Dante N. Pino Archondo
Felón
(sinónimos: desleal, falso, traidor, pérfido, bellaco, engañoso, indigno, infame, perverso)
La conducta que reniega de palabra u obra respecto a una asociación o grupo que contiene ideas comunes o prácticas iguales, se conoce como traición. El traidor es por tanto un renegado. La traición de Judas en el escenario judeo– cristiano, manifestada en el beso que señala al “Maestro”. O la traición de Marco Junio Bruto que lideró la muerte de César, o el colaboracionismo de Pétain con los nazis. Traiciones que nos enseñaron a detestar al renegado. No es nada nuevo.
Y los que se consideran pulcros anti– neoliberales, limpios de las practicas de la politiquería tradicional e inmaculados sacerdotes del nuevo mensaje, ven ahora sin una pizca de rubor que están enlodados hasta el cuello en las misma prácticas de las cuales nos quisieron hacer creer que abjuraron.
César López ya fue un traidor en el gobierno de Sánchez de Lozada cuando hacía conocer las órdenes de sus Comandantes y del propio Ministro de Defensa Carlos Sánchez al ex capitán Juan Ramón Quintana. Que le valió el reconocimiento de este por sus ¡nobles actos!, durante los hechos de octubre de 2003.
La traición de Judas se pagó con treinta monedas de plata, la de López con el cargo de Director Nacional de Aduanas. El contrato no escrito estipulaba la duración del cargo mientras Quintana sea Ministro. El resto eran negocios. Quintana rompió el contrato y lo dejó en la calle al ahijado, doble puñalada.
La factura se pagó con las declaraciones públicas que ratificaron lo que ya se supo en el caso del contrabando en Pando. Esos “rumores” de entonces se convierten en “indicios de prueba” ahora.
Traidor es también el que prometiendo tener una conducta leal de lucha contra la corrupción reniega y se entrega a la inmoralidad del desenfreno perverso de la corrupción. Infectó el discurso de su Presidente, y mientras dure la asociación de Evo Morales con Quintana ese discurso está contaminado de descaro e indecencia.
No es cosa de posicionamiento político: derecha – izquierda. Es cuestión de calidad moral y de principios. De los cuales carecen varios Ministros. San Miguel, ¡cuando no!, tratando de poner pomadas para evitar la inflamación causada por la corruptela, o el señor Rada buscando al golpismo “cívico – prefectural” como los causantes de la infamia. Todos cómplices de una u otra manera en los hechos de Pando. Se abrazan y se sostienen. No les queda otra.
Y a este club de indecorosos y obscenos compinches de la corrupción en el propio seno del Gabinete de Evo Morales, no les queda otra que pelear, llevándose con ellos al hermano Presidente o renunciar y buscar la forma de negociar su salida. Porque quien crea que estos personajes tienen la valentía civil de enfrentar la Justicia sin el Poder en las manos se equivocan. Harán lo mismo que los anteriores, negociaran su salida.
No tendrán ni de lejos la valentía de Oscar Eíd, cuando dio la cara y puso las manos al fuego por Jaime Paz Zamora. No alcanzaran nunca el temple de Leopoldo Fernández para soportar la humillación y la injusticia que estos deshonestos Ministros le infligieron. ¡No eso no vamos a ver! La cobardía que los llena de pies a la cabeza hará que obliguen a Evo Morales a protegerlos, y luego a ampararlos con algún cargo de Embajadores como se hizo con Jorge Alvarado en el caso de la venta de petróleo. ¡Esto es el M.A.S. ni más ni menos!
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