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viernes, 30 de diciembre de 2011

ni siquiera 100 personas dieron la bienvenida a los masistas que llegaron marchando para pedir una carretera que partirá en dos al TIPNIS. tuvieron recepción oficial por el Gobernador, descansaron 3 días antes de ingresar a la plaza principal. en su mayoría niños y mujeres. ningún entusiasmo más bien indiferencia ciudadana


Con un acto en la plaza 14 de Septiembre, los marchistas del Consejo Indígena del Sur (Conisur) fueron recibidos la tarde de hoy por el gobernador Edmundo Novillo, representantes de organizaciones sociales y algunos ciudadanos que respaldan las demandas de los indígenas que ya llevan 11 días de caminata.
En su intervención el Gobernador fue enfático al justificar la construcción de  la carretera por el Tipnis. “Ustedes han comprendido el valor que tiene una carretera cuando pasa por nuestra comunidad, lo que significa para nuestra vida, en lo económico, en lo productivo, salud, educación, y sobre todo para estar integrados entre pueblos… la marcha que están llevando adelante es una marcha histórica”, dijo la autoridad.
La bienvenida se caracterizó por las muestras de solidaridad de aproximadamente un centenar de ciudadanos que ofrecieron a los marchistas ropa, comida y víveres como parte la organización del denominado comité pro-carretera conformado por ocho instituciones, entre ellas la Federación de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa, la Federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Cochabamba, la Central Obrera Departamental y otros.
Los principales dirigentes del Conisur aprovecharon la oportunidad para dar a conocer públicamente su demanda sobre la anulación de la Ley Corta y el pedido para la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos que atravesaría por el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure.
“La marcha es legítima indígena, aquí no hay asesores, no hay otros partidos, no hay ONGs que nos están financiando, esta marcha es legítimamente indígena de donde sale de su pueblo”, afirmó Gumercindo Pradel, dirigente del Conisur.  
Se prevé que los marchistas pernocten esta noche en la Unidad Educativa "Gualberto Villarroel" para mañana partir rumbo a la sede de Gobierno.

crónica de 18 líneas dedicó OPINION a la llegada de "los marchistas del MAS" que imitando a los del TIPNIS llegaron con criaturas y mujeres a Cocha. tuvieron recibimiento oficial (Cr.I)


En medio de aplausos de algunas organizaciones sociales e indiferencia de la ciudadanía, centenares de marchistas del Consejo de Indígenas del Sur (Conisur), que reclama la construcción de la carretera Villa Tunari - San Ignacio de Moxos, llegó hoy a la plaza 14 de Septiembre en Cochabamba.
Luego de caminar 10 días desde Isinuta, en el trópico de Cochabamba, la marcha del Consejo Indígena del Sur (Conisur), afín al Gobierno, llegó hoy a la ciudad de Cochabamba.
Las comunidades del Conisur, que habitan en la zona colonizada del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis), decidieron movilizarse para exigir la abrogación de la Ley 180 de Protección del área natural y la construcción de la carretera Villa Tunari- San Ignacio de Moxos por esa zona.
El Conisur, desde el inicio de la octava marcha indígena que marchó en defensa del Tipnis y llegó a La Paz el 19 de octubre, rechazó ese movimiento contra el tramo II del proyecto caminero y sus dirigentes se reunieron en varias ocasiones con el presidente Evo Morales en comunidades del parque y en la sede de Gobierno.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Juan León Cornejo desde OPINION ofrece un panorama de críticas más que elogios, de frustraciones que de cosas positivas cuando se contempla 2011 como año negativo

Como van las cosas y sin ánimo de pesimista ajeno a las fiestas del fin de año, es posible que termine siendo cierto eso de que “todo tiempo pasado fue mejor”. No precisamente por la nostalgia de tiempos buenos, bien vividos, sino por la incertidumbre de lo que vendrá, que no sabemos si serán tiempos de vivir bien ni cuándo llegarán, si finalmente llegan. Porque parece cierto que la praxis de Gobierno radica en dejar que las cargas se acomoden en los caminos.

En el balance anual, hay más críticas que elogios y son más las frustraciones que las satisfacciones, sin desconocer que es siempre más fácil escribir y hablar de lo negativo que de lo positivo. 

Es ocioso, y aburrido, un recuento completo. Pero ahí está, por ejemplo, la marcha por el TIPNIS, que fue el hecho noticioso del año.

La defensa del parque puso en evidencia la debilidad ideológica del discurso oficialista de defensa de la naturaleza y los derechos de los pueblos originarios. Pero al mismo tiempo permitió que la demanda de unos pocos, desde la profundidad de la selva, integre a las gentes olvidadas de tierras bajas con las gentes de las ciudades, en virtud de principios y valores. Esa es, en la práctica, expresión cabal de la pluriculturalidad que caracteriza la vida de Bolivia desde siempre, pero que estaba hasta escondido bajo la alfombra.

El significado de ese hecho trasciende límites del enfrentamiento entre indígenas que rechazan un camino por el parque y el Gobierno empeñado en construirlo pese a que lo prohíbe una ley. Las gentes de tierras bajas reivindican los mismos derechos que las de la nación Uru Chipaya, del altiplano andino. “Ante el mundo decimos que ya no se haga daño a nuestra madre tierra, porque nosotros la vivimos, porque nosotros conversamos con la lluvia, con el viento y con nuestra pachamama”, dijo uno de sus dirigentes esta semana al presentar su estatuto autonómico.

Ambos hechos, por su significado y por los principios y valores que encierran, entran en el balance de lo nuevo del cambio ocurrido en Bolivia. Habrá que ver si sus consecuencias los colocan en la columna del haber, en el balance futuro. Porque los derechos de las gentes de tierras bajas son los mismos que los de las gentes de tierras altas, independientemente de los intereses económicos de sus vecinos o de los intereses políticos del Gobierno. Incluso porque cuantitativamente ambas naciones tienen peso similar a la hora de contar votos. En el cierre, el deseo de que al final, el cambio derrote al pesimismo.