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miércoles, 25 de enero de 2017

tres acciones, el autor Jaime D`mere nombra como "tres golpes" en contra de los trabajadores ejecutados por "el proceso de cambio" y que afectan directamente sus intereses. interesante el texto que propone el periodista

El proceso de cambio, una cursi idea de propaganda política tomada por el masismo de los moldes mercantilistas, ha propinado tres duros reveses a los trabajadores  en lo que va de la semana. El más reciente; la determinación del Gobierno de disponer de los dineros ahorrados por los trabajadores y jubilados en las AFP, hasta 150 millones de dólares para crear un Fondo Agropecuario.

La idea de prestar dinero de los trabajadores con intereses no es mala, ya que se trata de una operación financiera que podría fortalecer los fondos de pensiones. Lo perverso es la intención oculta, más visible para todos; el proselitismo. La intención, sin desparpajo, de vincular la creación de ese Fondo, igual que el Fondo de Desarrollo Indígena, a propósitos enteramente políticos. A ganar adeptos dentro el sector de la oligarquía cruceña, donde hay una fuerte debilidad y resistencia a la re-re-re-repostulación de Morales y compañía. El propósito es estrictamente proselitista y económicamente de alto riesgo.

Que recuerde,  el sector agropecuario de Santa Cruz, la oligarquía ante todo, de por vida es beneficiaria del Estado de toda clase de facilidades. Hugo Banzer dilapidó las arcas del Estado de un periodo de corta bonanza, en créditos a los agropecuarios cruceños, hasta liquidar el Banco Agrícola de Bolivia.

Hacer campaña con dinero ajeno es de pervertidos, de arbitrarios y prepotentes, que no respetan la propiedad ni los intereses privados. Hay sobrada razón para las movilizaciones de trabajadores contra ese despropósito gubernamental.

El otro golpe, es aquel que el proceso de cambio ha propuesto ante el Tribunal Constitucional, de aplicar cartas de despido a los trabajadores, bajo el rótulo de preaviso. No hay duda que se trata de un mecanismo, curiosamente planteado por el Ministerio de Trabajo, para justificar el despido de obreros de sus fuentes laborales. Cualquiera sea la justificación o los méritos que se atribuye a esa intención, afecta la estabilidad laboral, alienta los despidos, con el ello la desocupación y el aumento de la población sin trabajo fijo.

El tercer golpe que enfrentan los trabajadores, es la tozudez del Gobierno de designar a un cuestionado ciudadano en funciones jerárquicas de mando y administración del sistema de seguro de salud. Otra arbitrariedad, ya que la Caja de Salud, es también una entidad que funciona con los aportes de los trabajadores y en la que sus tuisciones son antes que las del Gobierno.

Así marcha el proceso de cambio, mal entendido, desdibujado que no permite las estrategias de una verdadera transformación de los procesos sociales, laborales, de las personas, ante todo para reorientar el logro de sus objetivos, que son mínimos como el derecho a la vida con dignidad, libre de prepotentes actitudes, de colonialismos internos.

Un proceso de cambio ocurre de forma muy eficiente si todos están comprometidos con él. En tanto, para que las personas se comprometan, ellas no pueden ser atropelladas por el proceso, como si fueran algo lejano del mismo, porque no son. El cambio ocurre a través de las personas. Y, para que se considere a las personas como parte del proceso de cambio es necesario conocer sus valores, sus derechos, sus comportamientos, su libertad.

lunes, 23 de enero de 2017

Agustin Echalar recuerda el 2006 cuando "muchos simpatizaban con Evo" el primer indio en alcanzar la Presidencia" que sucediera en Tiahuanaku espacio arqueológico importante de una cultura andina innegable, luego vendría el auge y la danza de los millones, uno podía pensar en que Tiahunaku sería grande, pero no sigue hoy igual que antes. el mus para Evo, su ego, sus preferencias en lugar de la grandeza de lo autóctono...linda lectura de sueños que no alcanzaron la realidad porque Evo privilegió otros intereses





Tiwanaku, 11 años después


Hace 11 años, el 21 de enero de 2006, tuvo lugar una  apoteósica unción de Evo, el día antes de que se convirtiera en el último presidente de Bolivia. Ese día llegó mucha más gente que la del Dakar y verdaderamente el mundo puso sus ojos en  Bolivia y, de verdad, muchos potenciales turistas pensaron en venir a ese exótico país que tanta simpatía inspiraba. La noticia era enorme,  Evo Morales era el primer indio boliviano elegido para ser presidente del país.  Su Vicepresidente declaraba conmovido que su máxima aspiración había sido acompañar a un indígena en su llegada al poder. La ceremonia, un tanto improvisada, no dejó de tener colorido y magnificencia, y aunque yo no participaba de la algarabía, estaba contento con esa reivindicación indígena. 
Que esto sucediera en Tiwanaku, la cuna de una de las culturas pilares del mundo andino y el espacio arqueológico más importante de Bolivia me conmovía. Auguré para esas ruinas un futuro promisorio, inversiones sólidas para las excavaciones y para su conservación y,  ante todo, una revalorización del  espacio, porque a fin de cuentas Tiwanaku rimaba perfectamente con el rostro indígena del momento político. 

Luego vino el boom económico, la danza de millones y la posibilidad de hacer lo que antes nadie se permitía soñar. Por ejemplo, invertir unos digamos cuatro millones de dólares en un museo del legado tiwanacota, construir un espacio de atención a los visitantes, con restaurantes, reproducción de edificios y lugares de descanso.

Uno podía imaginarse que la piedra angular para la recuperación de la mística indígena podría ser Tiwanaku y ahora era cuando, y había con qué. 
Once años después, Tiwanaku  sigue igual que antaño. Han cambiado una infografía a la que ridículamente han añadido el satélite Túpac Katari y un retrato de Evo.  En 11 años de un bienestar económico inimaginable, el primer  Presidente indígena electo  ha mandado a construir un museo en homenaje a sí mismo, en un lugar al que sólo irán delegaciones de estudiantes obligadas, y ha ninguneado  el más importante sitio ritual que jamás hubo en los andes bolivianos.  Cabe preguntarse ¿cuán genuinamente indígena se puede ser y mantener una indiferencia tal hacia las propias raíces?

El aymara no ha sido ajeno a mis oídos desde pequeño,  las radios transmitían en ese idioma temprano en la mañana. También crecí escuchando  los encendidos discursos de Barrientos en quechua  y la idea de conservar los idiomas indígenas siempre me ha parecido primordial. Ese era un tema de la reforma educativa "neoliberal”, la cual ha sido el último intento serio de hacer algo por la educación primaria en este país. También pensé  que el momento había llegado y me imaginé una Bolivia, en 2016, donde el bilingüismo sería parte de un cotidiano enriquecido.

 Me imaginé llegando a La Paz en un avión y teniendo explicaciones en castellano, en inglés y en aymara, y  llegando a Cochabamba en vez de aymara en quechua. Claro que iba a ser caro, pero eso es parte de consolidar la identidad del país. Me imaginé un parlamento con traducción simultánea  y, claro, me imaginé una internet con diccionarios de las distintas lenguas, con portales del Gobierno, no en todos los 36 idiomas oficiales, pero en los cuatro más extendidos. Nada de eso hay.  

Hay leves esfuerzos en hospitales y en algunas reparticiones administrativas. Las exigencias a los funcionarios públicos respecto a dominar dos idiomas oficiales se parecen a las inspecciones de Tránsito que se hacen a los coches que circulan por las calles de La Paz.

No hay una sensación de que lo indígena hubiera florecido estos años, no hay un premio de literatura en idioma oficial no castellano, ni uno a películas rodadas en esos idiomas. No hay revalorización de las culturas originarias.
No, García Linera no acompañó a un indígena en su asunción al poder, se sirvió de la imagen de lo indígena para llegar con una camarilla al poder.

Agustín Echalar Ascarrunz es operador de turismo.

domingo, 22 de enero de 2017

resumen que ofrece Los Tiempos del discurso de más de 4 horas pronunciado por Evo (muy mala lectura, con notables errores en las cifras y confusión de temas) temas que preocupan como la carencia de Agua, los peculados y las estafas al Estado, no han sido tocados. "estamos en jauja" un tono que distorsiona una realidad abrumadora.


El presidente Evo Morales preside la celebracion del aniversario del Estado Plurinacional. | ABI
El presidente Evo Morales preside la celebracion del aniversario del Estado Plurinacional. | ABI

Morales justifica su continuidad indicando que hizo más que 64 presidentes

LA PAZ | 

El presidente Evo Morales inauguró el año 11 de su Gobierno indicando que hasta ahora hizo más que los 64 presidentes juntos que le antecedieron durante la época republicana, por lo que destacó su continuidad.

Según dijo, con su llegada al Gobierno, las mujeres, los indígenas y los jóvenes pudieron acceder al poder porque durante la vida republicana estaban predestinados únicamente para votar.

Pero, sobre todo, destacó la inestabilidad política que caracterizó a los gobiernos de la República, a comparación a los 11 años continuos que él lleva en el poder.

"En la República, en 180 años, promedio de duración de un Presidente era de dos años. Que podía planificar, qué podía organizar el Estado (...) En nuestra gestión ya estamos 11 años. La estabilidad, la continuidad había sido tan importante para planificar, invertir y que un país salga adelante", dijo el Mandatario, que pretende postular a un cuarto mandato el 2019, aunque la Constitución se lo prohíbe.

"No somos ciegos para no ver ni sordos para no escuchar como algunos países han garantizado la estabilidad y la continuidad", indicó ante la Asamblea Legislativa que escuchó su discurso-informe.

Insistió que "los gobiernos republicanos eran inestables, tenían bajos porcentajes de legitimidad social como producto del sistema político excluyente, por la desigualdad económica y social, así como la subordinación a intereses extranjeros".

En cambio, destacó que "en 11 años del proceso de cambio, se garantiza la estabilidad política a partir de la legitimidad, de la inclusión de la mayoría nacional, en el ejercicio de la representación, la adopción de políticas públicas de reducción de las desigualdades económicas y sociales y la recuperación de la soberanía económica e independencia política del Estado boliviano".

Morales hizo su comparación con 83 presidentes, de los cuales, según relató, 37 subieron al mando por golpe de estado, sin embargo, datos históricos recogidos por Carlos Mesa indican que antes de Morales, Bolivia tuvo 64 presidentes y 85 gobiernos.

Morales hizo un repaso por diversos ítems para demostrar que su Gobierno es el mejor  de todos los que tuvo la historia de Bolivia.
Empezó hablando de la participación democrática, ítem en el que dijo que durante los últimos años de la República, había cero o una que otra mujer entre los 27 senadores, mientras que actualmente hay 17 mujeres y 19 hombres en la Cámara Alta.

En Diputados señaló que contando titulares y suplentes, las mujeres superan en número a los hombres.
En toda la República, según dijo, hubo 23 ministras, mientras que en sus 11 años de Gobierno hubo 47 mujeres en el gabinete.
También destacó la participación de los jóvenes que antes  no podían votar sino desde los 21 años y solo podían acceder a una diputación desde los 25 y a una senaturía desde los 35, en cambio ahora, pueden hacerlo desde los 18. También destacó la participación  indígena de su Gobierno.
Sobre la democracia participativa señaló que en  180 años hubo dos referéndums, mientras que en sus 11 años ya se celebraron 47 referéndums entre nacionales y locales.

Respecto a los porcentajes de votación, Morales señaló que en el pasado los gobiernos ganaban las elecciones con porcentajes que no superaban el 28 por ciento, mientras que él obtuvo victorias por más de 50 por ciento de los votos.

Luego, el Mandatario fue citando ítems que según permitieron recuperar la soberanía y la dignidad y, además, lograron poner a Bolivia en el mapa.

Entre esos aspectos, nombró la nacionalización de los recursos naturales versus las pasadas privatizaciones,  los tratados de integración regional, las políticas de límites y fronteras, entre otros aspectos.

Sobre el mar y el Silala enfatizó que él logró lo que ningún otro Mandatario lo hizo, que fue la victoria ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya que en septiembre de 2015 se declaró competente para tratar la demanda marítima boliviana.

En cuanto a política internacional, destacó que antes Bolivia solo se adhería a las decisiones de otros, en cambio, ahora promueve políticas que son tomadas en cuenta en Naciones Unidas y otros organismos y eventos.

Uno de esos logros, según su percepción, fue denunciar la Convención de 1961 para despenalizar el acullico.