Cocaína un libro y dos
autores
Mauricio Aira
Lasse
Wierup y Erik de la Reguera publican “Kokain” la droga que inició en el vicio a
la clase media y que ha hecho caer en su trampa a las naciones, obra de 500
páginas originalmente en idioma sueco con el patrocinio de los editores
Nordsteds Förlagsgruppen AB de Estocolmo y que casi sin mencionar a Bolivia le
dedica muchas páginas desde cuando Hugo Bánzer en 1997 estableció su ambicioso
proyecto “coca cero”, toda plantación debería desaparecer excepción hecho de
las 12 mil hectáreas de la oca de Los Yungas considera como plantación original
y destinada al masticado. La decisión de Bánzer apoyada por el entorno de
naciones y de partidos tuvo origen en la comprobación de estarse usando la hoja
para fabricar cocaína en cantidades alarmantes y destinada para la exportación.
La ofensiva
se dirigió contra los cocaleros y se llamó Plan Dignidad, (Evo rebautizó el
Bono Sol como bono Dignidad) , según los autores el énfasis estuvo puesto en
quienes sembraban la hoja y se puso escasa atención en quienes la convertían en
droga y la negociaban dentro y fuera. Eran los tiempos del “rey de la cocaína”
Roberto Suárez justamente cuando en abril de 1998 avanzó sobre El Chapare un
convoy militar y policial resistido por los cocaleros que bloquearon los
caminos, lanzaron piedras por millares a los uniformados, fue el inicio de una
ofensiva que duraría varios años aunque “los cocaleros” lograron dos grandes
apoyos, los medios de comunicación y la Iglesia con sus organizaciones de Derechos
Humanos, considerando a los cocaleros como víctimas de Bánzer.
Los
orígenes del fenómeno Chapare están en los años 1960 cuando cerradas las minas
por la quiebra del mercado de minerales Paz Estenssoro definió “la
relocalización de los obreros” a los que se ofreció tierras para labranza
justamente en El Chapare. Miles de ellos se acogieron a la oferta generosa y
gratuita, descubrieron que el producto mejor pagado era la coca, por el
coincidente florecer del negocio de la droga que empezaba a cubrir mercados
atractivos y frescos en EEUU y parte de
Europa. NNUU creó un organismo para el control de la Droga y el Crimen
plenamente justificado entre otros por Hans Emblad funcionario sueco de la
unidad de visita en Perú y Bolivia que vio con inquietud cómo las plantaciones
de coca crecían sin control lo que provocó inquietud en Europa, que no obstante
no reaccionó en proporción al daño que se estaba causando al mundo. Emblad
propuso el desarrollo alternativo para la zona donde la fruta y la verdura
podría muy bien sustituir a la coca.
El Chapare,
Colombia y el Valle Huallaga de Perú para 1970 se convirtieron en los grandes
proveedores de pasta base de coca transportada a los laboratorios de Medellín y
Cali donde se la cristalizaba y desde donde se exportaba al mundo entero, diez
años más tarde la cocaína se había convertido en el primer producto de
exportación de Bolivia, que con una economía en crisis fue obligada a ejecutar
un “plan de privatización” con la transferencia de sus industrias y servicios
al capital privado, medida que provocó la oposición “nacionalista y revanchista
del MAS”, instrumento político que Morales y sus seguidores habían adoptado
para ingresar a la lucha política conquistando
espacios de poder por la via de las elecciones, el resto de la historia
es archiconocida por nuestros lectores.
Ahora
cuando el último vestigio de aquel programa nacional que proclamo “coca cero”
se está marchando de Bolivia, nos referimos a la NAS, brazo operativo de la
lucha anti cocaína bajo control de los EEUU, corresponde afirmar que no fueron
los estadounidenses, ni siquiera las NNUU que pidieron y lograron los recursos
para instalar los planes en Bolivia. Fueron los bolivianos, sus gobiernos y sus
instituciones que vieron como algo necesario y útil y legítimo instaurar la
lucha anti droga. Los diversos gobiernos pidieron, aceptaron, pusieron en
función programas como “coca cero” y más tarde “erradicación forzosa de los
cocales” y otros que transformaron la estructura de la economía nacional.
Es triste,
dramático, reconocer que la historia moderna de nuestra Nación está ligada a la
“cocaína” y que circunstancialmente el gas natural, le da un respiro a la
economía y sus altos precios permiten un estado de aparente bonanza, en un
ciclo que tendrá su fin, como la plata, la quina, el estaño.