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jueves, 1 de diciembre de 2016

gráfico título elije Raúl Peñaranda "El agua. la cryptonita de Evo", el verdoso mineral que debilita y le provoca cuasi la muerte al personaje de Superman. el agua, se está convirtiendo en el líquido elemento que hace añicos el poder masista.



El agua es la kryptonita de Evo Morales. Así como ese exótico mineral es lo único que logra quitarle el poder a Superman, en nuestro medio podríamos decir que lo mismo ocurre entre el agua y su relación con el Presidente.

Y como Superman debe alejarse lo más rápido posible de la kryptonita para evitar un agravamiento de sus efectos, Morales está intentando, también raudamente, solucionar la falta de agua que sufren millones de personas en Bolivia, tanto en La Paz y El Alto como en otras ciudades capitales y decenas de municipios rurales. Hasta ahora con nulo éxito.
El agua es la kryptonita de Morales puesto que su falta, al contrario de lo que señalan en el Gobierno, se debe a las deficiencias de su régimen, que la ciudadanía identifica con claridad. En primer lugar, por haber nacionalizado EPSAS y llenado a esa empresa de gente inepta como parte del plan de entregar cuotas de poder a los grupos de presión afines al oficialismo.

En segundo lugar, porque la crisis del agua hace ver con claridad cómo prioriza Morales sus decisiones: alienta la construcción de onerosos palacios, de absurdos estadios, de inútiles tinglados y aeropuertos que llueven por dentro, en vez de obras necesarias para dotarle a la población de los servicios más básicos, en este caso nada menos que el agua.

Y tercero, porque el Presidente, que en general se coloca como la persona que resuelve todos los problemas, todos los conflictos, todos los desafíos, resulta que revela con cada vez mayor frecuencia que no sabe sobre los problemas que más conmueven al país. No sabía si su hijo nació o no, no sabía de la corrupción del Fondo Indígena, no sabía que el lago Poopó se estaba extinguiendo, no sabía…

El cambio climático explica gran parte de lo que pasa ahora en el país, pero ése es un fenómeno global, que está siendo mejor o peor enfrentado por los distintos gobiernos con medidas de prevención y de otro tipo. Aquellos que politizaron todo y no tomaron medidas técnicas de previsión, ahora están, aunque parezca paradójico, con el agua hasta el cuello. Pero aparte de la politización, a la falta de previsión y la errónea jerarquización de prioridades, está un asunto de mayor profundidad: el desprecio que Morales, el vicepresidente García Linera y otras autoridades sienten por las ideas de los ambientalistas.
La indecorosa frase de que Bolivia no será “guardabosques del imperio”, lanzada por el Vicepresidente, demuestra este punto, que el Gobierno no entiende: si queremos tener agua debemos cuidar a la naturaleza. Si no queremos ser guardabosques y se deforesta sin control para aumentar la frontera agrícola o se alientan megarrepresas en la Amazonia, entonces se rompe el ciclo de la lluvia. ¡Sorpresa! ¡Los árboles ayudan a la lluvia porque retienen humedad en sus hojas y en el suelo!

Por eso, el agua, o su ausencia, ha puesto en entredicho todo el modelo de desarrollo del Gobierno actual, un modelo que sirvió mientras los precios de las materias primas estaban altos, pero que ahora que ello ha cambiado demuestra sus grandes falencias. No había sido suficiente sólo perforar campos gasíferos y socavones para generar desarrollo de largo plazo.

Durante años el gobierno de Evo Morales tenía los astros alineados. Todo lo que hacía le resultaba bien. Parecía un Presidente hecho de teflón, que nada lo dañaba. Pero en política llega el momento en que los astros también pueden “desalinearse”: lo que se vio como una gran medida, el hecho de que la ONU declarara al agua, a pedido de Bolivia, como un derecho universal, ahora cobra factura.

Y se da algo así como un efecto dominó: la ciudadanía resiste cada vez más las obras faraónicas, cuya construcción en algún momento respaldó o por lo menos no rechazó y se pregunta ahora para qué Morales quiere gastar 250 millones de bolivianos en un nuevo palacio si no puede dar agua a los vecinos de cinco ciudades capitales o erogar 2.100 millones de bolivianos más en un centro de investigación nuclear, cuya necesidad, en estas circunstancias, es prácticamente nula. Para no citar a la planta de San Buenaventura, que está fracasando, la planta separadora de líquidos que no tiene gas suficiente, una planta de urea ubicada en el peor lugar posible y decenas de empresas estatales deficitarias.

Y en el medio de las malas noticias, la más inesperada: un avión cae en las cercanías de Medellín y el hecho mata a 71 personas, resultando que la aeronave no debió haber viajado debido a su insuficiente autonomía de vuelo. El hecho ha causado conmoción internacional y ahora las miradas se dirigen a una repartición del gobierno de Morales, la DGAC, para preguntar por qué se le permitió volar a ese avión. No será fácil para el Gobierno explicar aquello ni por qué se le dio permiso de trabajo a una oscura línea aérea que, en su versión venezolana, no pudo iniciar operaciones en ese país.

Como he sostenido antes, el ciclo de Evo Morales y su gobierno están en su fase final. Las encuestas demuestran que perdería las elecciones de 2019 (y eso que no tiene derecho a postularse una vez más). Si Evo, con su kryptonita a cuestas, no pudiera torcer la ley para repostularse y el candidato del oficialismo fuera otro, la derrota sería aún más grande.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Karen Arauz le llama benigna "oscurantismo" para asociar con lo que ocurría hace 600 años, ocultándole la verdad al pueblo, también se podría llamar ocultamiento, engaño colectivo, desinformación, falseamiento de la verdad, mentismo oficial esto que hace el MAS ocultando la verdad de día y de noche.


OSCURANTISMO EN TIEMPOS DE CAMBIO

En el Medioevo, allá por los años quinientos, surgió el oscurantismo ligado al rechazo de posiciones antagónicas, sobre todo en dogmas de religión.  Un par de siglos más tarde, se re adoptó el término para expresar el rechazo a los conservadores que se oponían al progreso de la ilustración y de la expansión liberal del conocimiento.  Ya en el siglo XX se dio uso al término, sobre todo para describir el estilo de ciertos autores, que complicaban y ocultaban las cosas, para enmascarar su superficialidad de conocimientos.   Haciendo una ampliación digamos moderna, nos podemos dar la licencia para calificar de  oscurantistas, a los que no admiten siquiera,  la posibilidad de posiciones que vayan contra su dogmática manera de pensar y actuar.

A estas alturas, luego de once años de dominio de una corriente única de pensamiento que se pretendió aplicar en el país, podemos concluir que en Bolivia se gobierna en "oscuranto". Todo aquello que contraponga un pensamiento, una idea o una crítica sobre políticas que reconduzca este proceso que inocultablemente, amenaza con alumbrar realidades sobre el estado de las cosas, no puede ser permitido mucho menos ahora que el mismo Presidente, ha declarado "no estar preparado" para abandonar el poder.

Tan es así, que se ocultan situaciones básicas, como que el agua había desaparecido de las represas. No deja de ser asombroso, que hayan adquirido el reflejo automático de ocultar la verdad para no ser cuestionados pese a que las consecuencias de esa postergación son catastróficas. Nada de lo que se oculta, es para siempre. Y en el momento fatal que el agua dejó de fluir, el acabose se manifestó. Es realmente incomprensible que se pretenda seguir ocultando evidencias, que tarde o temprano, terminan emergiendo brutalmente, sin retorno y a plena luz.

Son tantos los ejemplos de la oscuridad que cubre todo, que ya hemos perdido la cuenta.  Nos acordamos cuando las tropelías se repiten como por ejemplo , los barcos que en diferentes latitudes portando la bandera nacional, son detenidos con droga o con armas. No sirve pedir explicaciones.  Porque ya está claro que no solo no lo dicen por que lo quieren ocultar, sino -más dramático aún- porque ellos mismos no lo saben. Terrible combinación. En el caso de la sí o no presencia de mineras en las faldas del Illimani,  es una fantochada perfectamente interpretada por los jerarcas del poder. Es que de verdad, sino ocasionara tanto daño este modus operando, serviría para hacer libretos de teatro burlesco.

Ya está cansando ver en la prensa internacional el nombre de nuestro país, siempre ligado a temas vergonzantes. Las investigaciones que se están empezando a realizar en  el caso trágico de la caída del avión en Colombia que mató a más de 70 personas, es una muestra de ello. Los bolivianos comunes que nos preciamos de estar relativamente informados, no habíamos oído jamás mencionar la compañía que hacia chárteres transportando sobre todos, equipos de fútbol de un lado a otro en la región. Tenía que sobrevenir esta tragedia, para enterarnos que nada está claro. Que se creó en Venezuela, pero opera desde Bolivia. Hasta un reo chino, si, chino está apuntado como el financiador para la compra de la línea aérea de un sólo avión cuya marca está cuestionada por múltiples accidentes e incidentes que derivó en que los fabricantes descontinuaran su fabricación.  A propósito, ¿alguien sospecha que fue de los BAE que se compró para Transportes Aéreos Militares?

Todo se convierte en cuestionable. Donde sea que uno fija la mirada, son muchas las interrogantes que surgen. Y a mayor profundidad se escarba, más restos tenebrosos se descubren. La desinstitucionalización ha sido tan devastadora, que no existe la mínima posibilidad de encontrar una persona con la moral incólume que se anime a dar respuestas. El ex Magistrado Cusi, se ha convertido en un fantasma  recorriendo  los recovecos donde anidan abogados de toda laya. No hay, no existe ni uno solo que se atreva a desafiar al poder asumiendo su defensa, so pena de terminar como el Dr. León, conviviendo con los gusanos ahí donde lo esconden, como a muchos otros, entre muros y rejas de  ignominia.

Este gobierno se mueve entre las sombras de la falsedad, las verdades a medias, la confabulación, la distorsión desfachatada y el abuso deshonesto de las formas de la democracia.  Evo Morales, ante los restos de Fidel Castro, expresó : "¿ahora quien me enseñará, quien me cuidará?".  Los bolivianos tenemos nuestras propias interrogantes seguramente no tan mediatizadas  y oportunistas como aquella. Es algo que tiene que ver con nuestra propia voluntad, con la persecución de garantías de libertad, con el acceso a la verdad. Está claro que nadie nos cuidó y nadie nos cuidará que no seamos nosotros mismos.  La indefensión está implantada. Las respuestas están radicadas en el instinto de sobrevivencia.

Karen Arauz

martes, 29 de noviembre de 2016


"el kencherío de Evo". la mala fortuna. la fatalidad. los desastres persiguen a Evo



El texto que sigue es de El Deber, con el título ligth "la mala hora de Evo"

El año 2016 será recordado, seguramente, como uno de los peores años de la gestión del presidente Evo Morales. Las propias falencias de su mandato, el veredicto del 21-F en las urnas, el bajón económico y el desbarajuste climático confabularon contra sus planes en esta gestión. Con todas sus implicancias políticas, la denuncia periodística sobre la designación de la expareja del mandatario Gabriela Zapata como gerente de la empresa china CAMC, concesionaria de multimillonarias obras de infraestructura, disparó al comienzo del año un escándalo que terminó afectando la imagen presidencial.

El caso ahondó la preocupación por las sospechas de corrupción en la administración pública que ya se había establecido el año anterior con el desvío de recursos estatales en el Fondo Indígena (Fondioc), en el que estuvieron involucradas altas personalidades del Gobierno. El mayor golpe político sobrevino el 21 de febrero, cuando una mayoría de los bolivianos le dijo No a sus aspiraciones para una re-reelección en 2019, cuando termina su mandato constitucional. Fue una señal clara de que la población rechaza la concentración de poder y el continuismo a cualquier precio.

Después vinieron las noticias negativas de la economía. El bajón, producto de la caída en los precios de las materias primas, principalmente el petróleo y sus derivados, generó una ralentización de la economía boliviana, lo que obligó –entre otras medidas de ajuste– a suspender este año el pago del doble aguinaldo. La previsión es que la caída en la actividad económica continuará en 2017, lo que muestra que el boom económico se terminó para el Gobierno de Morales. Para colmo de males, la sequía y la falta de previsión en la empresa Epsas en La Paz ha desatado la mayor crisis de agua de la historia del país. El propio mandatario reconoció que no fue oportunamente informado sobre un problema estructural que no tendrá solución inmediata y que ha colapsado la provisión de agua para más de un millón de personas. La designación de cuadros políticos en una empresa que requiere técnicos está detrás del descalabro en Epsas, una empresa pública que se aplazó en sus funciones de servicios.

La crisis del agua abre, de hecho, un frente de conflicto social muy serio, lo que tendrá efectos negativos para la imagen del Gobierno de Morales. ¿Solo cuestión del clima y de los dioses que no envían las lluvias? O, más bien, ¿ineficiencia y crisis de un modelo estatista que hace aguas? Lo evidente es que la gestión de Morales muestra signos de un desgaste inevitable que afecta a millones de personas.

lunes, 28 de noviembre de 2016

la minería intensiva, la deforestación y las megaobras que cambian el curso de las aguas son entre otras las causas para este crisis por el agua, tremenda realidad que "el Gobierno se niega a mirar de frente". LTD. se trata sostiene "de una omisión criminal" no acometer las soluciones con energía y realidad.


El problema del agua ha sido eludido durante los últimos años.  Y no por falta de información, sino por la pertinacia con que quienes gobiernan se niegan a mirar de frente la realidad.


Es indignante que las autoridades gubernamentales aleguen desconocimiento de la escasez de agua. En lo que toca a nuestra responsabilidad como un medio comprometido con su realidad, hace algo más de ocho meses, el 22 de marzo pasado, con motivo del Día Mundial del Agua, dedicamos este espacio editorial a reflexionar sobre la manera irresponsable como estaba siendo afrontado el peligro de que en nuestro país colapse el sistema de abastecimiento de agua potable en las principales ciudades de nuestro país.

“El lugar marginal que el agua ocupa en la agenda pública nacional y la indiferencia colectiva ante los problemas que ello ocasiona muestran lo lejos que estamos de darle al asunto su justa dimensión” decíamos en el epígrafe de la mencionada nota editorial y respaldamos nuestra afirmación con abundantes datos que si hace algunos meses parecían exagerados o alarmistas, hoy resultan confirmados por la cruda realidad.

“El tema tiene una dimensión planetaria pues no hay país en el mundo que de una u otra manera no afronte la necesidad de hacer algo al respecto. Pero Bolivia ocupa un lugar muy especial en ese contexto porque (…) las dos cuencas hidrográficas más importantes del continente nacen en nuestras cordilleras y con sus acuíferos subterráneos, lagos, lagunas y ríos, constituyen uno de los más complejos y frágiles sistemas hidrológicos. De su conservación depende el abastecimiento de agua para los 12 millones de habitantes de nuestro país”, decíamos.

“La preservación de tan complejo y frágil ecosistema es, por razones obvias, incompatible con muchas de las actividades económicas que son causa directa de la sistemática y cada vez más intensa y acelerada destrucción de la principal fuente de agua continental”. Nos referíamos a la minería intensiva, la deforestación para fines madereros o agrícolas y a las “megaobras” de ingeniería.

Tres meses después, el 8 de junio pasado, al referirnos a las primeras señales de emergencia por la escasez de agua, decíamos: “Son tantos los antecedentes del tema que no resulta novedoso el peligro que ahora se advierte. Lo nuevo es que según todas las previsiones, la brecha que separa la demanda de agua de la disponibilidad de ella nunca había sido tan grande como la que ya se avizora para el resto del año”. “Una pequeña muestra de la irresponsabilidad con que el problema ha sido y sigue siendo abordado —eludido, más bien— es que el presupuesto (que se le destina) es una insignificancia si se lo compara con la magnitud del desafío”, afirmábamos en esa ocasión.

Las noticias recientes, que contrastan con la manera como se distribuye el Presupuesto General del Estado presentado por el Órgano Ejecutivo para el próximo año es una palpable confirmación de lo lejos que estuvo y todavía está el Gobierno nacional de entender la verdadera magnitud del problema que se nos viene encima. Y no por falta de los elementos de juicio necesarios para hacerlo, sino por la pertinacia con que quienes tienen en sus manos la conducción de nuestro país se niegan a mirar de frente la realidad.

En efecto, si se observa con detenimiento lo que lo que el Órgano Ejecutivo propuso en su proyecto de presupuesto para el próximo año 2017, se podrá constar que estamos ante algo mucho más grave que la negligencia extrema. Es tan enorme la desproporción entre la magnitud del problema y la importancia que se le da, que calificarla como omisión criminal no es una exageración.