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lunes, 25 de abril de 2011

hacemos nuestro el pedido de LT. Un crimen que debe ser esclarecido


Las autoridades policiales están en la obligación de esclarecer este crimen y hacer cuanto sea necesario para garantizar la seguridad de los periodistas
El brutal asesinato del Jefe de Informaciones de la Agencia de Noticias Fides, el periodista David Niño de Guzmán, ha conmocionado a la opinión pública nacional y ha tenido un fuerte impacto también en el exterior por una doble razón. Primero, porque se ha sumado a una ola de violencia que desde hace unos meses da alarmantes muestras de un constante ascenso en nuestro país y, luego, porque la víctima forma parte de un sector de la población que en diferentes partes del mundo es uno de los blancos preferidos de quienes por diferentes motivos quisieran desarrollar sus actividades libres de la mirada vigilante de los medios de comunicación.
En efecto, como es fácil constatar a la luz de las cifras que dan cuenta del constante incremento de la violencia criminal en Latinoamérica como en otras latitudes del planeta, los periodistas figuran entre las más frecuentes víctimas, lo que no puede atribuirse a la casualidad porque hay suficientes motivos para temer que ésa es una consecuencia directa de una labor informativa que incomoda a quienes por la naturaleza de sus actividades e intereses preferirían poder actuar lejos de la mirada vigilante de la sociedad.
Lo que ocurre en nuestro país durante los últimos tiempos es una clara muestra de lo dicho. La frecuencia con que trabajadores de la prensa son objeto de agresiones que van desde las verbales hasta las físicas así lo confirma.
Es también bien sabido que una de las características del modo de actuar de quienes pretenden silenciar a los medios de comunicación es a través del amedrentamiento, y que suelen enmascarar sus agresiones bajo la forma de delitos comunes lo que además de dificultar las investigaciones impide que el problema sea oportunamente aquilatado en su justa dimensión.
Dramáticas experiencias, como la que está sufriendo México, por ejemplo, donde las organizaciones mafiosas ligadas al narcotráfico se han propuesto silenciar a los medios de comunicación deben servir como un llamado de atención al respecto.
Cabe también recordar que durante las últimas semanas, mucho antes de que el caso del periodista Niño de Guzmán sacudiera la conciencia colectiva, ya fueron muchas las oportunidades en las que se alzó la voz de las instituciones representativas de las diferentes instancias vinculadas con la labor periodística para exigir a las autoridades correspondientes que pongan coto a una ola de agresiones que nada bueno auguran. Hasta ahora, esos pedidos fueron no sólo desoídos sino algunos incluso ridiculizados.
Con esos antecedentes, se explica que no sólo las organizaciones periodísticas, sino la sociedad toda y varias autoridades del Estado exijan con toda firmeza a los responsables de las entidades encargadas de velar por la seguridad ciudadana que lleven con el máximo rigor las investigaciones necesarias para esclarecer el asesinato del periodista Niño de Guzmán, que se identifique y procese a los culpables y que este crimen no quede impune. Y sobre todo, que se haga cuanto sea necesario para preservar en toda circunstancia la seguridad de los periodistas y de los medios de modo que se garantice la solidez de uno de los principales pilares de la democracia como es la libertad de información y de expresión.

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