No hubo mejor marco para conmemorar el 46 aniversario de la fundación de la Cooperativa Boliviana de Cemento, COBOCE, y de homenajear a su creador y fundador Jaime Méndez Quiroga, que el trasfondo del ruido del molino de la fábrica de cemento en Irpa-Irpa y los ecos de la febril actividad de cada una de sus secciones. Las sirenas de este reciente martes 4 de diciembre que marcaban los horarios para los intervalos de los obreros, dejaban entre los asistentes una sensación de trabajo pero hablaban también del esfuerzo, sacrificio y finalmente del triunfo de haber creado una enorme factoría para beneficio del desarrollo de Cochabamba.
Lo que sí, es que no fue un aniversario más en la vida de COBOCE, porque en un atrio lateral de la fábrica en funcionamiento y con una vista a lo que será la nueva línea de producción, o más propiamente en breve la moderna fábrica, estuvo presente el fundador y visionario Jaime Méndez Quiroga, con Graciela Muñoz, su esposa y compañera de ideales y privaciones económicas, que hace 46 años, junto con otros emprendedores, asumieron el reto histórico de fundar una Cooperativa Industrial para producir cemento. Los trabajadores erigieron, allí mismo, como una forma de reconocimiento, un monumento a Jaime Méndez Quiroga, que trasunte para la historia el paso de este hombre con su obra y su ejemplo, aun conocedores que a él nunca le gustó el culto a la personalidad.
El 4 de diciembre de 1966 estuvo unido a un doble significado: la puesta en marcha de la Cooperativa con participación de la gente mediante la compra de certificados de aportación y un modesto capital de no más de 1.667 dólares y la bandera que fue izada desde ese momento de lo que luego se consolidaría en el país como un modelo de cooperativismo industrial, dando origen al más grande proyecto basado en la doctrina y la ideología cooperativista, que resumió su fundador en cuatro pilares: equidad, justicia social, justa distribución de la riqueza y fuentes de trabajo. Hoy se multiplican seis grandes empresas relacionadas con la construcción, dos asociadas y el diario OPINIÓN.
La historia de COBOCE, de su fundador y de los pioneros que llevaron adelante esta obra es una historia llena de dificultades, condiciones adversas sociales y políticas, pero al mismo tiempo, como todo en la vida, de situaciones que admonitoriamente resultaron también favorables para lo que sería el gran evento industrial cooperativista.
Las obras y las transformaciones que se dan en determinados períodos de la vida de los países y de la gente están unidas a los grandes liderazgos, es decir a personas, que no sólo tienen y exponen ideas, sino que las llevan a cabo con presencia de conducta y principios. Estos dos conceptos se unen a los valores, pues en el caso del fundador de COBOCE, desde los inicios de la obra fueron inclaudicables, ya que prefirió el sistema cooperativista donde la propiedad se expresa en igualdad de condiciones para los socios, más allá del capital y del poder económico. Esto fue el inicio, que por encima de la obra material, que años después representaría la fábrica, trazó el camino de la creación de una moral cobociana en la que tanto insiste Jaime Méndez Quiroga, y que debe servir para guiar a las nuevas generaciones de los trabajadores, de sus dirigentes y ejecutivos.
La palabra serena, reflexiva y aquel dicho de trabajar y hacer las cosas de forma clara, clarita, cristalina como el agua, ch’uwa, ch’uwita, repetido de manera insistente por el fundador, desde hace 46 años, forman parte, junto con su pensamiento, del ideario cobociano.
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