El pasado lunes, #1 de Los Tiempos publicó un reportaje sobre el estado en que se encuentran las obras construidas con recursos provenientes del programa “Evo Cumple” que, en el caso de Cochabamba, alcanzan a poco más de 120 millones de dólares invertidos en 764 obras para deporte, salud y educación.
Se trata de obras que son concertadas con las Alcaldías —las más, si no las únicas, con alcaldes del MAS— y que se las adjudica por mecanismos distintos a los que establecen las normas y sin que, por lo que se conoce, se tenga que rendir cuentas contables al Estado boliviano.
Más allá de la buena voluntad que ha inspirado este programa (financiado, hasta 2011, con apoyo de Venezuela), lo cierto es que muchos de los proyectos ejecutados “a tan sólo meses de su entrega, e incluso algunos antes de ser inaugurados, presentan deficiencias en sus construcción; otros fueron mal planificados y otros están en desuso”.
Es corriente observar en las obras el mal uso de cemento cuando aparecen rajaduras, derrumbe de paredes, inundaciones por goteras o declives, el uso de las instalaciones como depósitos... en fin, daños que demuestran la poca planificación y la precariedad de las obras. Esto, a su vez, da cuenta de la importancia que tiene, cuando de dineros públicos se trata, de proceder conforme a norma, proceso que si bien no garantiza el cien por ciento de calidad, sí permite un mejor uso de los recursos y la posibilidad de ejercer una mejor supervisión.
Se trata, en definitiva, de otro ejemplo sobre la importancia de crear y respetar una institucionalidad democrática que permita que las buenas ideas no sean objeto de manipuleo ni aprovechamiento, y de la necesidad de que el Primer Mandatario revise los procedimientos utilizados en este programa.
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