Una de las noticias más importantes y comentadas de la semana ha sido la suspensión de las actividades carnavaleras en la ciudad de Trinidad, donde hasta parece humor negro hablar de estos temas cuando el ochenta por ciento del departamento del Beni está con el agua al cuello.
Algunas autoridades han anunciado que no van a participar de las actividades festivas que comienzan este sábado, un asunto que cae de lógico, pero en la política nada parece tener razón, como sucede en Venezuela, donde el presidente Maduro, tal cual lo hizo con la Navidad, ha decidido adelantar la celebración del Carnaval, cuando ya suman trece los muertos por las protestas y más de 700 personas permanecen detenidas en las cárceles, donde se han denunciado actos de tortura.
En La Paz, el rector de la Universidad Mayor de San Andrés, Waldo Albarracín, le ha pedido al presidente Morales que suspenda todas las actividades carnavaleras en el país porque considera un gesto antipatriótico e inmoral, ponerse a bailar mientras algunos hermanos bolivianos están sumidos en la desgracia por las lluvias. Lamentablemente Albarracín no sabe para qué sirve el Carnaval. Esta fiesta es la más colonialista y política de todas, porque actúa como amnésico. Ni que fuera tonto.
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