Queda claro que, en 2015, la calle ganó por amplio margen en realizaciones y logros. Evidentemente, el país aún tiene una economía estable y, más allá del discurso ‘revolucionario’, la ortodoxia que privilegia el superávit, la inflación y la aún no efectivizada atracción de capitales extranjeros nos permitirán entrar a 2016 con dudas, pero, con alguna seguridad, sabiendo que el precio internacional del gas y de los minerales va a ser fundamental para mantener una nota media que le permita al Gobierno moverse en aguas relativamente tranquilas.
En la calle, la sociedad civil hizo lo suyo, tuvimos muchas manifestaciones ‘no gubernamentales’; obras de teatro todo el año; muchos libros presentados (tres mujeres se destacan con nota internacional); hubo cine hecho en casa; nuestro periodismo se portó muy bien, con dos premios fuera para los compañeros más destacados; los procesos de participación ciudadana con sus diferentes colectivos nos muestran que es posible mirar el futuro con esperanza, más allá de lo feo que se ven las cosas. Y es que allá, en lo institucional del Estado, la ‘feúra’ se nota en la corrupción, que ya no se puede tapar con uno, 20 o 200 detenidos, ‘depositados’ en cárceles hasta que las cosas se enfríen o hasta que la justicia, definida por el propio Gobierno como con olor a azufre y que causa náuseas, decida actuar. Y no es solo un tema del Fondo Indígena (FI) como el punto más visible de ‘lo horripilante’ a lo que se enfrenta el Gobierno de cara al referéndum ilegal, cohonestado por una asociación de poderes que dan la impresión de que, actuando de esa manera, se reparten o diluyen responsabilidades que algún día deberán ser revisadas.
Pero no es solo el asunto del asalto a las arcas del FI lo que está mal; aún tenemos asuntos irresueltos de la corrupción de la Policía, reconocida por el Comando Policial y el Ministerio de Gobierno; las barcazas chinas sin responsables, pero con varios millones extras pagados “para no perder lo depositado”; el escándalo de YPFB, el aumento del narcotráfico… Y se puede seguir, porque esto es a lo que se enfrentará el Gobierno en 2016; además de la baja de ingresos, le quedarán poco más de 50 días para que las urnas decidan si se viola o no la CPE, con fachada y respaldo legal
En la calle, la sociedad civil hizo lo suyo, tuvimos muchas manifestaciones ‘no gubernamentales’; obras de teatro todo el año; muchos libros presentados (tres mujeres se destacan con nota internacional); hubo cine hecho en casa; nuestro periodismo se portó muy bien, con dos premios fuera para los compañeros más destacados; los procesos de participación ciudadana con sus diferentes colectivos nos muestran que es posible mirar el futuro con esperanza, más allá de lo feo que se ven las cosas. Y es que allá, en lo institucional del Estado, la ‘feúra’ se nota en la corrupción, que ya no se puede tapar con uno, 20 o 200 detenidos, ‘depositados’ en cárceles hasta que las cosas se enfríen o hasta que la justicia, definida por el propio Gobierno como con olor a azufre y que causa náuseas, decida actuar. Y no es solo un tema del Fondo Indígena (FI) como el punto más visible de ‘lo horripilante’ a lo que se enfrenta el Gobierno de cara al referéndum ilegal, cohonestado por una asociación de poderes que dan la impresión de que, actuando de esa manera, se reparten o diluyen responsabilidades que algún día deberán ser revisadas.
Pero no es solo el asunto del asalto a las arcas del FI lo que está mal; aún tenemos asuntos irresueltos de la corrupción de la Policía, reconocida por el Comando Policial y el Ministerio de Gobierno; las barcazas chinas sin responsables, pero con varios millones extras pagados “para no perder lo depositado”; el escándalo de YPFB, el aumento del narcotráfico… Y se puede seguir, porque esto es a lo que se enfrentará el Gobierno en 2016; además de la baja de ingresos, le quedarán poco más de 50 días para que las urnas decidan si se viola o no la CPE, con fachada y respaldo legal
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