sacudido el país por el horrendo crimen del ing. O´Connor y el mayor escándalo de la millonaria corrupción en YPFB, ha sido difícil encontrar predisposición para "celebrar una fiesta" coo debería el estreno de una CPE que se supone impulsará la vida de la nación por un sendero de progreso, de unión, de trabajo, de bienestar colectivo. el festejo como describe Dante Pino, no tuvo nada de nacional, ni de pluricultural, allí estuvieron indígenas y militares (unos pocos) y policías que por recibir dádivas del masismo son los soportes en que se sostiene:
No he visto una fiesta nacional.
Más bien algo así como una concentración política, que ha reunido a la burocracia estatal enquistada en La Paz: municipales, ministerios, empresas públicas adornadas con grupos trasplantados por flotas de indígenas del altiplano, cocaleros y militantes del M.A.S. Todo esto con la presencia de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional que le daban el toque necesario para aparentar la presencia nacional. ¿Era este final el que se esperaba cuando se inauguró la Asamblea Constituyente?
¡Tantas ilusiones para refundar Bolivia!, para construir un nuevo Estado, nuevas relaciones institucionales que nos proyecten como nación al mundo y todo acabó en una penosa concentración aymarista, altiplánica con total ausencia del ser nacional. ¿No era la ciudad de Sucre la llamada a ser el epicentro del nuevo escenario nacional?
Y en medio de este aislamiento en el que termina cobijándose la constitución masista, escuchamos el grito de la venganza: ¡Ahora nos toca! Ahora los descuartizados de ayer se recomponen hoy día. Inversión de valores. Inercia total. Tiempo de revancha. Eso es lo que se inauguró el 7 de febrero del año 2009.
Sólo el gobierno se ha creído el discurso. Sólo el canal oficial ha transmitido todo el acto. Sólo la masa burocrática aplaudió las consignas. Sólo los cocaleros se sienten victoriosos y en medio de esta soledad, solo en la ciudad de El Alto se tenía conocimiento de que algo sucedía.
Al otro lado, en los valles y llanos del oriente, se preparan los carnavales, se ríe y danza con alegría, no hay concentraciones políticas, no hay discursos de odio y revancha no hay advertencias solo hay fraternidad y regocijo social.
Es cuando podemos darnos cuenta de que hay dos rostros en un mismo cuerpo social. Que no es, uno el todo, sino dos; y que esta dualidad ha sido mancillada y desconocida por un grupo de ambiciosos y angurrientos de Poder.
Tanto jolgorio y despilfarro de dinero ¿para coronar la victoria de la futura reelección de Evo Morales? Esto es todo. Es todo lo que fue. Y todo lo que quiere y persigue el gobierno. Por eso, porque tienen miedo de que esta charada constituyente se les vaya de las manos, amenazan con la represión y los juicios y las persecuciones, al amparo de su constitución confeccionada a propósito para ello.
Se avecinan tiempos de anarquía social, de imposiciones radicales, de inseguridad jurídica como nunca antes tuvimos, de decretos autoritarios, del Poder concentrado y de la intolerancia política. Nada parece que pueda detener lo que advertimos, junto con muchos, el enfrentamiento y enguerrillamiento entre bolivianos.
Malos augurios, entonces, se ciernen desde este 7 de febrero. Malos presagios invaden el corazón nacional. Y malos tiempos correrán golpeando nuestro paupérrimo nivel de vida. Digamos pues con la esperanza de que esto cambie: ¡Corta vida al 7 de febrero!
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