Prístina democracia
Torturados en Achacahi |
Cierto que en algunos casos la picana podría resultar efectiva. Por ejemplo si se la aplica en la cabeza al senador masista Eugenio Rojas, defensor de la tortura como práctica de interrogación, para ver si con el shock se pone a pensar. ¿Porque qué puede haber en la mente de un degollador de perros? Mierda, pura mierda, que es, después de la cocaína, lo abundante en este paraíso socialista de Evo-Álvaro, puntales de la derecha retrógrada y fascista del mundo, junto a sus socios Qadhafi, Assad, Ahmadinejad, a quienes -la suerte nos honre- veremos actuar en el teatro Horca de marionetas. A veces ya no quiero escribir sobre esto. Se hace reiterativo, aburrido, pero, por otro lado, creo que hay que machacar hasta que el jolgorio termine. Mucho no les queda, no lo digo como agorero ni quiromántico. Claros son los datos al respecto. Que duren un poco más, puede ser, porque no hablamos de un país regido por la lógica, sino por uno que todavía se maneja en niveles difíciles de calificar, donde un demagogo ignorante es capaz de alucinar a unas masas atormentadas por eterna esclavitud, por ignominia, abyección, estupro, alcoholismo, coca, cuyas tradiciones van delineando una imagen que quisiera haber tenido Cesare Lombroso para sus prejuiciadas conclusiones. Hay que observar los detalles. Este Rojas, creo que de Achacachi, defendiendo la tortura. Si pensamos que no otra cosa vio desde su infancia, el abuso en casa, en la escuela, en el cuartel, la alcaldía, o donde fuere o viviere, qué podemos esperar. El seminarista ministro de Gobierno, igual que el presidente y la antropomorfa cohorte de senadores y demás acólitos, incluida la niña mala, divagan por un entramado complejo y convulso, donde la prédica decora simplemente el saqueo, y donde el horizonte se borra por oscuro. Los detalles. Filman "También la lluvia", en Bolivia. Y regalan una carabela utilizada en la producción a las autoridades. Carabela perdida, robada. La reclamaría la revolución "moralista", como reclama todo y ya no consigue nada, ni el Nobel ni nada, porque la hidra se descubrió, develando en su policefalia el rostro del gran líder, el guerrero del sur, el cocalero, epítome de la mentira, del capitalismo más salvaje de destrucción ambiental, el ekeko con su tesoro individual en medio de la miseria colectiva.
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