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lunes, 23 de febrero de 2009

el periódico OPINION saliendo por los fueros de la Institucionalidad patria señala el rol de las fuerzas armadas en editorial que guardaremos entre los imperdibles.

Las Fuerzas Armadas no están para reprimir ni a políticos ni a la población
Ojalá que las Fuerzas Armadas no sean utilizadas para fines políticos partidistas, y que no se las dañe politizándolas con proyectos sectarios. Sería no solamente retroceder a épocas tristes de la historia boliviana, importaría jugar con su propia sobrevivencia y unidad.

La Constitución Política del Estado, la actual, como las anteriores que han regido la vida republicana de Bolivia, en términos más o menos similares, sostienen que las Fuerzas Armadas de la Nación tienen como misión principal defender y conservar la soberanía nacional, su independencia, el honor nacional, defender la Constitución Política y cooperar en el desarrollo integral del país, y por supuesto garantizar la estabilidad del Gobierno legalmente constituido.Durante los años de democracia que viven los bolivianos, a partir de la recuperación del sistema, en 1983, las Fuerzas Armadas se han caracterizado, en términos generales, por cumplir estos preceptos tan venidos a menos en gobiernos de las dictaduras que las utilizaron como mecanismos de represión y de conculcación de los derechos ciudadanos. Es cierto, que este fenómeno se dio en varios países de Latinoamérica, donde incluso se formó una especie de eje militarista que tomó el control de los gobiernos de algunos países y que realizaban tareas coordinadas en la represión, a nombre de combatir a la izquierda internacional. La gente que vivió esos momentos no puede menos que guardar recuerdos de miedo y animadversión contra esta institución.El posterior desarrollo democrático reubicó a las Fuerzas Armadas en su papel esencial, constituyéndose luego, en muchos casos, en una especie de guardián de la democracia.Debe ser por todos estos resumidos antecedentes que la población cuando escucha que son las Fuerzas Armadas que intervienen en operativos de detención de ciudadanos, como se ha denunciado últimamente en Pando, retorna al temor y a la incertidumbre, posiblemente acrecentados, cuando son altas autoridades de Gobierno que advierten, que la presencia militar en ese departamento será mayor y que los ciudadanos tendrán que acostumbrarse a esta situación.Ojalá que las Fuerzas Armadas no sean utilizadas para fines políticos partidistas, y ojalá que no se las dañe politizándolas con proyectos sectarios. Sería no solamente retroceder a épocas tristes de la historia boliviana, importaría jugar con su propia sobrevivencia y unidad.Durante el pasado Estado de sitio que dictó el Gobierno en Pando, donde hubo una fuerte presencia militar, se atropellaron derechos ciudadanos y se registraron detenciones sin observar ninguno de los procedimientos legales y trasladando a los detenidos a La Paz. Esta práctica que parecía superada y soportada sólo por dicho Estado de excepción, se ha vuelto a repetir hace pocos días con la detención de siete ciudadanos. Grupos encapuchados, sin orden legal y en horas de la madrugada, irrumpieron en forma violenta en domicilios de ciudadanos pandinos con el argumento de investigar los sucesos del pasado 11 de septiembre en Pando.Si en estas acciones participaron militares sería algo nefasto, que recordaría acciones de militares y paramilitares que actuaban durante las dictaduras de Banzer y de García Meza. Los militares no están para reprimir ni a políticos de oposición, ni a la población en general.

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