¿QUO VADIS EVO MORALES?
Día que pasa, hay menos preguntas y más constataciones flotando en el aire.
Las respuestas que ciertamente preferiríamos no tener, están sobrepasando las palabras y son las
actitudes las que están señalado el
camino que la administración del MAS y sus funcionales satélites , tienen
pensado para el futuro del país.
El desquicio del gobierno ante la negativa ciudadana de ampliar por otros
cinco años la presidencia de Evo Morales, está adquiriendo visos de total
irracionalidad. Lo que hemos constatado en los decretos del 1 de mayo, amén de
un aumento no consensuado con los verdaderos generadores de empleo, incluye,- totalmente tomado por los pelos-,
la derogación de la disposición que penalizaba el uso de explosivos criminales
en las marchas de supuestas reivindicaciones laborales. En el año 2012, los enfrentamientos de cooperativistas mineros y asalariados,
sembraron zozobra y causó además de grandes destrozos, heridas graves en siete
mineros y un fallecido. El derogar esa
resolución, aduciendo respeto a la libertad de expresión (!) es una
argumentación tan disparatada, que queda claro que no es nada más que una
frontal amenaza a la población que no
concuerda con ellos, a tiempo de encender las alarmas para el sistema democrático.
A las amenazas de miles de cocaleros se suman ahora los mineros, en un franco
desafío anticonstitucional, antidemocrático y delincuencial, de buscar
cualquier táctica para forzar la re postulación de Morales el 2019. Todo lo que
está sucediendo en el país a partir de la derrota de Morales-García el 21F, dan
señales inequívocas. Surge de la memoria y que bien podemos adoptar y calificar
como premonitorios, son los pensamientos de Orwell en su 1984, basados en un
estado policial que consigue el control total. Estamos casi a nivel de vivir
bajo la Policía del Pensamiento "que se encargará de torturar hasta la
muerte a los conspiradores, aunque para ello sea necesario acusar a
inocentes".
En un prólogo inédito titulado "Libertad de Prensa" para Rebelión
en la Granja descubierto en 1971, escrito por él mismo para su magnífica aunque
escalofriante obra satírica, Orwell
anotaba con lacerante actualidad y factible de adoptar a la realidad : "Ante todo, un aviso a los periodistas de
izquierda y a los intelectuales en general: recuerden que la deshonestidad y la
cobardía siempre se pagan. No vayan a creerse que por años y años pueden estar
haciendo de serviles propagandistas del régimen soviético o de otro cualquiera
y después pueden volver repentinamente a la honestidad intelectual". Bienaventurados sean los blogs y las redes
sociales pues en ellas se puede encontrar los pensamientos libres y las
opiniones no sometidas sobre temas de corrupción que se ha expandido en
proporción directa a la acumulación de poder.
Lo anteriormente anotado, surge por la palidez amilanada de la prensa sobre todo "para
estatal" para resaltar con precisión y energía, el inminente peligro al que el país esté siendo arrastrado a una
aventura que puede terminar en lo que nadie desea, pero que muchos presienten.
Parece que la judicialización de todo lo que incomode al régimen, ya no le es
suficiente. Para plantar su modelo
hegemónico, discriminatorio y totalitario, las
mentiras son instaladas en la psiquis de la ciudadanía en una arremetida
mediática que está desangrando no solo los fondos públicos, sino el sosiego de
grandes y chicos, con una crueldad que ni en las peores dictaduras
militares se ha vivido. Al menos, en ese
entonces, los menores estaban fuera del círculo de la violencia. Hoy, sin el más
mínimo respeto, invaden los horarios infantiles, las aulas y los festivales
escolares.
Desde hace muchos años, nos llama la atención la absoluta carencia de una
cabeza pensante en el entorno presidencial. Todos, sin excepción, de los más
cercanos que son obviamente los ministros
de su círculo íntimo, nadie brinda ni una palabra que vaya a apaciguar los
ánimos o promueva una acción de unidad y humanidad entre los muchos tragos
amargos que toca soportar, por la esencia misma de los mandatarios que pecan de
exceso de soberbia, aires de
superioridad y autoritarismo que sólo ahonda conflictos que podrían ser
superados con algo de voluntad política y un mínimo de sentido común.
El accionar del oficialismo en esta década, ha establecido que son muy
previsibles. No existe nada a estas alturas que la opinión pública ignore sobre
cuáles serán sus reacciones. Ninguna
iniciativa que surja por fuera de ese círculo impenetrable es aceptada. La
desconfianza e inseguridad nacida de su oculto complejo de inferioridad y
resentimiento, es la máscara autoritaria y atemorizante ante cualquier verdad
que pugne por hacerse pública.
El tema de la dinamita y otros elementos nuevamente permitidos para acompañar
a las marchas que antes fueron de protesta
-ahora de apoyo al gobierno- lamentablemente no deja mucho espacio a la
especulación. Los excesos que está cometiendo el gobierno son muestras muy
claras que los dados están cargados. Hay un sentimiento de indefensión, pero se
adivina también, que como es natural, el temor está empezando a dar los primeros
pasos a la autodeterminación. Lo indiscutible, es que Evo Morales no podrá soslayar su responsabilidad de la histórica oportunidad desperdiciada y
el fatal pecado de haber dilapidado la
bonanza.
Karen Arauz