no se trata de Cochabamba sino de Santa Cruz que ha recibido nueva afrenta a su dignidad
A las ya innumerables humillaciones -de diverso tipo, gratuitas y netamente perjudiciales para el propio país- que el Gobierno de Evo Morales ha lanzado sobre el departamento de Santa Cruz en forma inmisericorde durante casi seis años, se añadió ahora un último insulto. Se trata de la presentación de equipos motorizados para patrullaje policial, con la dotación de viejas motocicletas, tan deterioradas, que tuvieron que ser empujadas a mano hasta el lugar donde el propio ministro de Gobierno hizo la entrega para garantizar así –según sus palabras- la “seguridad ciudadana”. Al insulto se unen la ironía, el desprecio, la ignorancia, o vaya uno a saber qué ingrediente adicional, pero siempre con la intención de humillar a Santa Cruz, de darle lo peor. No importa que seamos a nivel de país la principal fuente de recaudaciones tributarias y aduaneras. Hasta la Policía recauda acá ingentes fondos que nunca retornan en forma de contrapartidas adecuadas.
Como esto viene sucediendo sistemáticamente desde hace tiempo, lanzamos ahora nuestro grito de rebeldía. Es inconcebible que esta tierra productiva y generosa siga siendo objeto de afrentas de todo tipo, las que –reiteramos- al mismo tiempo que dañan los intereses globales de la comunidad boliviana, reflejan la sistemática animadversión de la actual administración a todo lo que sea cruceño. Y esa ciega rabia persiste, aunque atenuada por matices sutiles pero no por eso menos siniestros. Y esto es así porque pese a la debilitada dirigencia local, Santa Cruz ha probado ser indoblegable. A este pueblo no lo tumba ni lo conquista nadie. Se ha probado infinidad de métodos, desde los más crueles hasta los más sofisticados. Santa Cruz, cual gigantesco roble, resiste estoico los hachazos y no cae, no caerá. Tal vez esa sea la razón de tanta bronca gubernamental: el comprobar que Santa Cruz es autosostenible aunque le quiten hasta el aliento. Aunque intenten humillarnos y sembrar temor psicológico, este territorio sigue produciendo, sigue y seguirá adelante, para satisfacción de muchos, para el progreso de Bolivia y para dolores de cabeza de quienes patológicamente persisten en destruir todo lo que sea cruceño.
Pero es hora de dar la cara, es hora de revelar nuestra rabia y de rebelarnos. Y no hablamos de tomar armas ni de otro tipo de extremismos. Hablamos de la rebeldía natural que surge ante tanta injusticia, tanto desprecio, tanta explotación por este bendito suelo cuyo único pecado es el ser productivo y acoger a cuanta persona o grupo de buena voluntad llega a estos parajes.
Humillaciones van, humillaciones vienen, pero Santa Cruz sigue firme y por encima de liderazgos locales que no parecen estar a la altura de las circunstancias. Nadie escuchó una sola frase de la Gobernación cruceña con respecto a la burla de las motos en pésimo estado. Tampoco suena una vocería local –adecuada y con tino, no demagógica- para otros temas de fondo. En fin, los rebeldes haremos nuestra rebelión de manera pacífica, con sentido integracionista entre bolivianos pero también con firmeza.
No se puede seguir jugando con Santa Cruz. No podrán destruirnos ni eliminarnos. Tendrán que convivir con la realidad de que acá está el departamento más grande y el más productivo de esta nuestra venerable República, ahora confuso Estado Plurinacional plagado este de contradicciones y teñido de perversidades centralistas hacia lo camba, hacia todo lo que venga o provenga del oriente. No responderemos al odio con odios. Lo haremos con nuestro trabajo. La rebeldía será firme, pero pacífica y con sentido de unión entre bolivianos. Santa Cruz no será vencida. (El Deber de SC, Bolivia)