Mauricio Aira
Los bolivianos
vamos camino de “el cabreo”, el hartazgo, el cansancio en un largo sendero
llamado “del cambio” que no termina nunca y van 10 años. Apelamos como siempre
a la doctrina, a la historia para volver al presente, a la descarnada realidad
de sofistas y demagogos que abruman.
Esto sucede
cuando el mayor sofista, autonombrado vocero del empirismo político acepta la
democracia como única manera de alcanzar el poder y el éxito social
convenciendo mediante palabras y discursos asignándose el rol educacional que
caracterizó a los sofistas de la Grecia de los 400 a.C. prohibidos como estaban
de participar en política, resistidos por los conservadores y de las viejas
formas como oligarquía y monarquía. Desarrollaron entonces teorías como el
relativismo, el escepticismo, el convencionalismo y el empirismo a las que
Platón se opuso. Nuestro sofista repite
que no existen verdades absolutas y que siempre éstas son relativas, o ponen en
cuestión o incorporan dudas porque reconoce que las instituciones y las leyes y
la moral son producto de convenciones válidas para un momento dado, que es “bueno
y justo” lo que el pueblo así lo considera.
Durante
estos ya largos años del evismo, el número dos ha venido confundiendo a muchos
y sin duda impartiendo consignas sobre la manera de actuar primero de los
funcionarios que al parecer le obedecen al pie de la letra, a su militancia, y
simpatizantes. El último sofisma guarda relación con el concepto “reelección”
que por acomodo político mediático cambia a “repostulación”, sin embargo de no
haber clarificado qué es lo que defiende o critica, si acaso del poder político
se trata.
Anota Alberto
Ponce Fleig “recurrir al apoyo de ciertos grupos de interés y apelar a su masa
puede constituir un éxito momentáneo, a tiempo que será la semilla de su
próxima decadencia, perpetrando su propio suicidio. Mientras existan oídos para
la música celestial que entona el paladín con poder seductor que puede mover
los pies de la multitud, tratará de convertirse en un sargento instructor que
desentona al gritar órdenes a sus subordinados. Cuando la música desafina,
empiezan a vacilar los bailarines y se producen pisotones que persiguen
remediar mediante latigazos”.
Se puede leer
en “la vida de los sofistas” cómo devino su rol en “asalariados de tribunales y
asambleas populares” al de maestros sofistas que mediante la retórica o el arte
de la palabra trepaban en la escala de poder siempre y cuando respondiendo por
la paga de los poderosos contuvieran a las masas distorsionando los hechos. Curioso,
entonces 450 aC. , como en nuestros días estos, sirven como oportunistas al
mejor postor, al poner sus conocimientos a la venta, argumentan ante los
massmedia propiedad del Estado para que el ciudadano apruebe o rechace su
voluntad, deviene entonces en un embrión del demagogo que aparecerá más tarde.
Platón y Aristóteles se oponían rotundamente a trasmitir sus conocimientos para
obtener dinero. Disfrazando la mentira en verdad, el engaño en retórica. Después
de los filósofos, profundos buscadores de la verdad, los sofistas descendieron
en un escaño. Siendo extranjeros (de la
Grecia antigua, claro) se les asigna la educación que distorsionan al
convertirse en asalariados, porque no creían en el ideal de la verdad absoluta
y priorizaban el concepto de utilidad, enseñando la virtud como la capacidad de
ser eficaz en materia política. Platón criticaba a los sofistas por su
formalismo y sus trampas dialécticas, pretendían la virtud que con tan solo el
discurso retórico no puede ser relevante. Con las palabras se puede envenenar y
embelesar con razonamientos engañosos. Si
la persuasión no está al servicio de la verdad sino de los intereses del que
habla, el filósofo diría que los sofistas buscaban la “captura de las almas” en
el más moderno tiempo diríamos “el lavado del cerebro”.
El sofista mayor busca posicionar el término “re
postulación” para enmascarar el intento de re-re-reelección de SE y, presumimos, también de sí mismo en la
vicepresidencia. Realiza mítines con sus “movimientos” les instruye hablar de re
postulación en lugar de reelección, acto seguido exclama “son las bases que
piden el cambio de la terminología” clara maniobra para eludir el rechazo masivo
a la reelección.
La dialéctica usada por el MAS puede ser
impecable, razonada, doctrinal, elegantemente dicha por su vocero vicepresidencial
destinada a convencer, aunque es indudable que cada vez más se está pasando por
encima de lo tolerable dominado por la pasión contra el adversario. Retórica convertida
en un sofisma cualquiera. Más aún en demagogo que manipula los sentimientos del
ciudadano mediante el halago fácil y la promesa sin base para convencerle de la
conveniencia de aceptar un programa político o un concepto determinado.