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miércoles, 9 de marzo de 2011

Analistas internacionales se sorprenden cuando el Gobierno boliviano dice que la detención del general René Sanabria forma parte de una conspiración de la DEA para desacreditar a Evo Morales. La sorpresa es más grande aún, cuando a pesar de semejante acusación, las autoridades de Bolivia siguen los pasos de “los gringos” y ordenan detener a los cómplices de Sanabria. Se preguntan por qué el presidente y sus ministros no defienden a Sanabria de esta supuesta patraña inventada por los yanquis y por el contrario, hacen los máximos esfuerzos por desvincularse del generalote, quien después de dejar su cargo como jefe máximo de la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico, fue llevado al Ministerio de Gobierno como asesor de inteligencia. Ahora les falta poco para decir que el susodicho era un anónimo, un fantasma que nadie había visto y que no saben cómo llegó a Panamá con 60 kilos de “merca”. Imagínese la confusión de los observadores cuando se enteran que con casi dos semanas de retraso, el Gobierno decide pedir la captura internacional de uno de los principales cómplices de Sanabria, (hermano de otro policía involucrado en “la copsa”.

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