El notable incremento de las obras de construcción y los efectos que provoca en el movimiento económico de la región, hacen que este rubro y sus representantes adquieran cada vez más fuerza
No deja de sorprender a propios y extraños el aumento vertiginoso de la construcción en Cochabamba, al punto que, de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), ha pasado de ocupar el tercer lugar en el rubro de permisos aprobados de construcción, el año 2001, con 260.933 metros cuadrados (m2), al primer lugar en 2010, con 849.406 m2, lo que significa un incremento del 226 por ciento.
Mientras tanto, Santa Cruz ocupa el segundo lugar (849.169 m2) y al tercero ha sido desplazado el departamento de La Paz (820.692 m2), ubicaciones que, empero, no corresponden con las cifras globales de la actividad económica en estos tres departamentos.
Además, no está demás recordar que, de acuerdo a una investigación realizada por Los Tiempos, están en construcción 12 “megaedificios” con una inversión de 60 millones de dólares, además de alrededor de 250 edificios en el eje metropolitano (Cercado, Quillacollo y Sacaba), la mayoría de los cuales serán destinados a vivienda, y en los que se invertirá más de 150 millones de dólares.
Estos números se traducen, también, en elevados índices de empleo y de un movimiento en el comercio de la construcción que no tiene mayores precedentes. Así, entre 2001 y 2010, el Índice Costo Salario subió en un 115 por ciento (de 102.82 a 220.74) y la importación de materiales en un 304 por ciento (de casi 161 millones de dólares a cerca a 650 millones de dólares).
De esta manera, estamos asistiendo a un fenómeno sin precedentes en la historia económica del país que, más allá de los beneficios que reporta en la vida cotidiana, pues el efecto multiplicador de la construcción es muy grande, sí corresponde analizar sus causas y, sobre todo, su sostenibilidad.
Muchos economistas coinciden en que no se puede equiparar este fenómeno de la construcción con la crisis en el mundo desarrollado por el quiebre de la burbuja inmobiliaria, por cuanto estos emprendimientos, al parecer, cuentan con diferentes fuentes de financiamiento y no sólo del sistema financiero local; es decir, no hay una vinculación directa entre el sistema bancario y la construcción. A lo máximo, la banca ofrece créditos personales con buenas garantías de devolución.
Si lo anterior es correcto, el financiamiento de este “boom” de la construcción provendría, fundamentalmente, de fuentes informales de la economía, incluyendo entre ellas las remesas que llegan del exterior, cuyo destino, en buena proporción, sería la construcción.
Adicionalmente, datos como los que se comenta son los que explican, ante cualquier duda, que a diferencia de lo que sucedía en el pasado, el sector de la construcción esté adquiriendo cada vez mayor legitimidad y fuerza, al punto que, por ejemplo, el nuevo presidente de la Federación de Entidades Empresariales Privadas de Cochabamba, pertenezca a la Cámara Departamental de la Construcción.
En definitiva, se trata de un rubro que merece mucha atención, tanto por el impacto económico que tiene en la región y el país, como también para velar por la seguridad económica de los cientos de miles de ciudadanos que, con todo esfuerzo, han podido inscribirse en proyectos de construcción de vivienda incluso desde antes de que las obras comiencen. Editorial de Los Tiempos referido al boom que está alcanzando la construcción en la llajta.