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jueves, 16 de marzo de 2017

indignados por la afirmación de Romero en Viena, fuimos primeros en la protesta mediante las redes, no es posible admitir los embustes de Evo sin el enojo, mejor "el cabreo" consiguiente. El Deber se refiere al tema del consumo, sin que hasta hoy sepamos el "universo de masticadores" porque el Gobierno se empeña en ocultarlo.

Consumo de coca


E n el afán de defender la nueva ley de la coca y la decisión del Gobierno de legalizar los cocales de Chapare, donde surgió la figura política de Evo Morales, el ministro de Gobierno, Carlos Romero, aseguró en Viena (Austria) que siete de cada 10 bolivianos consumen la hoja. Esta afirmación se suma a otras iniciativas del Gobierno para sustentar la ley mencionada, iniciativas que incluyen la afirmación del presidente Morales de que “la coca de Yungas es solo para los ricos”, o su confianza de que el consumo de la coca crezca dentro y fuera del país.

Lo que dijo Romero es algo que ha sorprendido a muchos bolivianos e indignado a la mayoría de los ciudadanos que se expresan a través de las redes sociales, e incluso de algunos medios convencionales de comunicación, como son las escasas radioemisoras independientes.

Romero ha tocado un tema muy sensible, pero lleno de misterios. Uno de ellos es el estudio realizado en 2012 por la Unión Europea para saber cuántos bolivianos tienen el hábito del acullico, estudio que fue archivado de manera inexplicable y del que solo se conocen algunas filtraciones. Aquel estudio habría establecido que con solo 6.000 hectáreas de coca se abastecería la demanda del consumo tradicional, pero, extrañamente, el Gobierno aseguró, al tiempo de aprobar la nueva ley, que habría sido detectado por ese estudio que se necesitan 16.000 hectáreas.

Para comenzar, entonces, habría que pedir que se conozca el estudio mencionado en toda su extensión, y mejor si llegara con explicaciones de los motivos por los cuales se lo mantuvo oculto. Pero además habría que explicar por qué no se atiende el pedido de los cocaleros de Yungas para que se realice un referéndum destinado a saber cuántos consumidores existen en el país y cuál es la coca que prefieren. Tanto han pedido esto los cocaleros de Yungas que, finalmente, después de que se aprobó la nueva ley, ellos optaron por anunciar que pedirán el referéndum “al próximo Gobierno”.

También habría que responder a la pregunta que hacen esos mismos cocaleros: si, según la ONU, el 94% de la coca de Chapare se va al narcotráfico, adónde va el restante 6%. Lo cierto es que la afirmación de Romero en Viena ha despertado inquietud en el país. Se espera una respuesta seria del Gobierno, no una voz que represente solo a los que dejaron de ser ilegales. La reputación del país, ya muy lastimada por la droga, ha sido más golpeada todavía por estas afirmaciones, aparentemente, sin base científica del ministro Romero, lo que no permite despejar las susceptibilidades que despierta un asunto extremadamente delicado 

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