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sábado, 26 de noviembre de 2016

Lupe Cajías aviva nuestra mente nos recuerda a Chávez, sus visitas, las tropas que traía a Bolivia llegando a cualquier hora, siempre con "sus petro dólares" que no eran suyos sin del Tesoro de Venezuela, nos recuerda que pasó el tiempo "cuando debió ahorrarse" en vez de preocuparse tanto de ser reelegido, debió, debe trabajar Evo en resolver problemas.

¿Se acuerdan cuando venía un militar de boina roja y regalaba cheques aquí y allá, hasta maletines llenos de odiosos dólares? Arribaba con o sin permiso, con gran número de cortesanos y se atrevía a adelantar qué debía hacer el ministro tal o la empresa cual. Muchas veces pregunté por qué y para qué llegaban también sus tropas y cuál era el objetivo real del búnker construido en la plaza principal de Obrajes, en La Paz.

¿Cómo rendía cuentas de ese dinero que obviamente no era de él, ni de su familia ni de su heredero? No existen rastros para conocer cifras reales de cuáles fueron donaciones, cuáles préstamos, cuáles fondos para las diferentes campañas populistas en el continente. Se decía que el mercado venezolano suplantaría exitosamente a otros países y los textiles bolivianos tendrían futuro promisorio.

Apenas un lustro más tarde, aquella caja falsamente repleta quedó sin papel higiénico, sin pasteles, sin remedios, sin pan y hasta sin ataúdes. Parece que el castigo a Gomorra se repite. Los excesos llevan a catástrofes humanitarias. Peor los excesos consumistas de los nuevos ricos, generalmente no generadores de su propia fortuna, sino acaparadores de reservas públicas.

Hace poco, el masismo se daba el lujo de regalar una estatua (ya podrida) de un millón de dólares a la capital federal argentina. ¡Qué generosos! Aviones, helicópteros, viajes de sus amigos en vuelos chárter a cualquier lugar del mundo, palacios, palacetes, teleféricos, mobiliario importado, alfombras persas…

Mientras se pasó el tiempo donde debió ahorrarse. En vez de trabajar todo 2016 se dedicó a la imposición para eternizar al cocalero Evo Morales, a la cabeza de Iván Canelas. No hicieron caso a las advertencias. El no-licenciado Álvaro García Linera anunció que el 21 de febrero se apagaría el sol y las estrellas; se equivocó: el firmamento sigue allá arriba; es acá abajo donde falta agua y ahora también la luz.

¿Es Apocalipsis now? Quizá. Era previsible según los análisis de expertos en el tema y por lo que informaron hace meses responsables de la cooperación internacional que trabajan en el área del agua potable, el saneamiento básico, la preservación de las áreas protegidas, la observación de tantos cocales que afectan la humedad tradicional.

Más allá de causas globales, el drama paceño, potosino, orureño, chuquisaqueño, chaqueño pudo prevenirse si no estuviesen hechas trizas las instituciones nacionales, si no se multiplicasen pegas para los mismos viajeros de los chárter. Si en vez de cerveza se amara más al agua del manantial. Venezuela ya está aquí

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