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sábado, 28 de mayo de 2016

apreciar la diferencia entre "cocanis" y "cocaleros", los que la comercializan y los que la producen, entre lodel Chapare (excedentarios) y los deYungas (tradicionales para el akullico) los problemas que confrontan hoy, basados entre otros, los amores de Evo con Gaby. El Deber, SC

La hoja de coca está creando problemas crecientes en el país, incluso sin tomar en cuenta los que crea a escala internacional por los alcances de la droga que se produce con ella. Los vendedores de hoja de coca en las ciudades del país, llamados ‘cocanis’, están ahora molestos por la disposición del Gobierno central de que los propios cocaleros deben ser quienes vendan la hoja al raleo.
Dicen los dirigentes de los cocanis que, con esta nueva medida, otros 35.000 vendedores de coca se sumarán a los miles que ahora están a cargo de ese comercio, abriendo una competencia protegida y promovida por el propio Gobierno. Es una manera curiosa de crear empleos en el país, desplazando a los vendedores tradicionales de la hoja, que pagan tributos municipales donde les exigen, pero que también venden otras cosas.

Los vendedores sospechan que se trata de una disposición del Gobierno dirigida a desplazarlos a ellos y a poner en su lugar a los hijos o nietos de los cocaleros, que ahora no tienen tierra para cultivar, salvo que vayan a abrir nuevas áreas. 

Y hay un problema adicional, pues la coca de Chapare (Cochabamba) no sirve para el acullico, con lo que resulta que habrá 35.000 nuevos vendedores de coca de Yungas (La Paz) en las calles y en los mercados.

El tema es muy complejo, porque se trata de una nueva medida del Gobierno que no apunta al tema central, que es el exceso de áreas de cultivo, en contra de leyes específicas del país y violando compromisos internacionales. 

La Ley 1008, en efecto, dispone que en el país solo pueden haber 12.000 hectáreas de cocales y solamente en Yungas de La Paz. Los cocales de Chapare fueron llamados ‘excedentarios’ por un eufemismo de la misma ley, como un disimulado sinónimo de ‘ilegales’.

Al principio se habló de un plazo que tenían esos cocaleros para dedicarse a otros cultivos, pero poco a poco el tema fue diluido y ahora ellos gozan de una especie de licencia de facto.

Quizá convenga ahora, cuando hayan pasado las rabietas del Gobierno por las informaciones de un escándalo vinculado al primer mandatario y a una de sus amigas, y cuando se resuelva la incertidumbre política, que el país enfrente los problemas que provoca la hoja de coca.

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