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viernes, 20 de junio de 2014


al diario Los Tiempo se suma El Deber

resquemor por la cesasión de pagos de Argentina

nadie puede pensar si deja de comprar GAS 


La expectativa que provoca el Mundial de fútbol no ha logrado eclipsar las preocupantes noticias que llegan desde Argentina acerca de la deuda externa que tiene ese país, el segundo más importante comprador de gas natural boliviano. La Corte Suprema de Estados Unidos falló a favor de las empresas que adquirieron los papeles de la deuda argentina y que no se acogieron a los esquemas de renegociación propuestos por el Gobierno de la señora Cristina Fernández de Kirchner.
Como consecuencia de ese fallo, Argentina se encuentra en la difícil situación de pagar hasta fines de este mes unos 15.000 millones de dólares, monto que representa la mitad de las reservas del Banco Central argentino. Las protestas del Gobierno argentino aludieron al hecho de que el pago de un monto que equivale a la mitad de las reservas sería un absurdo, pero los acreedores no parecen dispuestos a impresionarse por este tipo de alusiones y esperan que se les pague.
Un informe del Financial Times, de Londres, dijo que en medio de las protestas, la Casa Rosada no ha aclarado cómo piensa cumplir con el compromiso de pagar el 70% de la deuda de 100.000 millones de dólares renegociada en 2001 y 2005.
La situación argentina sigue reflejando los coletazos de la crisis que nació en Asia en 1997 y que llegó a nuestra región a principios de este siglo y provocó en Bolivia sacudones políticos que llegaron a cambiar gobiernos. El problema actual de Argentina es que se trata del segundo más grande comprador de gas natural boliviano, que paga alrededor de 192 millones de dólares por mes, aunque últimamente estaría arrastrando una mora de varios meses, según dice la carta informativa Siglo 21.
Las crisis argentinas son cíclicas y llegan cada 15 años, según dicen los expertos, y lo que producen en Bolivia son sacudones en los precios importados, pero a veces, como en 1993, provocan dificultades para el pago de exportaciones bolivianas.
Habrá que esperar que esta vez la crisis argentina no tenga repercusiones perjudiciales para la economía boliviana, pero que, sobre todo, no se refleje en el rezago en los pagos por el gas natural. Si las autoridades bolivianas no han informado nada sobre los pagos por el gas natural, querrá decir que Argentina está pagando puntualmente. De lo contrario estaríamos ante una situación preocupante.

miércoles, 18 de junio de 2014

discurso cansino y pachamámico. titula Ovidio Pozo al speech de Evo en "la cumbre" previamente cuando preparaba el evento, que le costó variados millones de dólares al Tesoro de Bolivia y le sirvió de plataforma electoral.

La obsesiva cultura del  espectáculo, del presterío, del carnaval, del Dakar, de la Copa del Mundo y ahora del G77, tiene tan entusiasmado al Presidente Plurinacional y su equipo, que no deja tranquilo su avión personal de cuarenta millones de dólares, volando  de aquí para allá, buscando donde hay fiesta, cámaras, protagonismo; quemando los dólares y contaminado el espacio aéreo.

De paso por Bolivia (vino de la inauguración del Mundial de futbol en Brasil), presento algunas ideas iniciales para el documento de la cumbre del G77; como siempre: antiimperialismo discursivo y pachamamismo; de valores que se enuncian pero que se incumplen de manera flagrante y abusiva.
Hablo de “el equilibrio entre los seres humanos”, olvidándose que en ese momento estaban cambiado los nombres de los Salones de la Feria Exposición donde se realiza la Cumbre, por respetables nombres incaicos en su espacio geográfico y cultural, pero que impuestos abusivamente echan por tierra eso del “equilibrio”; equilibrio entendido como respeto entre los seres humanos. Luego insiste con ese gastado “acabar con el imperialismo y capitalismo, los enemigos de la humanidad”. Lo que es una aberración, pues nunca antes en Bolivia se practicó un capitalismo tan desbocado y salvaje como se lo hace ahora, sin control ni respeto, por nada ni nadie, sin considerar ninguna ética y ninguna ley.
Ni que hablar del  eslogan “vivir bien” y “transitar desde el paradigma del Desarrollo Sostenible al del Desarrollo Integral para Vivir Bien, en el equilibrio y armonía con nuestra Madre Tierra”, cuando vimos apalear a los indígenas en el TIPNIS para abrir una nueva carretera que permita seguir talando los bosques y sembrando coca, y que luego se continúa con la contaminación de los ríos y acuíferos por los químicos, precursores, de la cocaína; sin mencionar la violencia y muerte que esta acarreando el narcotráfico.
Tampoco olvidamos ese capitalismo salvaje de la minería ilegal, que destruye la topografía, los cursos de agua y  agujerea por todos lados el cuerpo de la pachamama; con peligro para todo ser viviente, que si no muere desbarrancado, lo hace envenenado con mercurio y arsénico; los químicos que usa esta minería irresponsable y contaminante.
Es el mismo discurso del régimen cocalero, que se viene repitiendo desde hace ocho años y que para justificar el extractivismo de los recursos naturales, proclama: “por encima del derecho humano es más importante el derecho  la madre tierra”. Totalmente demagógico, porque los derechos ecológicos, ambientales y humanos, no son excluyentes sino complementarios y forman parte de un todo; del sistema ecológico del planeta tierra, la pachamama, gaia.
Adoptando demagógicamente una pose indigenista, decía hace poco: “debemos debatir cómo implementar el llamado socialismo comunitario, cómo recuperar las formas y vivencias de nuestros antepasados en colectividad, en comunidad, no solamente solidarios con el mismo ser humano sino vivir en armonía con la Madre Tierra, ese debe ser el próximo debate”. Como si apoyar a los indígenas fuera volver al pasado utópico; al contrario nuestra obligación como sociedad y como Estado es mejorar las condiciones de vida de toda la población usando la ciencia, la técnica. Debemos tener en cuenta que la población del país supera los diez millones de habitantes y ya no estamos hablando de pequeñas comunidades rurales, sino de grandes conglomerados urbanos, que demandan más trabajo, agua, comida, energía, servicios integrales y para ello nuevas formas de producción.
Es importante lo que se dice, pero es más relevante lo que se hace y lo fundamental, es que lo bueno que se diga no debe quedar en mera palabrería. Los gobernantes deben entender que lo que la gente ve y siente, son los hechos y no los discursos y que a las personas se las valora por sus hechos, no por sus palabras o sus promesas. Dice el evangelio cristiano, que recoge un profundo saber popular:
Mateo: 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Cógense uvas de los espinos, ó higos de los abrojos? 17 Así, todo buen árbol lleva buenos frutos; mas el árbol maleado lleva malos frutos. 18 No puede el buen árbol llevar malos frutos, ni el árbol maleado llevar frutos buenos. 19 Todo árbol que no lleva buen fruto, córtase y échase en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis. A buen entendedor...pocas palabras.

domingo, 15 de junio de 2014

Carlos Mesa bien entendido en las faenas futbolísticas, pone "el dedo en la llaga" y denuncia la tiranía de la FIFA que impone reglas, muy suyas en contradicción con las de países que acogen sus campeonatos. "menos mal que surgen protestas" como las de Brasil que está develando la asombrosa realidad detrás de este deporte.

Comienzan por fin a levantarse voces contra la tiranía mezcla de espectáculo y religión, que pretende seguir portando una carta blanca para hacer y deshacer a su antojo con un objetivo evidente, llenar sus arcas de millones con una avaricia que hace palidecer al más avaro. Una tiranía que, sin olvidar la belleza mágica del fútbol como deporte-arte, hay que combatir
Es una marca transnacional, su sigla es FIFA (Federación Internacional del Fútbol Asociado). El fútbol trasciende desde hace mucho tiempo el mero entretenimiento. La genial y terrible premisa romana de panem et circens cobra en el siglo XXI mayor fuerza que nunca y el hecho que la retrata mejor es sin ninguna duda este deporte. Nunca en la historia humana un acontecimiento vinculado exclusivamente al entretenimiento ha llegado a tener tal trascendencia. El fútbol se ha apropiado de la vida de la mayor parte de las naciones, se ha convertido en un hecho social de primera importancia, tiene connotaciones políticas significativas, en más de un caso se ha convertido en el único elemento de unificación de algunas sociedades, se ha transformado en una cuestión de orgullo nacional, genera grandes euforias y terribles depresiones, para millones de personas es mucho más que un deporte, es una pasión, un rito, una religión (la palabra la uso con plena conciencia de su significado), con sus dioses, sus oficiantes, sus fieles y sus catedrales. El fútbol debe dejar de tomarse como algo poco serio. Es una de las cosas más serias de nuestra vida colectiva.
La percepción del potencial que ese fenómeno tenía, vino de la mano de la revolución de los medios por la vía de los satélites y las transmisiones televisivas con cobertura planetaria. El salto comenzó a darse en los años 70 del siglo pasado con Joao Havelange entonces presidente de la FIFA. La visión sagaz, la revolución tecnológica y sobre todo la escasez de escrúpulos, convirtieron a la FIFA en un imperio que poco después –suele pasar con los imperios– devino en una tiranía. La Federación, una institución sin fines de lucro (sí, ríanse, pero es verdad) se las ingenió para convertirse en un súper Estado basado en un bien imbatible, la fe ciega de sus fieles. Eso le permitió poner literalmente las condiciones que le dio la gana a todos los países del mundo. Si una Federación de Fútbol quiere ser parte de la FIFA se atiene a sus reglas y a su jurisdicción, y acepta no someterse a la de su propio país. Si un país quiere organizar la Copa del Mundo acepta las reglas de la FIFA, que incluyen, por ejemplo, liberarla de impuestos en sus operaciones y aceptar vulnerar las leyes del país, como autorizar el expendio de bebidas alcohólicas en los estadios durante el campeonato (condición de una cerveza auspiciadora). Acepta además los “estándares” FIFA en los estadios mundialistas, sus accesos, vías de comunicación, capacidad de transporte y aeroportuaria, etc., etc. No sólo eso, acepta para la comercialización de productos bajo el sello FIFA no sólo el derecho exclusivo de marca, sino la limitación del uso de determinadas palabras o ritmos musicales de patrimonio popular que por un tiempo determinado están prohibidos en el país anfitrión o en las proximidades de los estadios mundialistas.
Esta locura se ha visto expresada en el Mundial de Brasil que ha gastado 11.000 millones de dólares para organizar la justa internacional, de los que menos de la mitad se pueden considerar inversiones de largo plazo y de beneficio colectivo. Estadios como el Maracaná cuya remodelación (¡La tercera en 20 años!) costó más de 500 millones de dólares, o la construcción de otros nuevos en ciudades como Manaos o Brasilia a costos superiores a esos 500 millones para la disputa de ¡4 y 6 partidos respectivamente!, expresan el despropósito. Campos que no servirán para otra cosa que para caerse en pedazos o costar una fortuna en mantenimiento.
La FIFA maneja el balón y hace jugar a todos a su ritmo. Ritmo que conduce a darle la sede de la Copa 2022 a Catar en plena época de verano con temperaturas que se acercan a los 40 grados. Sobre la decisión hay ya graves acusaciones de gigantescas coimas por parte del país beneficiado. Ritmo que impone un calendario futbolístico internacional que está destrozando a jugadores que por muy atletas de alta competición que sean, no resisten más de 60 partidos de alta competición antes de llegar al Mundial; lo prueban las lesiones, muchas de ellas crónicas, que enfrentan varias superestrellas. Ritmo que se traduce en una danza de los millones que hace que los pases de las deidades futbolísticas gire entre los 80 y 120 millones de dólares. Los países, más de uno en seria crisis económica, viven una burbuja de la desmesura que distorsiona la realidad, confunde a los jóvenes y trastoca completamente los valores individuales y colectivos.
Pero ante esta obscenidad comienzan por fin a levantarse voces contra la tiranía mezcla de espectáculo y religión, que pretende seguir portando una carta blanca para hacer y deshacer a su antojo con un objetivo evidente, llenar sus arcas de millones con una avaricia que hace palidecer al más avaro. Una tiranía que, sin olvidar la belleza mágica del fútbol como deporte-arte, hay que combatir.

El autor fue Presidente de la República.
http://carlosdmesa.com/