Una de las herramientas eficaces fue haber unido actividades con la Feria Internacional de Santa Cruz, acercando el calendario de ambas ferias con exitoso resultado de participación extranjera gracias a la promoción conjunta que facilitaba la presencia de expositores en los dos eventos, casi con el mismo presupuesto
En las páginas de Puntos de Vista de este matutino, el 5 del mes en curso, el exparlamentario Tito Hoz de Vila afirma que “la gran falencia que han tenido siempre nuestras Ferias Internacionales, es la escasa participación internacional. Pero ello escapa a la voluntad y empeño que le pongan los organizadores, por razones ajenas a ellos”
Para justificar la zalamera afirmación, Hoz de Vila puntualiza la mentira de que “en sus orígenes era peor aún”, y culpa –entre otras causas-- al calendario de realización que había establecido el Comité de Ferias y Exposiciones en el mes de septiembre.
El exparlamentario se proclama “asiduo visitante de la Feria, desde sus inicios”, cualidad que me permite reparar lo que su artículo ha deteriorado, sin percatarse de que existimos testigos/protagonistas presenciales de la creación de la Feria Internacional de Cochabamba.
La 1ªFexpo se inauguró el 4 de noviembre de 1974 con la siguiente presencia internacional: Brasil, Argentina, Chile, Perú, Estados Unidos, Colombia, países que concurrieron con representación oficial; asociaciones industriales privadas de Chile y Argentina, y agrupaciones artesanales de Chile y Perú que concurrieron por su cuenta.
Objetivamente: el pabellón internacional que continúa con ese nombre, estaba ocupado por Brasil y Argentina. En el primer pabellón fueron ubicados los otros países junto a las empresas industriales de Cochabamba. En el área externa el enorme stand chileno con estructuras desmontables que venían y volvían.
En los eventos subsiguientes, se alternó la presencia de países como Uruguay, Alemania, Japón, Unión Soviética, China, que habían indagado el potencial cochabambino como mercado para maquinaria industrial y agroindustrial, luego de ser invitados por el Comité de Ferias y Exposiciones.
En 1991, el Comité ingresó a la secuencia de impulsar la construcción de pabellones propios de los países participantes. Inició EEUU la construcción del suyo que estrenó precisamente ese año.
Pero la determinación no prosperó –hasta el presente– debido al traspaso de la administración que se realizó –la primera vez– también en 1991.
Quizás el exparlamentario quede sorprendido al recordar esos logros en 18 años de vigencia del Comité, a pesar de no disponer entonces, de acceso a comunicaciones telefónicas directas, las páginas web, Internet ni celulares, por supuesto.
Una de las herramientas eficaces fue haber unido actividades con la Feria Internacional de Santa Cruz, acercando el calendario de ambas ferias con exitoso resultado de participación extranjera gracias a la promoción conjunta que facilitaba la presencia de expositores en los dos eventos, casi con el mismo presupuesto. La encomiable relación funcionó hasta que la Feria de Cochabamba afianzó sus contactos internacionales.
El Sr. Tito Hoz de Vila descalifica la gestión del Comité de Exposiciones y Ferias que conformaban líderes de la Empresa Privada y autoridades del Gobierno Municipal de entonces, en una mancomunidad emprendedora que hizo posible este valioso patrimonio cochabambino, cuya visión traspasó el recinto ferial para asumir y cumplir el compromiso –junto a otras entidades– de materializar el proyecto turístico Cristo de la Concordia, hoy en día emblemático para la región.
Al haber transcurrido casi cuatro décadas desde la creación de la Feria Internacional de Cochabamba, es importante que la memoria activa sobre el tema, quede exenta del efecto de comentarios que al pretender visibilidad para sus autores contaminan de inexactitudes la trayectoria de este acontecimiento, que, en verdad, precisa y con urgencia, reconducir su carácter de internacional.
El autor es periodista