Cochabamba. En medio del cortejo fúnebre del mecánico asesinado, los productores de coca enfurecidos de Colomi apedrearon e hicieron huir a dos patrullas policiales. Insisten en culpar a los uniformados por el crimen de Samuel Vallejos
La tensión escaló durante el cortejo fúnebre de Vallejos. La rabia movió a los pobladores
“¡Evo, asesino!”, gritaban rabiosos los cocaleros y pobladores de Colomi (Cochabamba) que ayer despidieron al mecánico de 27 años, Samuel Vallejos, asesinado, presuntamente, con el impacto de una canica que le perforó el pecho, disparada con un arma casera, dijo la Policía.
A 53 kilómetros de la capital, Colomi el martes fue un polvorín. Allí hubo el bloqueo carretero que duró tres días. En medio de la protesta cocalera, que exige al Gobierno que los reconozca como productores de coca legales, ese martes, Vallejos ‘apareció’ muerto, escondido debajo de unas calaminas, cerca del punto de bloqueo y poco después de los choques entre los uniformados y los cocaleros.
La muerte que coincidió con el momento de la refriega ha hecho que los productores de este municipio de Chapare, bastión político del presidente y líder cocalero Evo Morales, sea cuestionado con dureza por este grupo de productores campesinos.
Por el Gobierno, han respondido los ministros de Desarrollo Rural, César Cocarico, y de Gobierno, Carlos Romero. Cocarico ha reiterado ayer que la opción a dialogar con los manifestantes está cerrada, mientras que Romero acusó a los cocaleros de mentir al decir que Vallejos murió por herida de bala y que lo asesinó la Policía en la refriega.
Los ánimos caldeados
Los ánimos se caldearon poco antes de que se iniciara el cortejo fúnebre, ya en la tarde, cuando los familiares de Vallejos vieron pasar cerca del velorio a una camioneta policial. Inmediatamente, las piedras volaron hacia el vehículo que logró escapar. La misma suerte corrió otra camioneta de la institución verde olivo, que retrocedió hacia su punto de origen, antes de enfrentarse con los ya enardecidos campesinos que habían llegado a tropel al velorio.
“¡Evo, asesino!, ¡Evo, asesino!”, rugían. “¡Justicia, justicia para Samuel!”, coreaban. Para terminar con la consigna: “¡Fusil, metralla, el pueblo no se calla!”. Sobraron estribillos como esos de las voces de los manifestantes que hacen una vigilia cerca de la carretera, mientras los más cercanos a Vallejos lloraban su partida. “Ahora sabemos quienes nos gobiernan”, dijeron sus familiares, ahogados en llanto. El ambiente se hizo complicado para todo aquel que fuese extraño al pueblo y a los cocaleros. Todos eran sospechosos de trabajar para la Policía.
Los cocaleros creen que fue el presidente Morales el que ordenó reprimirlos en Colomi. Tanto así que en los días que duró el bloqueo, los pobladores colgaron dos muñecos, en uno los manifestantes escribieron el pedido de renuncia de Romero y en el otro pusieron una inscripción que acusaba al presidente por el asesinato de Vallejos.
Por estas acusaciones, Romero ha advertido con acciones legales si los dirigentes del bloqueo no se retractan de lo dicho.
Sin bloqueo, la pelea sigue
De acuerdo con el presidente del comité de bloqueo, Edgar Lino, lo que exigen al Gobierno es la incorporación de los municipios de Colomi, Pojo, Tiraque, Cocapata y Pocona en la reglamentación de la Ley General de la Hoja de Coca y los reconozca como productores legales con 700 hectáreas de cultivos.
Pese a la suspensión de viajes por tierra entre Santa Cruz y Cochabamba en las terminales de buses, ayer ya no hubo bloqueos en Colomi. Sin embargo, según explicó Lino, su lucha no se ha detenido, más ahora cuando ellos asumen que los uniformados pudieron tener responsabilidad en el asesinato del mecánico de esa localidad durante la represión policial del martes.
“(Hemos) decidido (exigir) la renuncia del ministro (Cocarico). Estamos pidiendo su renuncia porque es un incapaz, necesitamos uno que sepa de la historia (de los cultivos de coca en) Cochabamba; nos está dividiendo y su provocación no nos gusta”, dijo el dirigente Pedro Quiroz, según la Red Erbol.
EL DEBER / Miguel Ángel Melendres
La tensión escaló durante el cortejo fúnebre de Vallejos. La rabia movió a los pobladores
“¡Evo, asesino!”, gritaban rabiosos los cocaleros y pobladores de Colomi (Cochabamba) que ayer despidieron al mecánico de 27 años, Samuel Vallejos, asesinado, presuntamente, con el impacto de una canica que le perforó el pecho, disparada con un arma casera, dijo la Policía.
A 53 kilómetros de la capital, Colomi el martes fue un polvorín. Allí hubo el bloqueo carretero que duró tres días. En medio de la protesta cocalera, que exige al Gobierno que los reconozca como productores de coca legales, ese martes, Vallejos ‘apareció’ muerto, escondido debajo de unas calaminas, cerca del punto de bloqueo y poco después de los choques entre los uniformados y los cocaleros.
La muerte que coincidió con el momento de la refriega ha hecho que los productores de este municipio de Chapare, bastión político del presidente y líder cocalero Evo Morales, sea cuestionado con dureza por este grupo de productores campesinos.
Por el Gobierno, han respondido los ministros de Desarrollo Rural, César Cocarico, y de Gobierno, Carlos Romero. Cocarico ha reiterado ayer que la opción a dialogar con los manifestantes está cerrada, mientras que Romero acusó a los cocaleros de mentir al decir que Vallejos murió por herida de bala y que lo asesinó la Policía en la refriega.
Los ánimos caldeados
Los ánimos se caldearon poco antes de que se iniciara el cortejo fúnebre, ya en la tarde, cuando los familiares de Vallejos vieron pasar cerca del velorio a una camioneta policial. Inmediatamente, las piedras volaron hacia el vehículo que logró escapar. La misma suerte corrió otra camioneta de la institución verde olivo, que retrocedió hacia su punto de origen, antes de enfrentarse con los ya enardecidos campesinos que habían llegado a tropel al velorio.
“¡Evo, asesino!, ¡Evo, asesino!”, rugían. “¡Justicia, justicia para Samuel!”, coreaban. Para terminar con la consigna: “¡Fusil, metralla, el pueblo no se calla!”. Sobraron estribillos como esos de las voces de los manifestantes que hacen una vigilia cerca de la carretera, mientras los más cercanos a Vallejos lloraban su partida. “Ahora sabemos quienes nos gobiernan”, dijeron sus familiares, ahogados en llanto. El ambiente se hizo complicado para todo aquel que fuese extraño al pueblo y a los cocaleros. Todos eran sospechosos de trabajar para la Policía.
Los cocaleros creen que fue el presidente Morales el que ordenó reprimirlos en Colomi. Tanto así que en los días que duró el bloqueo, los pobladores colgaron dos muñecos, en uno los manifestantes escribieron el pedido de renuncia de Romero y en el otro pusieron una inscripción que acusaba al presidente por el asesinato de Vallejos.
Por estas acusaciones, Romero ha advertido con acciones legales si los dirigentes del bloqueo no se retractan de lo dicho.
Sin bloqueo, la pelea sigue
De acuerdo con el presidente del comité de bloqueo, Edgar Lino, lo que exigen al Gobierno es la incorporación de los municipios de Colomi, Pojo, Tiraque, Cocapata y Pocona en la reglamentación de la Ley General de la Hoja de Coca y los reconozca como productores legales con 700 hectáreas de cultivos.
Pese a la suspensión de viajes por tierra entre Santa Cruz y Cochabamba en las terminales de buses, ayer ya no hubo bloqueos en Colomi. Sin embargo, según explicó Lino, su lucha no se ha detenido, más ahora cuando ellos asumen que los uniformados pudieron tener responsabilidad en el asesinato del mecánico de esa localidad durante la represión policial del martes.
“(Hemos) decidido (exigir) la renuncia del ministro (Cocarico). Estamos pidiendo su renuncia porque es un incapaz, necesitamos uno que sepa de la historia (de los cultivos de coca en) Cochabamba; nos está dividiendo y su provocación no nos gusta”, dijo el dirigente Pedro Quiroz, según la Red Erbol.
EL DEBER / Miguel Ángel Melendres
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