A LO MERO MACHO
Karen Arauz
Cuando alguien desea agasajar, antes de avanzar con ningún otro detalle
organizativo, la fecha del ágape tendrá necesariamente que ser acorde a la
agenda de los mariachis de su predilección. Los mariachis, cultores de la
magnífica cultura mexicana, son indivisibles a las costumbres bolivianas. Nadie contrata una batucada o un grupo de
música andina para sorprender el momento cúlmine del festejo. La sorpresa
esperada, son unos recios charros irrumpiendo en el salón con las famosas
mañanitas.
Los mexicanos han creado una imagen de machotes en virtud a su prolífica
industria cinematográfica que ha venido seduciendo a los bolivianos por
generaciones. Hasta ahí, todo está bien. El problema comienza cuando se adopta
la estampa del mero macho, más allá de la leyenda popular, hasta para la
conducción del Estado.
Esta actitud es un denominador común
a la adscripción al socialismo del Siglo XXI. Hace unos días, en ese
fiel estilo, el Presidente Correa tuvo la mala idea de responder a las críticas
en sentido que la convocatoria a sus secantes y pedantes intervenciones, era
como en todo lado, espontánea. Al desafiar -a lo mero macho- a la audiencia a
que levantara la mano quienes estaban ahí porque se les había pagado, grande
fue su sorpresa cuando la casi totalidad del auditorio, levantó la mano. Aparte
de lo hilarante de la situación, ha confirmado que ese tipo de actitudes, tarde
o temprano tienen un costo. El otro personaje que ha adoptado fielmente el
estilo, es Cristina Kirchner. Macha, desafía al juez Griessa -el malévolo
administrador de justicia de Nueva York- en sentido que si él intercede por los
fondos buitres, se está enfrentando a una tigresa que no se deja, aunque
termina su representación llorando de impotencia y susto en cadena nacional.
En Bolivia, los mero machos son abundantes. Tenemos candidatos que no
pueden -ni siquiera cuando tienen que hacer un gran esfuerzo para seducir
votantes- prescindir de esas actitudes perjudiciales. O pregúntenle a Ciro Zabala, el precio por dejar traslucir
sus íntimos pensamientos pancho villescos. El asambleísta Marca, que ya es
parte del anecdotario de lo insólito del pensamiento patriarcal y disparatado
de esta administración, ha dejado aflorar su primitivismo, al promover alguna ley
mediante la cual, se sancione a las mujeres que no tengan hijos.
El Japón y muchos países de Europa, han creado incentivos en búsqueda de aumentar
sus índices de natalidad. Maternidad es sinónimo de premios, cuidados
especiales, sueldos extraordinarios, soporte del Estado en el embarazo, el
alumbramiento y la atención de la madre y del hijo por al menos dos años luego
del nacimiento y posterior acceso a una fuente laboral, que garantice la
crianza del nuevo ciudadano. Son
sociedades que están envejeciendo y les preocupa que las nuevas pero
mermadas generaciones, no alcancen para
sostener el sistema de aportes que es de donde salen los fondos para el cuidado
de los ancianos.
Pero claro, acá, los mero machos, en ese estilo tan irreflexivo y estúpido
que han desarrollado proporcional a su poder, hablan de castigar a las mujeres
porque o no pueden, o no les da la gana de procrear. Estas consideraciones,
deben hacer reflexionar a las mujeres, si de verdad desearían tener un hijo,
que en virtud al pensamiento reinante, resulte otro ejemplar como los mencionados.
Evo Morales, en uso de sus
adquiridos poderes invencibles y extraordinarios, montó la nacionalización de
los hidrocarburos en una colosal demostración, que las cosas hay que hacerlas a
lo mero macho. Que después y bajo cuerda, terminó pagando a las petroleras por
haber formado parte del set de las épicas filmaciones, es otra historia.
Jindal, la empresa hindú que despertaría al gigante Mutún y que no pudieron
hacer mucho más por la falta de apoyo estatal imprescindible a un proyecto de esa
envergadura, -llámese infraestructura de gas natural o una trocal de la línea
férrea-, ha obtenido una resolución de la Corte Internacional de Arbitraje en
París, mediante la cual, se le debe pagar perentoriamente veintidós y pico de
millones de dólares, por el valiente cobro ilegal de las boletas de garantía
que el Estado boliviano tenía en su poder.
Está anunciada otra acción arbitral ante la misma instancia internacional
por daños y perjuicios, y esta vez, por cien millones de dólares por la interrupción
del contrato y porque, a lo mero macho, el gobierno boliviano, sin reconocer
que no movió un dedo para el cumplimiento de la parte del trato que le
correspondía, se apropió de toda la maquinaria e inversiones que había realizado la siderúrgica hindú. Sin
contar que apresó, recio varón como es, a los funcionarios que representaban a la
Jindal en Bolivia.
No se sabe si habrá alguien que temerariamente exija con relativo éxito,
que la rimbombante Procuraduría General del Estado exponga y demuestre ante la opinión pública
boliviana, cuáles fueron sus gestiones para evitar esta nueva sangría. Porque
está hartando que gracias a los machotes, nosotros los gallinas -enanos
empresarios incluidos- seamos los que se
la tienen que bancar.
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