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jueves, 3 de marzo de 2016

El Dia se refiere a "los zarpasos desesperados del régimen" para esconder sus fechorías y arremete contra todo lo que puede, miente, dice medias verdades, lanza amenazas y reprime con fiereza. es una nueva demostración de poder ante el ciudadano y nuestras FFAA? muy bien gracias, cambiándose uniformes y marchando...qué verguenza!



La Iglesia Católica pedía no echar más leña al fuego en el caso Zapata y sonaba como si se estuviera compadeciendo de los que han usado el Estado como si fuera un club social donde pueden ingresar los amigos e invitados a disfrutar de las instalaciones, hacer negocios y agrandar sus cuentas bancarias.

A estas alturas todos los bolivianos, hasta el más cándido, sabe exactamente lo que ha ocurrido y conoce muy bien la conducta de nuestros gobernantes, mientras estos discurren con torpeza y mucho nerviosismo, poniendo en peligro la estabilidad del país, que suficiente tiene con los nubarrones económicos que ya se están posando en nuestro horizonte.

Hace bien la Iglesia en hacer este pedido, que equivale a no hacer leña del árbol caído y, sobre todo, no pelear con el gato panza arriba, pues resulta riesgoso. Ante los continuos descubrimientos y revelaciones que aparecen todos los días, van surgiendo propuestas que atentan contra la libertad, como la idea de limitar el uso de las redes sociales o la de crear un organismo de control político, al mejor estilo de los gobiernos de facto del pasado.

Es tal la desesperación de las autoridades que ya perdieron credibilidad y que están al borde de extinguir la confianza de los bolivianos, que en este momento son capaces de cualquier maniobra para deslindar responsabilidades y sostener la teoría del complot, con argumentos cada vez más infantiles. Lo más lamentable de todo este espectáculo grotesco ha sido la utilización de un niño que está bajo el acecho mediático. En una sociedad medianamente decente, ese menor ya hubiera estado bajo la protección de organismos competentes para evitar el extremo de llevarlo ante las cámaras de televisión como si fuera un animalito de circo, idea que ha estado cobrando fuerza en las mentes enfermizas de quienes ahora deben pagar las consecuencias de sus actos.

Es obvio que no se puede confiar en ninguna comisión parlamentaria, en fiscales o cualquier otro funcionario que meta mano al asunto. No se trata de justicia, leyes ni racionalidad, sino de pulseadas, golpes bajos y rabietas que tienen su origen en los resultados adversos del referéndum del 21 de febrero, que necesariamente tiene que producir estos zarpazos y un reacomodo de los cuadros internos del oficialismo. La idea no es ignorar lo que está ocurriendo, pero tampoco cargar las tintas. Ellos saben muy bien, que pese a todo el aparato propagandístico que sacan a relucir permanentemente, el deterioro marcha indefectiblemente, por razones que la ciudadanía entiende muy bien, más allá de los cuadros explicativos y las prolongadas exposiciones del elocuente segundo mandatario.

Por más que hagan todo por evitarlo, la suerte del poder hegemónico está echada y aunque tengan posibilidades todavía de torcer las leyes e inventar alguna movida de salvataje, la credibilidad perdida ya no se puede recuperar; no mientras sigan mintiendo y continúen manejando los dineros de la gente con tanta discrecionalidad.

Por más que hagan todo por evitarlo, la suerte del poder hegemónico está echada y aunque tengan posibilidades todavía de torcer las leyes e inventar alguna movida de salvataje, la credibilidad perdida ya no se puede recuperar; no mientras sigan mintiendo y continúen manejando los dineros de la gente con tanta discrecionalidad.

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