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martes, 29 de noviembre de 2016


"el kencherío de Evo". la mala fortuna. la fatalidad. los desastres persiguen a Evo



El texto que sigue es de El Deber, con el título ligth "la mala hora de Evo"

El año 2016 será recordado, seguramente, como uno de los peores años de la gestión del presidente Evo Morales. Las propias falencias de su mandato, el veredicto del 21-F en las urnas, el bajón económico y el desbarajuste climático confabularon contra sus planes en esta gestión. Con todas sus implicancias políticas, la denuncia periodística sobre la designación de la expareja del mandatario Gabriela Zapata como gerente de la empresa china CAMC, concesionaria de multimillonarias obras de infraestructura, disparó al comienzo del año un escándalo que terminó afectando la imagen presidencial.

El caso ahondó la preocupación por las sospechas de corrupción en la administración pública que ya se había establecido el año anterior con el desvío de recursos estatales en el Fondo Indígena (Fondioc), en el que estuvieron involucradas altas personalidades del Gobierno. El mayor golpe político sobrevino el 21 de febrero, cuando una mayoría de los bolivianos le dijo No a sus aspiraciones para una re-reelección en 2019, cuando termina su mandato constitucional. Fue una señal clara de que la población rechaza la concentración de poder y el continuismo a cualquier precio.

Después vinieron las noticias negativas de la economía. El bajón, producto de la caída en los precios de las materias primas, principalmente el petróleo y sus derivados, generó una ralentización de la economía boliviana, lo que obligó –entre otras medidas de ajuste– a suspender este año el pago del doble aguinaldo. La previsión es que la caída en la actividad económica continuará en 2017, lo que muestra que el boom económico se terminó para el Gobierno de Morales. Para colmo de males, la sequía y la falta de previsión en la empresa Epsas en La Paz ha desatado la mayor crisis de agua de la historia del país. El propio mandatario reconoció que no fue oportunamente informado sobre un problema estructural que no tendrá solución inmediata y que ha colapsado la provisión de agua para más de un millón de personas. La designación de cuadros políticos en una empresa que requiere técnicos está detrás del descalabro en Epsas, una empresa pública que se aplazó en sus funciones de servicios.

La crisis del agua abre, de hecho, un frente de conflicto social muy serio, lo que tendrá efectos negativos para la imagen del Gobierno de Morales. ¿Solo cuestión del clima y de los dioses que no envían las lluvias? O, más bien, ¿ineficiencia y crisis de un modelo estatista que hace aguas? Lo evidente es que la gestión de Morales muestra signos de un desgaste inevitable que afecta a millones de personas.

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