Cuentan que el general Óscar Nina, excomandante de la Policía, organizaba grandes fiestas para celebrar su cumpleaños y hasta contrataba bandas internacionales de música (especialmente mexicanas) para amenizar la juerga.
Eso fue justamente lo que llevó a sospechar que andaba en algo raro y sobre todo, muy rentable. Para cuando fue detenido, acusado de estar ligado al narcotráfico, Nina ya lucía como un “pez gordo”, seguramente con contactos de alto nivel y con fuerte protección de algunos camaradas, que según el propio presidente Morales, hasta reciben plata de los narcos a cambio de información valiosa de operativos y otras acciones.
No vamos a mencionar a algunos jueces, que por boca del mismo mandatario, liberan a los mafiosos como si fueran ladronzuelos de poca monta. El hecho es que Nina ha sido vinculado a una gran fiesta que tuvo lugar en Palmasola y se ha evidenciado que todavía goza de privilegios dentro de la Policía y el Gobierno, pues le habrían autorizado la celebración nocturna en tiempo récord, hecho que está prohibido por los reglamentos.
Lo de Nina también demuestra que sus finanzas y sus operaciones comerciales están intactas, hecho que prueba que la ley 1.008 no está funcionando, pues lo “normal” en el pasado era arrasar con los bienes del sospechoso. (Texto sabroso de El Deber..."bajo el penoco")
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