Convulsión y Enfrentamiento denomina OPINION al momento nacional
El Gobierno tiene que acercarse a los sectores, porque por un lado está el problema económico, pero por otro el descontento social, que genera descontrol y enfrentamiento. En el ambiente nacional persisten preguntas sobre la situación social que está enfrentando el país desde hace algunas semanas. A qué se deben las violentas marchas que han focalizado su acción en Cochabamba y La Paz, principalmente, también el ciudadano común busca explicación sobre el precio de los alimentos, del transporte, sector principal que desde hace varios días ejercita movilizaciones que se expresan en bloqueo de calles y avenidas, y en agresiones.
Estas expresiones de protesta encuentran amplificación mediática porque la situación está presente ante los ojos de los ciudadanos, perjudicados cada mañana, desde hace varios días, de asistir a su trabajo en forma normal, que sus hijos no pueden trasladarse a la escuela porque no tienen garantía ni seguridad para hacerlo, que el comerciante cierre sus puertas porque peligra su mercadería o que la vendedora ambulante corretea de un lugar a otro cuidando su escasa mercadería de cualquier desborde de los que protestan. Los casos de violencia se generan cuando grupos de transportistas que marchan, no sólo bloquean o interfieren el normal desarrollo de las actividades de la ciudad, sino que arremeten contra vehículos particulares, les rompen los vidrios o desinflan los neumáticos, o peor aún se enfrentan con vecinos como ha sucedido hace algunos días en una de las peores jornadas que ha vivido el pueblo cochabambino. Las causas para estas manifestaciones, como todos saben, están en la persistente y, por ahora, inflexible decisión de los transportistas sindicalizados y libres, de lograr un incremento de 0.50 centavos en el precio de los pasajes, monto que sostienen, no es significativo, porque ellos, tienen que mantener sus costos de operación y que, según, añaden, también deben hacer frente al costo elevado de los alimentos de primera necesidad. La polémica está abierta, aunque la misma ha trascendido los límites de la escasa negociación que se ha realizado hasta el momento en la mesa del diálogo, y ha ganado las calles. Las causas más próximas son anotadas por casi la generalidad de los sectores sociales, los que son adictos al oficialismo y los otros, en el denominado “gasolinazo”, en el aumento de precios de alimentos, en el “azucarazo” calificado como un error de parte del Gobierno y que en realidad ha sido reconocido incluso por altas autoridades respecto a la agencia oficial de distribución de este producto. Lo cierto es que existe un ambiente de convulsión social que merece ser atendido en sus soluciones por las autoridades, y esto, más allá de ensayar culpables o situaciones políticas achacadas a una oposición, que hasta donde se puede verificar, es tan débil que no tendría el poder suficiente para organizar una modesta marcha. Las protestas de hoy no son menores. Por un lado los transportistas que pueden reunir a miles de personas en una manifestación, los maestros y los vecinos que reivindican mejores condiciones de vida y salarios y la Central Obrera Boliviana que en este clima social, parece refortalecerse. El Gobierno tiene que acercarse a los sectores, promover el diálogo, porque por una lado está el pedido económico, pero por otro, debe cuidar el flanco del descontento social, que genera, casi siempre descontrol y enfrentamiento, en momentos en que la gente se vuelca a las calles, lugar que ofrece un escenario donde la protesta que puede tener los mejores argumentos sociales y reivindicatorios, se pierde en su naturaleza y su reconocimiento legal, cuando ingresa al abuso, al enfrentamiento entre ciudadanos y a la agresión. (Texto de Opinión. Imagen de www.eju.tv)
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