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jueves, 17 de septiembre de 2015

los sofistas que gozaron de cierto prestigio, descendieron pronto los escaños de la actividad política en Grecia cuando convirtieron su prédica en una mercadería. se los podía contratar según la ocasión y según la plaza, hasta que nadie creyó en ellos, sus sofismas ya no convencieron a nadie y pronto vendrían sus parientes los demagogos últimos en la escala del quehacer ciudadano.


ENTRE SOFISTAS Y DEMAGOGOS

Mauricio Aira

Los bolivianos vamos camino de “el cabreo”, el hartazgo, el cansancio en un largo sendero llamado “del cambio” que no termina nunca y van 10 años. Apelamos como siempre a la doctrina, a la historia para volver al presente, a la descarnada realidad de sofistas y demagogos que abruman.

Esto sucede cuando el mayor sofista, autonombrado vocero del empirismo político acepta la democracia como única manera de alcanzar el poder y el éxito social convenciendo mediante palabras y discursos asignándose el rol educacional que caracterizó a los sofistas de la Grecia de los 400 a.C. prohibidos como estaban de participar en política, resistidos por los conservadores y de las viejas formas como oligarquía y monarquía. Desarrollaron entonces teorías como el relativismo, el escepticismo, el convencionalismo y el empirismo a las que Platón se opuso.  Nuestro sofista repite que no existen verdades absolutas y que siempre éstas son relativas, o ponen en cuestión o incorporan dudas porque reconoce que las instituciones y las leyes y la moral son producto de convenciones válidas para un momento dado, que es “bueno y justo” lo que el pueblo así lo considera.

Durante estos ya largos años del evismo, el número dos ha venido confundiendo a muchos y sin duda impartiendo consignas sobre la manera de actuar primero de los funcionarios que al parecer le obedecen al pie de la letra, a su militancia, y simpatizantes. El último sofisma guarda relación con el concepto “reelección” que por acomodo político mediático cambia a “repostulación”, sin embargo de no haber clarificado qué es lo que defiende o critica, si acaso del poder político se trata.

Anota Alberto Ponce Fleig “recurrir al apoyo de ciertos grupos de interés y apelar a su masa puede constituir un éxito momentáneo, a tiempo que será la semilla de su próxima decadencia, perpetrando su propio suicidio. Mientras existan oídos para la música celestial que entona el paladín con poder seductor que puede mover los pies de la multitud, tratará de convertirse en un sargento instructor que desentona al gritar órdenes a sus subordinados. Cuando la música desafina, empiezan a vacilar los bailarines y se producen pisotones que persiguen remediar mediante latigazos”.

Se puede leer en “la vida de los sofistas” cómo devino su rol en “asalariados de tribunales y asambleas populares” al de maestros sofistas que mediante la retórica o el arte de la palabra trepaban en la escala de poder siempre y cuando respondiendo por la paga de los poderosos contuvieran a las masas distorsionando los hechos. Curioso, entonces 450 aC. , como en nuestros días estos, sirven como oportunistas al mejor postor, al poner sus conocimientos a la venta, argumentan ante los massmedia propiedad del Estado para que el ciudadano apruebe o rechace su voluntad, deviene entonces en un embrión del demagogo que aparecerá más tarde. Platón y Aristóteles se oponían rotundamente a trasmitir sus conocimientos para obtener dinero. Disfrazando la mentira en verdad, el engaño en retórica. Después de los filósofos, profundos buscadores de la verdad, los sofistas descendieron en un escaño.  Siendo extranjeros (de la Grecia antigua, claro) se les asigna la educación que distorsionan al convertirse en asalariados, porque no creían en el ideal de la verdad absoluta y priorizaban el concepto de utilidad, enseñando la virtud como la capacidad de ser eficaz en materia política. Platón criticaba a los sofistas por su formalismo y sus trampas dialécticas, pretendían la virtud que con tan solo el discurso retórico no puede ser relevante. Con las palabras se puede envenenar y embelesar con  razonamientos engañosos. Si la persuasión no está al servicio de la verdad sino de los intereses del que habla, el filósofo diría que los sofistas buscaban la “captura de las almas” en el más moderno tiempo diríamos “el lavado del cerebro”.

El sofista mayor busca posicionar el término “re postulación” para enmascarar el intento de re-re-reelección de SE  y, presumimos, también de sí mismo en la vicepresidencia. Realiza mítines con sus “movimientos” les instruye hablar de re postulación en lugar de reelección, acto seguido exclama “son las bases que piden el cambio de la terminología” clara maniobra para eludir el rechazo masivo a la reelección.
La dialéctica usada por el MAS puede ser impecable, razonada, doctrinal, elegantemente dicha por su vocero vicepresidencial destinada a convencer, aunque es indudable que cada vez más se está pasando por encima de lo tolerable dominado por la pasión contra el adversario. Retórica convertida en un sofisma cualquiera. Más aún en demagogo que manipula los sentimientos del ciudadano mediante el halago fácil y la promesa sin base para convencerle de la conveniencia de aceptar un programa político o un concepto determinado.









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