Las huellas del Dakar

Al otorgar el Gobierno un presupuesto anual de 28 millones de bolivianos a 35 disciplinas deportivas y pagar casi ese mismo monto por la franquicia del rally Dakar 2017 por una semana en Bolivia, descontando el daño ambiental por la erosión de suelos y la emisión de gases invernadero, ha dejado bien establecido cuáles son sus prioridades para los jóvenes y el fomento del deporte en el país.

Ello explica que cuando algunos deportistas —hombres y mujeres— viajan en representación de nuestro país, estén obligados a dedicar mucho esfuerzo y tiempo para buscar el apoyo de algún “sponsor”. Mientras tanto, en contraste, las empresas estratégicas del Estado dan su apoyo, antes y durante el paso del rally, a los connacionales que participan, tanto en publicidad como en promoción; es decir, el Estado eroga importantes sumas de dinero a través de varias entidades, como comprueba el hecho de que la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) pagó a una sola empresa del rubro publicitario alrededor de medio millón de bolivianos.

Sumando estos “gastos”, ¿cuánto, en verdad, habrá gastado el Estado boliviano en el Dakar 2017?

Como demuestran los juegos plurinacionales estudiantiles, si Bolivia quiere buenos deportistas se debe invertir en su formación, y, luego, el Estado debe ayudarlos a mejorar sus marcas en centros de alto rendimiento en el país, donde deben perfeccionar su técnica. Y si son los mejores, debe apoyarlos y premiarlos por representar a Bolivia, dotándoles de ropa e implementos para reponer lo que demanda la práctica de su deporte. Eso sería fomentar verdaderamente a los deportistas.