Los personajes más inteligentes del gobierno se han percatado de que la guerra despiadada que el MAS ha lanzado contra la alcaldesa de El Alto es un garrafal error político.
Los demás, que son la amplia mayoría del masismo, comenzando por el vice, no perdonan el atrevimiento de la Sole de haber ganado en el bastión del “proceso de cambio”, en el estado mayor del socialismo del siglo XXI.
Este error ha convertido a Soledad Chapetón en una heroína de la democracia boliviana, de la respuesta que los bolivianos quieren dar al proyecto político nacido en el Chapare.
Si no se entiende así, aquí hay algo que no encaja. Si El Alto es la ciudad que trae los cambios políticos de este siglo a Bolivia, ¿hay ahora margen para sospechar que se viene otro cambio, un cambio y fuera?
La burocracia masista, esa que se mueve sólo cuando hay quien la financie, ha recibido una respuesta de hielo de los alteños. Una mirada hosca ha recibido a estos revolucionarios asalariados.
Hay una revolución que se está agotando: lo dicen los alteños al respaldar, en silencio, hablando sólo con la mirada, a la nueva alcaldesa. Son los habitantes del núcleo comercial e industrial del altiplano, comprendiendo territorios chilenos y peruanos.
Los misterios que oculta la mayor urbe del altiplano no serán descubiertos en mucho tiempo. Oculta los mejores alfareros, los mejores mecánicos, los mejores talabarteros de la región. En ella se puede comprar desde una aguja hasta motores de avión. Los mineros ilegales del Perú saben que en El Alto están todas las maquinarias y repuestos que necesitan: a ella llegan desde el Madre de Dios.
Una avenida que la conecta directamente con Villa Fátima, la puerta de La Paz para los productos de Yungas, ha dado a esos misterios unos alcances pecaminosos.
Pero los alteños han querido que la Sole sea su alcaldesa. Quizá piensan en el futuro de sus hijos, en la seguridad que se ha perdido debido a actividades ilegales muy poderosas.
La soledad de la Sole es sólo aparente. La mayoría de los bolivianos la apoyan. Por eso es que el gobierno se equivoca al querer llevarla a la hoguera.
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