Ha provocado, además de generalizado rechazo y vergüenza la noticia de un abyecto acto de sumisión de las Fuerzas Armadas (FFAA) al Primer Mandatario como es la creación de la “Marcha Evo Morales”, que ya una unidad del Ejército obliga a entonarla en actos cívico-militares.
Como establece la Constitución Política del Estado (CPE) las FFAA tienen la misión de “defender y conservar la independencia, seguridad y estabilidad del Estado, su honor y la soberanía del país; asegurar el imperio de la Constitución, garantizar la estabilidad del Gobierno legalmente constituido, y participar en el desarrollo integral del país”. Para cumplir esta misión, su organización “descansa en su jerarquía y disciplina. Es esencialmente obediente, no delibera (...) Como organismo institucional no realiza acción política”.
Obviamente, esta misión debe ejercerse con resguardo de la dignidad de cada uno de los integrantes de la institución castrense, sin obligar a comportamientos denigrantes que tienen el carácter de atentado contra los derechos humanos, como sucede con la marcha que se comenta, pues se trata de un acto innoble de adulación que, por lo demás, no tiene precedentes en la historia democrática del país.
Es de esperar que por los fueros de la dignidad presidencial y suya propia, los miembros del Alto Mando Militar no se conviertan en cómplices de este acto denigratorio, para lo cual deben desautorizar la difusión de la mencionada marcha y, por lo menos, procesar a los jefes que ya hayan instruido la obligatoriedad de que los efectivos la entonen en actos militares.