Parece que la conspiración contra el proceso de cambio no se limita a las fronteras bolivianas. En realidad, las siniestras fuerzas de la reacción se dispersan por el mundo entero: los países vecinos, Europa, el “imperialismo norteamericano”…
Chompita que inspiraba lástima. Hoy inspira odio |
Tal sería la interpretación oficial/oficialista sobre la concesión de asilo brasileña al senador opositor Roger Pinto, el pronunciamiento del Parlamento de Hungría por las violaciones a los derechos humanos en el Estado Plurinacional, las críticas de un congresista norteamericano por los atropellos al debido proceso…
El mundo entero parece haberse confabulado contra la gloriosa “revolución democrática y cultural” que encabeza el hermano Evo Morales. Seguro es cosa de la derecha.
Sin embargo, la tesis tropieza con la terca, con la porfiada realidad: en el caso del Brasil, se trata de un gobierno controlado por la izquierda, por el Partido Trabalhista. En el de Hungría, de un pronunciamiento de los cinco partidos con representación parlamentaria en ese país, abarcando un completo arco de izquierda a derecha.
Queda, entonces, la dura realidad: el consenso de los actores democráticos de esos países de que en la Bolivia gobernada por Evo Morales no se están respetando las libertades republicanas.
La imagen romántica del “primer presidente indígena de Bolivia”, de chompa rayada e ideario progresista-ecologista, se derrumba.
Y lo que queda es la inexorable verdad: la del gobernante cocalero que aspira a la perpetuación indefinida en el poder, mediante una combinación entre fuerza y engaño…
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