales más o menos adecuadas.

Aunque no existe un censo reciente sobre el número de motorizados que circulan por la ciudad, se conoce que por los menos 144 mil movilidades salen a diario a las calles, si sobre este número se añaden otras 30 ó 40 mil, es fácil colegir que el actual problema que enfrentan los cochabambinos todos los días en las calles será insoportable.

¿Qué harán las autoridades ediles ante el problema que se presentará en poco tiempo más en la ciudad? ¿Existen planes, aunque sea a nivel de perfil de proyecto, para enfrentar la situación? Tienen que hacer algo, porque quedarse de brazos cruzados esperando resultaría una actitud irresponsable ya que los problemas por muy complicados que sean deben ser enfrentados con la debida anticipación.

Las autoridades deben estar conscientes que el caos de vehículos en las arterias de la ciudad, ya no sólo en las centrales, se extenderá a casi toda la ciudad agobiando la vida de los cochabambinos y el ejercicio regular de las actividades cotidianas de las personas.

Habría que empezar a pensar en soluciones aunque sean parciales, como restricciones de circulación de vehículos mediante el número de placas como ocurre en La Paz y otros países, limitar el ingreso de vehículos públicos a calles céntricas, habilitar áreas de estacionamiento, reorganizar las líneas de transporte y otras medidas que deben ser desarrolladas por especialistas. 

martes, 7 de junio de 2011

inteligente editorial pregunta qué podemos esperar de Humala? (El Día.SC)


Decisión inteligente fue la del presidente salvadoreño, Mauricio Funes, quien tomó distancia del chavismo ni bien fue elegido, en marzo de 2009, cuando el proyecto “gran nacional” liderado por Hugo Chávez aún estaba en expansión y gozaba de cierto crédito internacional. Los sucesos de junio de ese mismo año en la vecina Honduras le dieron ampliamente la razón y hoy, el mandatario, que optó por seguir los pasos del brasileño Lula da Silva, se felicita una y otra vez por su determinación, que no sólo se ha evitado una crisis como la que vivieron los hondureños, sino haber convertido a su país en un estado-delincuencial como sucede con otro integrante del vecindario,Nicaragua.

Si Ollanta Humala, flamante presidente electo de Perú, tomara esa misma decisión en este momento no sería señal de inteligencia, sino de un elemental sentido de supervivencia política que le evitaría a él y a su país el acelerado deterioro que están sufriendo hoy todos los países que forman parte del grupo del ALBA, cuyos fracasos no sólo pasan por la incapacidad de gestión, el descalabro económico, el estrepitoso fracaso de los experimentos estatistas y el resquebrajamiento del tejido social, sino porque hoy, todos esos proyectos políticos están fuertemente implicados en el narcotráfico, el terrorismo, el armamentismo y la adhesión a bloques fundamentalistas que ponen en riesgo la convivencia pacífica en la región.

Humala es, además, un ganador de segunda vuelta, su fuerza en el Congreso es limitada y depende de alianzas que deberá ir tejiendo con fuerzas políticas con las que no guarda afinidad ideológica. Será prácticamente imposible para él seguir el librero chavista que se impuso en Bolivia y en Ecuador con asambleas constituyentes y una serie de reformas destinadas a la búsqueda de la hegemonía y la perpetuidad.

El ex militar peruano puede optar por el método de la fuerza y la montonera para acaparar el poder, una estrategia que se ha aplicado sistemáticamente en Bolivia. Los sucesos violentos del 2009, en Baguá, con un saldo de más de ochenta muertos y los recientes episodios de Puno, donde hubo saqueos, enfrentamientos y un bloqueo que cerró la frontera durante casi un mes, son señales por demás elocuentes de que Perú puede ser el caldo de cultivo ideal para el rebrote de la violencia y el terror que durante varias décadas agobiaron a ese país. La ciudadanía no toleraría un retorno a las épocas de Sendero Luminoso y el MRTA, grupos terroristas que han encontrado receptividad en los últimos años en Bolivia, donde el régimen conducido por Evo Morales ha estado tratando de contribuir a la inestabilidad en el territorio vecino.

Con todo esto, no se puede garantizar la inocuidad de Humala y menos cuando está demostrada su sumisión al padrino venezolano, quien ha hecho onerosos aportes a su campaña y obviamente ahora pretenderá imponer su agenda. Se esperan fuertes remezones en la limitación de las libertades y garantías ciudadanas, un apego por el armamentismo que podría causar turbación en vecinos como Chile y Ecuador y por supuesto, la puesta en marcha de medidas económicas de corte colectivista que amenazan seriamente al “milagro peruano”, caracterizado por un fuerte crecimiento económico, boom de las inversiones y una gran apertura al comercio exterior. Humala ha asegurado que nada de esto va a ocurrir. Sólo hay que mirar a Bolivia para darse cuenta de lo que es capaz un aventurero.

Se esperan fuertes remezones en la limitación de las libertades y garantías ciudadanas, un apego por el armamentismo que podría causar turbación en vecinos como Chile y Ecuador y por supuesto, medidas económicas de corte colectivista que amenazan al “milagro peruano”, caracterizado por un fuerte crecimiento económico, boom de las inversiones y apertura al comercio exterior.