Cuando una gran mayoría de alteños votó por Soledad Chapetón para que 
sea su alcaldesa, lo hizo convencida de la necesidad de cambio en la 
gestión municipal. Esos electores estaban hastiados de la ineficiencia, 
de la corrupción, del clientelismo, entre otros males, que 
caracterizaban la administración edil de quienes la antecedieron en la 
última década, todos ellos salidos de las filas del partido gobernante y
 de organizaciones afines.
Ahora resulta que la Federación de 
Juntas Vecinales (Fejuve) de la ciudad de El Alto, la tercera más 
poblada de Bolivia, ha comenzado a ejercer presión porque la alcaldesa 
Chapetón decidió designar a los 12 subalcaldes de la urbe –tal como 
manda la ley–, dejando de lado la designación “por usos y costumbres” a 
la que estaban acostumbrados. Apenas posesionada en el cargo, la 
autoridad ya ha enfrentado bloqueos y disturbios de la Fejuve, 
institución que ahora vuelve a la carga con la convocatoria a un paro 
indefinido a partir de hoy, lunes. 
Queda claro que los antiguos 
dirigentes vecinales no quieren resignar las cuotas de poder ya 
adquiridas. El presidente de la Fejuve, Óscar Ávila, exige que Chapetón 
“acepte la designación de subalcaldes por usos y costumbres”. 
Asimismo,
 otras organizaciones locales, como el Consejo de Autoridades Indígenas 
Originarias Julián Apaza y la Junta Distrital de Unidades Educativas, 
demandan con prepotencia “la contratación” de sus allegados a diversos 
cargos ediles. Hasta ahora, la respuesta de la alcaldesa a ese 
intolerable asedio ha sido firme: “Estas prácticas ya no serán posibles 
bajo la gestión actual”.
Sería ingenuo pensar que la arremetida 
vecinal responde solo a un afán de restituir las pegas y cuotas de poder
 que ya se creían institucionalizadas. Nada raro que también se quiera 
desestabilizar e incluso derrocar a la alcaldesa Soledad Chapetón, cuyo 
joven e idóneo liderazgo ya comienza a ganar referencialidad en la arena
 política nacional. Ya se verá si los organismos del Estado tienen la 
voluntad necesaria para hacer respetar la institucionalidad democrática 
de la urbe alteña y resguardar el orden público, y así descartar esa 
posible intención desestabilizadora.
Por lo pronto, solo se 
espera que Chapetón se mantenga firme en su propósito de ‘limpiar la 
casa’ y que se sienta el respaldo de quienes la eligieron para que 
justamente se encargue de eso
 
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