La economía boliviana es la que más directamente puede sufrir las consecuencias negativas de la crisis argentina. Es de esperar que se tomen los recaudos correspondientes
Casi 15 años después de haber atravesado la peor de las muchas crisis económicas en las que cíclicamente cae como consecuencia de una sorprendente persistencia en la mala administración de sus abundantes recursos, Argentina está nuevamente al borde de una nueva, cuyas consecuencias negativas y sus efectos multiplicadores pueden afectar no sólo a todos sus habitantes sino también a otros países de la región, entre ellos el nuestro.
Las razones porque Argentina parece haberse especializado en el despilfarro de sus recursos, en el abuso del endeudamiento y en la irresponsable manera de jugar en los mercados financieros del mundo, conducta que se repite sin importar el signo ideológico en el que se inspiren sus gobernantes, es un misterio que ha llegado a ser tema de estudio en los círculos académicos del mundo. Y aunque no hay consenso al explicar el fenómeno, en lo que hay coincidencia es en que Argentina es el único país que ha logrado perfeccionar la fórmula del empobrecimiento colectivo. Después de haber ocupado el séptimo lugar entre las economías más prósperas del mundo hace sólo 100 años, ahora se destaca por ser uno de los países que más dificultades tiene para detener su marcha hacia atrás.
El más reciente ejemplo de esa tendencia histórica ha sido un fallo de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos en contra de la causa argentina que se proponía eludir la obligación legal de honrar deudas que se remontan al año 2001, cuando se produjo el más reciente de los colapsos cíclicos de la economía argentina.
Las dificultades provenientes de ese fallo, cuyo resultado no fue sorpresivo sino muy previsible, se fueron agravando durante los días previos al dictamen por una incomprensible actitud del Gobierno argentino que terminó de demoler la poca confianza que todavía quedaba entre sus interlocutores de los mercados financieros. Actitudes desafiantes, amenazas de no acatar el fallo, insultos y otras muestras de falta de seriedad lograron reforzar las inclinaciones victimistas de las que se nutre el populismo gobernante, pero tuvieron pésimos efectos sobre el ánimo de quienes ahora tienen en sus manos la suerte de la economía argentina.
La situación, de por sí grave, lo es mucho más si se considera que ya antes del fallo adverso la economía argentina estaba al borde del colapso. Durante los últimos tres años, las reservas internacionales se redujeron a casi la mitad y siguen cayendo a un ritmo alarmante, el déficit fiscal crece a un ritmo también acelerado y con él la inflación y el crecimiento del PIB previsto para el presente año está cerca del cero.
A pesar de lo deteriorada que está, la economía argentina es suficientemente grande para tener una fuerte influencia sobre los demás países de la región. Y la economía boliviana es la que más directamente puede sufrir las consecuencias negativas. Es de esperar, por eso, que antes de que sea demasiado tarde se tomen los recaudos correspondientes. Para ello, no ocultar la información relativa al tema es una condición indispensable.
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